El Instituto Smithsonian de Washington presentó hoy al hombre biónico
Franck, construido con órganos y extremidades artificiales que es capaz
de hablar, caminar, respirar, ver, escuchar y, además, tiene un corazón
mecánico que hace circular sangre artificial por sus venas de plástico.
Franck es la “estrella” del documental que el
Smithsonian Channel emitirá el próximo domingo, titulado “The incredible
bionic man” (“El increíble hombre biónico”), en el que se repasan los
últimos avances de la tecnología médico-biónica y se abordan los debates
éticos que plantea, explicó su presentador, Bertolt Meyer.
Además, el hombre biónico, el resultado de juntar
todas las partes del cuerpo humano biónicas que existen a día de hoy y
que han desarrollado diferentes equipos de investigadores, se expondrá
al público en el Museo Nacional del Aire y el Espacio de Washington
hasta el próximo mes de diciembre.
“Este hombre puede hacer muchas cosas, pero también hay muchas cosas que no puede hacer”, aseguró Meyer.
Franck tiene una cámara de vídeo y unos implantes que
le permiten ver y escuchar a través de un aparato, dispone de un
corazón artificial (que ya utilizan algunos pacientes) que bombea un
prototipo de sangre aún experimental, así como de un pulmón (al que le
llega aire desde una tráquea de plástico), un riñón y un páncreas
artificiales.
También camina, porque tiene prótesis de caderas,
rodillas, tobillos y pies, puede sujetar objetos gracias a sus manos
biónicas y está conectado a un programa informático que le hace hablar.
No obstante, Franck es un “hombre” incompleto: entre
otros órganos, le faltan el cerebro y el hígado, y tampoco tiene
estómago, por lo que no puede comer.
“No puede hacer mucho porque le falta un cuerpo
central en el que interactúen todos los aparatos”, detalló Meyer, por lo
que señaló que el reto de la biónica en los próximos años es “mejorar
la interrelación entre los órganos artificiales y el cuerpo humano”.
Meyer destacó, en todo caso, que este hombre biónico
incorpora un “exoesqueleto robótico, que puede ser la silla de ruedas
del futuro para que quien tenga las piernas paralizadas puedan recuperar
la capacidad de andar”.
Para Meyer, “lo más importante de este proyecto es que ha ayudado a la ciencia que había detrás”.
“Los diferentes científicos que habían diseñado los
órganos artificiales no se conocían unos a otros antes de que el
programa fuera a hablar con ellos. Ahora los que han trabajado en el
páncreas han conocido a los que han diseñado la tráquea y van a utilizar
la cubierta de ésta para reducir los rechazos de páncreas”, explicó.
Meyer también avanzó que el documental que Franck
protagoniza reflexiona sobre las implicaciones éticas de los
descubrimientos de la tecnología biónica.
“¿Reemplazaría la gente órganos naturales sanos por otros artificiales si fueran mejores?”, se preguntó.
De momento, el hombre biónico no puede pensar y Meyer
vaticinó que tardará en hacerlo: “no hay nada que se asemeje a un
cerebro artificial y no lo habrá durante mucho tiempo”.
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