Los actos heroicos también ocurren en la vida real. Muestra de ello son los delfines de río liberados de caños en temporadas secas en el estado Apure, gracias al trabajo coordinado entre especialistas y residentes.
En época lluviosa, las toninas (en especial las madres-crías o embarazadas) se desplazan aguas arriba por los caños en busca de refugio; el problema puede surgir al emprender el camino de regreso. “Las sequías se han vuelto más prolongadas e intensas, el nivel del agua ha disminuido súbitamente y los bajos se vuelven obstáculos para el retorno a los ríos principales, por lo que a veces quedan varadas”, explicó el biólogo del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic), Sergio Cobarrubia Russo.
Mantenerlas a salvo y trasladarlas a un lugar seguro no es nada fácil debido a su gran porte. Más de dos metros de longitud y 150 kilogramos de peso convierten a la especie Inia geoffrensis en el cetáceo dulceacuícola más grande del mundo, atributo poco ventajoso cuando escasea el agua, pues pueden morir deshidratadas, de insolación o por asfixia.
“Ante un estrés muy fuerte, pueden dejar de respirar algunos minutos, por eso debemos ayudarlos con suma delicadeza”, informó Cobarrubia, quien acumula 15 años de experiencia estudiando la ecología y comportamiento de estos animales y desde hace dos años se encuentra trabajando con las comunidades apureñas.
Si bien no existen estadísticas sobre varamientos, estos episodios han sido frecuentes en la zona. De acuerdo con Omar Viana, cronista del municipio Bruzual, un homólogo suyo de la localidad de Apurito, llamado Felipe Martínez Veloz, le aseguró haber encontrado toninas atrapadas en el barro contaminado de los caños cuando hacía viajes de reconocimiento por la sabana con su padre, hace más de 60 años. Viana contactó a Cobarrubia y desde entonces vienen desarrollando tareas en materia de conservación.
Interesado en el tema, Viana comenzó a indagar con los dueños de hatos y haciendas acerca de los encallamientos de delfines en sus moradas. “En el Hato Turagua, de la Empresa Socialista Agroflora, todos los años salvan toninas y las llevan al Refugio de Fauna Silvestre Caño Guaritico”, indicó.
Buscando consenso
De allí la necesidad de sistematizar las distintas estrategias implementadas de manera aislada, a fin de optimizar el proceso y mejorar los resultados, siempre ajustándose al marco legal venezolano relacionado con el manejo de la fauna silvestre.
La intención es crear un protocolo o estandarizar un método de salvamento “porque no lo tenemos para las toninas; además, debemos buscar espacios de discusión donde participen estudiantes, campesinos, comisarios de hacienda, jefes de comisarios y todos los que deseen colaborar, porque muchos han tenido la experiencia o han escuchado de rescates de toninas y ese es un conocimiento valioso”, precisó Cobarrubia.
Hasta la fecha, se han efectuado talleres para divulgar el proyecto y tratar de recabar la mayor cantidad de información posible; estas reuniones se han desarrollado con la Oficina Nacional de Diversidad Biológica. “Lo ideal sería formar una red comunitaria para el rescate de las toninas, entre otras especies”, auguró el biólogo del Ivic.
Entretanto, el cronista de Bruzual, Omar Viana, considera imprescindible la masificación de estos conocimientos entre los habitantes de la cuenca del río Orinoco y el resto del país, sobre todo por las implicaciones globales de El Niño. Este fenómeno “es tan antiguo que la civilización maya sabía de su existencia, y cuando se acercaban los años secos, almacenaban granos para hacerle frente a las sequías”, dijo.
Un año completo dejó de llover en el estado Apure, entre el 5 de marzo de 1925 y el 29 de julio de 1926. Durante ese período, los ríos Arauca y Apure “quedaron reducidos a charcos. Se le conoce como el año de la humareda y fue trágico para la fauna acuática”, indicó el historiador local.
Por otra parte, explicó que las comunidades indígenas consideran a la tonina un ser vivo sagrado, “al cual cuidan y protegen, y el resto de la población siente un profundo respeto por ellos”. Sergio Cobarrubia opinó de forma similar. “Para el baquiano, la fauna es una gran riqueza, tiene un gran valor en su imaginario y la tonina es la reina”, acotó.
Incluso propuso proyectar la imagen de este mamífero como especie única de Suramérica, aprovechando el aprecio de la gente hacia estos cetáceos y la importancia ecológica que cumplen. De hecho, solo quedan en el mundo tres especies de delfines de río, de las cuales dos viven en grandes ríos venezolanos.
Todas las especies de delfines “son depredadores tope dentro de la cadena trófica y controlan poblaciones, sobre todo las de peces. La tonina en particular es icónica para el pueblo venezolano”, comentó el funcionario del Laboratorio de Ecología y Genética de Poblaciones-Ecología Marino Costera del Ivic.
El desafío continúa
Las poblaciones de I. geoffrensis poseen una amplia distribución geográfica. Según el Libro Rojo de la Fauna Venezolana (2015), abarca la cuenca del río Orinoco y todos sus afluentes o tributarios, incluyendo los del río Apure (ríos Portuguesa, Guanare y Guaritico).
En la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn), es reconocida como especie nativa no solo de Venezuela sino de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú. Hasta 1996, fue clasificada como Vulnerable por la Uicn y a partir de 2008 pasó a la categoría de Datos Insuficientes.
Sin embargo, en el Libro Rojo de la Fauna Venezolana se cataloga como Vulnerable, ya que su hábitat es susceptible a la fragmentación por obras hidroeléctricas y por ser “un carnívoro tope de la cadena alimenticia, razón por la que acumula en sus tejidos los químicos tóxicos vertidos en las aguas”, señalan los autores del texto.
Debido a esas amenazas, en el reverso del billete de 2 bolívares aparece una ilustración de la tonina, elaborada por el investigador del Ivic, Adolfo Mata. Además, su captura fue prohibida mediante el Decreto 1.485 publicado en la Gaceta Oficial N° 36.059 del 07/10/1996.
“La tarea pendiente -afirmó Viana- es conformar un gran ejército ecologista para cualquier contingencia que se nos presente”. Y en ese proceso constructivo, el Ivic puede ser de bastante utilidad. “En los reservorios de fauna deben estar los científicos del Ivic, ayudando en la protección y los estudios de las diferentes especies de nuestro llano y en el más mínimo rincón de la República”, insistió.
En esa dirección apunta Cobarrubia, quien aspira ampliar el radio de acción de sus investigaciones fuera de Apure.
En el estado Aragua, comenzará a estudiar la estructura social del delfín nariz de botella (Tursiops truncatus) con el apoyo de una estudiante de pregrado. “Mediante fotoidentificación y otros análisis, se puede determinar el árbol familiar de una manada”, informó. Esta técnica se usa para estudiar cetáceos y consiste en fotografiar las aletas dorsales o caudales del animal, y emplear los cortes y cicatrices para reconocerlos en cualquier momento y lugar y hacer seguimiento de cada individuo.
Entre Bahía de Turiamo y Cuyagua habita al menos un matriarcado de 18 a 22 de estos mamíferos, de acuerdo con datos recopilados en el transcurso de su tesis de maestría en Ciencias Biológicas de la Universidad Simón Bolívar (USB) sobre el delfín nariz de botella en la costa aragüeña.
Algo parecido quiere hacer con el delfín común (Delphinus delphis) del Parque Nacional Mochima, ubicado entre los estados Sucre y Anzoátegui. Con la asistencia de otro estudiante, se levantará información sobre la cantidad de manadas y la estructura social dentro de ellas, igualmente con el uso de la fotoidentificación.
Estudios realizados por la Fundación La Salle de Ciencias Naturales han detectado que esta especie permanece todo el año en dicho lugar debido a la abundancia de sardinas, su fuente alimenticia predilecta. Y esa presencia recurrente de sardinas obedece, según Cobarrubia,a la constante afloración de fitoplancton.
Adicionalmente, introducirá un proyecto para evaluar las posibles relaciones entre los cambios en la cadena trófica con el calentamiento del planeta, tomando como referencia Ocumare de La Costa por ser un “laboratorio natural” para estudiar el cambio climático a escala paisajística.
“Toda la biosfera es susceptible al cambio climático. Se cree que en unos 50 años, estos animales migrarán a los polos buscando aguas más frescas”, expresó el biólogo del Ivic.
La meta es reducir las probabilidades de que escenarios catastróficos de extinción se cumplan. “O al menos morir con las botas puestas, tal como lo hace Omar Viana y su ejército conservacionista”, expresó Sergio.
/Prensa Ivic.gob.ve
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