Cámaras empresariales informaron que el desplome de las ventas alcanzó el 30% anual, comprometiendo la supervivencia de los comercios de cercanía. “Nuestra capacidad de soportar esta crisis está llegando a su límite”, dijo a Sputnik el vicepresidente de la Unión de Kiosqueros Argentinos.
El mercado argentino camina por la cornisa al calor de la recesión. La caída en la actividad económica, impulsada por el ajuste fiscal desplegado por el Gobierno en favor del ordenamiento macroeconómico, alcanza cada rincón del país y golpea de lleno a grandes y pequeños comercios. Si bien la inflación continúa el sendero descendente inaugurado tras la mega devaluación instrumentada por Javier Milei en diciembre de 2023, el consumo presenta un derrumbe sustancialmente mayor.
Los indicadores del sector privado hablan por sí solos. En junio de 2024 el consumo se desplomó un 9,8% su mayor caída desde la pandemia de coronavirus, según consignó la Cámara Argentina de Comercio y Servicios. El dato halla su correlato en la tendencia general de la macroeconomía, que registró un hundimiento del 3,9% interanual, de acuerdo a datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
En ese marco se inscribe la situación que atraviesan los pequeños mercados de proximidad. De acuerdo a la consultora privada Scentia, entre agosto de 2023 y agosto de 2024 el consumo se desplomó un alarmante 18,7%: a mediados de mes, la caída alcanzó el derrumbe récord del 27,6%.
Ni un caramelo
“La situación es límite. Si sigue la caída de las ventas, es muy probable que en el corto plazo veamos el cierre de varios locales: muchos comercios están al borde de la quiebra”, dijo a Sputnik Adrián Palacios, vicepresidente de la Unión de Kiosqueros de la República Argentina. El testimonio del microempresario ilustra una realidad que alcanza a miles de vendedores.
“Nosotros estamos muy afectados por el poder adquisitivo de la gente: vendemos golosinas que no son esenciales, entonces eso es lo primero que se ajusta. Muchas veces nuestros compañeros terminan obligados a mutar a la venta de papel, bebidas o alimentos, productos más básicos propios de los supermercados”, relató.
Según Palacios, la diferencia entre los kioscos y locales de cercanía en general- y los grandes jugadores del mercado radica en la “espalda financiera” para soportar una recesión tan profunda. “Un kiosco no es una cadena de supermercados: nuestra capacidad de sobrevivir a la crisis es mucho menor”, enfatizó.
“La enorme mayoría de nuestros negocios es atendido por sus dueños. Generalmente hay entre uno y tres empleados, por lo que la espalda financiera es muy pequeña: cae el consumo y termina impactando de lleno en los puestos de trabajo. Nuestro trabajo tiene un fuerte carácter familiar”, explicó el comerciante.
Cuentas de almacenero
La realidad narrada por Palacios no es exclusiva de los kioscos. Otros comercios de cercanía, como los pequeños mercados barriales, atraviesan una delicada coyuntura: “Cada vez vemos que más familias terminan dejando en la caja registradora varios de los productos que pensaban comprar”, dijo a Sputnik Fernando Savore, titular de la Federación de Almaceneros de la provincia de Buenos Aires.
Según el experimentado empresario, la recesión trae aparejado el auge de las segundas y terceras marcas. “Las familias ya no piensan en qué productos llevar, sino en cuál es su presupuesto disponible. Entonces terminan optando por comprar cosas baratas, frecuentemente de menor calidad a las de hace un tiempo”, explicó.
“Hacemos el esfuerzo de ofrecer precios más bajos o beneficiosos, pero el aumento en los costos es muy fuerte. Los servicios públicos han aumentado mucho y es muy difícil no trasladar eso a los productos, por eso estamos entre la espada y la pared: suben los gastos fijos pero no podemos compensarlo en las ventas”, graficó Savore.
Si bien el escenario resulta hostil, el comerciante destacó que los empresarios argentinos están acostumbrados a las crisis crónicas. “En mis 40 años de experiencia he vivido momentos así muchas veces. Quizás, la diferencia central sea que en otra época había mayor capacidad de ahorro como para sortear la caída en el consumo. Hoy el problema es que ya estamos quemando el stock”, apuntó.
Consultado acerca de la evolución de los precios en un contexto de reducción paulatina de la inflación mensual informada por el Estado, Savore reconoció que “desde hace un par de meses que no hay subas pronunciadas. Más que la inflación que de por sí es un problema grave hoy nuestro desafío es que estamos quedándonos sin margen de ganancia por la caída del consumo”.
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Ahi tienen su dosis de libertad carajo!
ResponderBorrarMe imagino que eres un enchufado dependiente de una bolsa clap y tú bozal de patria conformista
ResponderBorrarNo es fácil levantar un país quebrado por el socialismo..
ResponderBorrarPor lo menos se ve ka intención de controlar la inflación aquí ya vamos por 27años esperando el año de la recuperación económica y nada
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