La respuesta del pueblo venezolano y del presidente Nicolás Maduro a
la provocación del gobierno guyanés Exxon-Granger de Guyana, ha sido
como tenía que ser, firme, contundente, pero ajustada al mismo tiempo al
derecho internacional. El acto inamistoso del vecino, agresivo y
desproporcionado, violatorio del instrumento que norma el diferendo, el
acuerdo de Ginebra suscrito por las partes en 1966, no sirvió –si era
esa la finalidad que inspiraba el gesto– para que el gobierno venezolano
cayera en la provocación. Todo lo contrario, su respuesta comedida puso
de relieve la validez argumental de nuestra política y la justeza de
nuestra causa.
No cabe duda que hasta ahora Venezuela tenga ganado el respeto
internacional por la manera como viene manejando el complejo y delicado
tema, y así quedó demostrado en la reciente Cumbre de Mercosur. El
camino escogido, que no es otro que el del cumplimiento integral del
acuerdo de Ginebra, es el correcto, y eso lo sabe el gobierno
Exxon-Granger. Por eso trata de zafarse del compromiso que emana del
texto y plantea dirimir la cuestión en la Corte Internacional de
Justicia. ¿Por qué los dirigentes guyaneses adoptan esa postura? Porque
saben de sobra que están atados a unas normas, pactadas con todas la de
la ley, que no los favorecen.
Existe otra motivación en la posición del binomio Exxon-Granger. Este
es un aspecto ante el cual Venezuela tiene que estar alerta. La
pretensión de Guyana es sacar el tema del ámbito de la relación con
Venezuela, es decir, pretende convertirlo en algo que debe ser dirimido
en otras instancias y no a través de la fórmula adoptada en ginebra del
buen oficiante, es una manera de evadir la incómoda situación en que se
encuentra el gobierno de Guyana. Entre otras razones porque en la Corte
Internacional de Justicia el diferendo puede eternizarse o lograr apoyos
por el peso que tienen en esa instancia la Commonwealth y la comunidad
europea, con obvias inclinaciones por un país angloparlante como Guyana.
Pero hay algo más: el gobierno guyanés se mueve aceleradamente en la
dirección de ubicarse bajo la sombrilla de los Estados Unidos, donde el
vínculo de la Exxon Mobil con poderosos factores de poder, es
determinante. Por eso el presidente guyanés viaja al norte para hacer
lobby y contactar en el congreso norteamericano con parlamentarios que
tienen una clara posición antivenezolana y grupos que ven la oportunidad
de estrechar lazos con Guyana, para apuntalar la actividad
desestabilizadora en contra de Venezuela. A esto hay que agregar que en
los últimos meses se observa un reforzamiento de los vínculos del
gobierno guyanés con el Comando Sur que opera en la región en función de
una estrategia de control y dominio en la zona. Hay que estar alertas
sobre diversas variantes que se plantean respecto al tema de la
reivindicación del territorio esequibo con la finalidad de evitar
sorpresas.
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