La descripción del “producto” dice que el alma “se encuentra en perfecto
estado, un poco desgastada, sin abolladuras, bien cuidada y con aspecto
de nueva”.
La autora de la idea (y la propietaria del producto), una tal
Yekaterina de 26 años, estaría dispuesta además a recibir donaciones de
usuarios de Internet pero afirma no haber recibido de momento ninguna,
solo propuestas de marcado carácter* “indecente”*.
Según Yekaterina, la idea de subastar su alma se le ocurrió de modo
espontáneo, cuando reflexionaba sobre diferentes posibilidades de
obtener ingresos adicionales, puesto que su salario de empleada de una
importante empresa capitalina no “responde a sus necesidades
materiales”.
La chica explicó que gastaría “su alma” en reformar el piso. “No vengo a
vender mi alma a ningún salón de magia negra. Simplemente la vendo nada
más que como un suvenir”, comentó.
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