En la casa de Erly Kerine Larreal Quintero, de 27 años, en el sector
Corazón de Jesús, en Sinamaica, se respira dolor e impotencia.
La fe ciega de Andreína Larreal Quintero, de 25 años, en “el cambio
por amor” de su pareja Rafael Benito Fernández Rodríguez, alias “El
Kinkin”, le arrebató la vida a su hermana Erly, secretaria de un colegio
en El Uverito.
Hoy, esa herida mortal se traduce en sentimiento de culpa y arrepentimiento que la sigue como su sombra.
El pasado 20 de junio, en una playa vía a Caimare Chico, en “Las
Salinas”, apareció el cadáver descompuesto de Erly enterrado en una fosa
improvisada.
Apenas se conoció el crimen, la sospecha se posó sobre el cuñado de Erly.
La noticia del hallazgo corrió con la fuerza de una locomotora por
Sinamaica y en minutos retumbó en los oídos de Andreína, quien estaba
sometida bajo presión psicológica por “El Kinkin”.
“Nos hicimos novios en el liceo, también porque él vivía diagonal a
mi casa. Al principio nos iba bien, pero dos meses después no me dejaba
salir, perdí varias amistades, era obsesivo, celoso, en tres
oportunidades me golpeó, se metió a vivir conmigo en agosto del 2012 y
fue cuando comenzaron nuestros problemas porque mi familia no lo
aceptaba”, contó.
En la residencia vivían Erly, su hermana Andreína, su sobrina, de 9
años, y su hermana mayor Iramar, con su hijo varón, de 10 años.
“El Kinkin’ es ‘bachaquero’, además tiene dos expedientes abiertos
por asesinar a su tío Calata, en Mara, y por el homicidio de un hombre y
lesión a otros 3 en el sector Los Robles, de La Guajira”, aseguró un
vocero del Cicpc.
A pesar de ese historial delictivo Andreína seguía aferrada a él “por amor”.
“Había escuchado cosas feas de Rafael y hasta él mismo me las
confesó, pero yo creía que todo el mundo tenía derecho a regenerarse y
pensé que iba a cambiar”, relató Andreína.
Los problemas arreciaron porque “El Kinkin” se negaba a abandonar la
casa de la familia Larreal, pese a que Evelio Enrique Larreal, padre de
las jóvenes, lo sacó varias veces del inmueble.
El domingo 16 de junio, la secretaria llegó a las 9:00 pm a su casa después de tomar unos tragos y se acostó a dormir.
“Salí a montar a mi hija al trencito, como a las 9:15 pm. Él estaba
parado en el frente de su casa y me llamó, me preguntó primero por Erly y
luego por Iramar, quien estaba en Maracaibo. Me dijo que quería
arreglar las cosas con Erly”, explicó la mujer.
— Solamente voy a conversar con ella así que dime dónde está, insistió ebrio “El Kinkin” con una botella en la mano.
“Me mostró una pistola y me ordenó que me acostara a dormir en el último
de los tres cuartos, me dijo que me llevara a la niña conmigo y que le
dejara la puerta de la casa abierta”, narró. A las 9:35 pm Andreína
obedeció.
“Como a las 11:00 pm sentí un ruido extraño, como si arrastraran algo
pesado, entré miedosa al baño y encontré toda la casa oscura. Oriné con
la puerta abierta y me regresé al cuarto”.
“A las 12:00 ó 12:30 am me llamó de otro teléfono y me preguntó que
dónde estaban las cosas de Erlita, pero la llamada se cortó, a mí me
pareció extraña esa pregunta, pero le respondí con un mensaje que las
cosas deberían estar en su cuarto, donde siempre”, reveló.
“A la 1:00 am la luz se fue en todo el pueblo y a esa hora sentí
pasos, ruido, como si alguien estuviera en la casa, a pesar del pánico,
decidí salir.
Cuando abrí la puerta del cuarto de Erlita lo encontré a él con una
lámina del cielo raso en la mano y la otra en el piso, cerca de la
peinadora había un frasco con cloro y la cama de Erly estaba desvestida.
Limpiaba algo y alumbraba con una linternita del celular. Me puse a
llorar y le pregunté que dónde estaba Erlita y que por qué su cama
estaba desvestida”, recordó.
— Erly se fue con un novio, respondió el hombre con frialdad, sin dejar de mostrar su pistola en el cinto.
— Busca una sábana y viste la cama, sino quieres que le haga algo a tu hija, amenazó nuevamente.
“Pasaron dos horas y él se acostó en nuestro cuarto, cuando estaba
amaneciendo le vi en sus manos el celular de mi hermana”, recordó la
mujer.
—Deja el drama, deja de llorar que a ella no le pasó nada, si sigues
con el drama acabo con tu vida o con la de tu hija, insistía el hombre,
luego de tomarla por el pelo varias veces.
Cuando por fin amaneció Andreína logró salir, llevar a su hija a casa
de una tía y avisar que Erly había desaparecido. Las amenazas seguían.
“El miércoles lo encontré, de nuevo, en la parte de afuera de la casa
fue cuando llegó un familiar y le dijo ‘Tocayo sabeis que acaban de
encontrar a una mujer muerta por Caimare Chico’, él se llevó las manos a
la cabeza y exclamó: ‘A la verga”, rememoró Andreína.
Luego, el sujeto, presuntamente, la agarró por un brazo, la encerró
en el cuarto de su mamá, en la casa del frente. Comenzó a recibir
llamadas. Se sentaba. Se levantaba. Hablaba. Sudaba. Caminaba. Y de
pronto confesó.
— Tu hermana nunca va a aparecer porque yo la maté, sé que tú me vas a
delatar, pero nunca nadie se va a enterar de todo lo que yo le hice,
soltó.
“No hubo justificación para matarla. Desde un principio me opuse a
esa relación de Andreína, Erly no aceptó que él se quedara aquí, que
ella decidiera botarlo fue la gota que derramó el vaso, él era un
guapetón en el barrio, como yo lo desafié optó por arrancarme al amor de
mi vida”, exclamó, conteniendo el llanto, Evelio Larreal, padre de la
víctima.
“Él le dio un tubazo, usó las sábanas para sacar el cuerpo en un
camión Tritón y limpió la escena. No salgo de mi asombro, soy humilde,
obrero y nunca pensé que mi hija se fuera a involucrar con un hombre de
semejante calaña, exijo justicia”, reclamó Evelio.
El Cicpc busca a un cómplice de Rafael y maneja como móvil la
venganza. Presumen que huyó hacia la Laguna de Sinamaica en un Malibú
azul.
“Me arrepiento mil veces porque estoy pasando por los momentos más
difíciles de mi vida, he pensado suicidarme, porque mi hermana daba todo
por mí. Ellos se agarraron mucho odio, la gente rumoró que tenían algo,
pero yo creo ciegamente en la entereza de mi hermana, no la creo capaz,
él me repetía que si lo dejaba, no podía ser de otro hombre.
Yo aceptaba y callaba todo porque temía por la vida de mi hija y la
mía, lo último que él me dijo fue maté a Erlita y regresaré por ti y por
tu papá, aunque me prometió que nunca me iba a hacer daño destruyó toda
mi vida”.
“El Kinkin” sigue prófugo de la justicia tras el asesinato de su cuñada.
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