Debido a una bacteria que se alojó en su columna, Jo Gilchrist se encuentra en silla de ruedas y sin poder controlar su vejiga.
Dice que el dolor que sintió fue peor que los que tuvo en el
parto. Jo Gilchrist, de 27 años de edad y madre de un niño de 2, sufrió
una pesadilla en febrero pasado, únicamente por querer taparse un
granito con maquillaje y pedirle prestada una brocha a su mejor amiga.
La australiana le contó a Daily Mail Australia
su historia, que sigue con el relato de cómo comenzó a sentir un leve
dolor en su espalda, que pasó a ser más y más fuerte, hasta dejarla
retorciéndose, mientras era llevada de urgencia a un hospital. “Dolía
increíblemente y no podía aliviarlo con nada. De verdad pensé que me iba
a morir. Fue peor que los dolores de parto”.
Cuando comenzó a
perder sensibilidad en su cuerpo, la sensación empezó a subir hasta su
pecho, por lo que Gilchrist entró a un coma inducido y fue operada. Al
despertar, los médicos tenían la respuesta: Todo se debió a un SARM (Staphylococcus aureus
resistente a meticilina), es decir, un estafilococo altamente
resistente a los antibióticos, que había llegado hasta su columna,
provocando una grave infección que, finalmente, la había dejado en silla
de ruedas y sin poder controlar su vejiga.
“Lo único que podemos
pensar que fue, es la brocha de maquillaje”, señaló, argumentando que su
amiga, luego de haber prestado su brocha, tuvo una infección por
estafilococo en su rostro. “Yo no tenía idea que algo así podría pasar.
Siempre he compartido las brochas con mis amigas”, dijo Gilchrist.
“Mi
mejor amiga se siente pésimo por esto”, dice la mujer sobre su
situación actual, en la que sigue con un fuerte tratamiento de
antibióticos y ha tenido que ir acostumbrándose a una nueva forma de
vida, sobre la silla de ruedas. “Pero no es su culpa. Yo estaba con mi
sistema inmunológico debilitado y fue el caldo de cultivo perfecto para
la bacteria”.
Con todo, Gilchrist ve las cosas con optimismo y se
alegra que los médicos le hayan dicho que con mucha perseverancia, podrá
al menos caminar una hora al día, y se alegra de que la bacteria se
haya ido a su columna y no al cerebro, lo que podría haberla matado.
“Siento que tengo una segunda oportunidad. Todo pasa por algo”, aseguró.
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