Apenas cuatro días antes del Día del
Padre, Roberto Ramírez recalcó, ayer, en una nueva ‘estación’ del
‘viacrucis’ que le ha tocado vivir. El nonagenario está abandonado a su
suerte por los hijos que trajo al mundo, crió y levantó.
Un traslado en ambulancia lo llevó del
edificio Jabillo 3, en El Varillal, al Hospital General del Sur y, de
ahí lo remitieron al Instituto Nacional de Servicios Sociales (Inass)
en Milagro Norte: su nuevo hogar.
Hace una década, al parecer, una de sus
hijas (médico) se lo llevó a Barinas para cuidarlo, pero luego lo
envió, solo, en un taxi a Maracaibo.
La disputa entre los hijos de Ramírez y
el manejo de su dinero, acumulado producto de su negocio de fabricación
de pinturas, habría sido el detonante para que no tuviera un hogar fijo
y terminara abandonado por su familia, el pasado 12 de junio, en El
Varillal.
Roberto vivió solo en Sabaneta al
regresar de Barinas y trató de suicidarse cortándose las venas de los
pies. Su único hijo (tuvo dos varones, el mayor murió) lo acobijó en su
humilde casa, en el barrio Carmelo Urdaneta, al oeste de la capital
zuliana.
Allí lo cuidó hasta hace un mes,
cuando el techo del cuarto donde dormía el abuelo se cayó. Este hijo, en
vista de que su casa estaba en condiciones precarias, decidió
llevárselo a su hermana que vive en el edificio Jabillo 3, de El
Varillal. Ella lo alojó por 30 días, pero después manifestó que “no
podía seguir atendiéndolo”.
“Él tiene cinco hijas profesionales que
pueden darle mejor calidad de vida que nosotros. La que vive en El
Varillal nos lo trajo el pasado domingo, y lo dejó en el frente de mi
casa con una gorra por el sol que había, y una bolsa con su ropa”,
narró la nuera de Roberto, quien pidió la reserva de su
identidad.
“Lo llevamos otra vez al apartamento de
El Varillal. Allá nos recibieron dos señoras y le avisaron a ella (hija
del nonagenario) que su padre estaba ahí, pero esa mujer se
desentendió y lo dejó en la entrada de las residencias”, agregó.
Durante tres días, Marianela González, Yamely Valbuena y el resto de los vecinos del edificio lo adoptaron como un abuelo.
“Son la mejor familia que tengo. Han
hecho de todo por mí”, repetía Roberto, la mañana de ayer, luego de
desayunar dos panes con queso y café con leche.
Mientras unos lo cuidaban, otros se dedicaron a mover cielo y tierra para encontrarle un hogar seguro.
Este caso tocó las emociones de los
marabinos ayer, cuando se celebraba (paradójicamente) el Día Mundial de
la Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez.
La situación de abandono que sufre
Roberto fue denunciada, por los vecinos, ante la Fiscalía 10°. Se
enteraron, por expertos en leyes, que la negligencia de sus hijos puede
ser castigada. El Código Penal, de los artículos 435 al 438, establece
penas para quien abandone a quien no pueda hacerse cargo de sí mismo.
“Cualquier cosa me hace llorar, porque
no tienen ni idea de lo que es estar incapacitado como estoy yo. Me da
dolor pedir que me sienten y lleven a algún lado”, confesó Roberto.
Ayer llovieron bendiciones para el
abuelo. A las 11:50 am, la ambulancia Tango 23 del Ven-911 lo trasladó
hasta el Hospital General del Sur para hacerle una evaluación médica y
reubicarlo en un gerontológico, en la avenida Milagro Norte.
Su partida hacia el centro de salud fue
dolorosa. Los residentes del ‘Jabillo 3’ lloraban mientras el abuelo les
decía adiós y preguntaba a dónde lo llevarían.
El paramédico Gabriel Perozo aseguró que el abuelo presentó una anemia moderada; sin embargo, acotó
que los galenos y psicólogos del geriátrico lo valorarán nuevamente.
Decenas de personas han manifestado
querer colaborar con el abuelo. Desde el interior del país pedían la
dirección del bloque que albergó al abuelo y hasta de Orlando (Estados
Unidos) preguntaron por él para solidarizarse. Actualmente necesita
pañales, comida, ropa y productos de aseo personal.
Roberto no ahorró palabras para dar
gracias a su ‘familia’ de El Varillal. Tampoco lágrimas: “Quien diga que
los hombres no lloramos está equivocado, lloramos más que las mujeres
porque nos duelen mucho las cosas”.
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Miles de bendiciones para esas familias q ayudaron a ese abuelito dándole un hogar... Dios ilumine el corazón de todos los venezolanos para q sean como ellos.
ResponderBorrarMiles de bendiciones para esas familias q ayudaron a ese abuelito dándole un hogar... Dios ilumine el corazón de todos los venezolanos para q sean como ellos.
ResponderBorrarEse viejito me recuerda a mi padre y por eso me conmueve esta historia pero nunca abandonamos a nuestro viejito. Los hijos deberían estar presos sobre todo la q lo dejó abandonad en la puerta del edificio y la q es Medico, el del ranchito se pernona xq no tenia las condiciones para atenderlo. Ojalá yo tuviera mi viejito vivo.
ResponderBorrarEse viejito me recuerda a mi padre y por eso me conmueve esta historia pero nunca abandonamos a nuestro viejito. Los hijos deberían estar presos sobre todo la q lo dejó abandonad en la puerta del edificio y la q es Medico, el del ranchito se pernona xq no tenia las condiciones para atenderlo. Ojalá yo tuviera mi viejito vivo.
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