En la etapa joven hay más exposición no controlada al sol, lo cual tiene efectos nocivos acumulativos, crónicos e irreversibles en la piel
A muchas personas les gusta disfrutar de la playa y el sol radiante, sin embargo pocas conocen los riesgos que esto implica. Generalmente se tiene un concepto errado con relación a la coloración que adquiere la piel al exponerla al sol; se cree que es sinónimo de belleza e incluso de salud y que mientras más oscura se torne, mejor es el bronceado. Pero lo cierto es que ese bronceado no es más que la expresión física de un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo para evitar el daño ocasionado ante repetidas y prolongadas exposiciones a las radiaciones ultravioleta (UV).
En el vocabulario cotidiano se ha colado el término “bronceado saludable”, pero éste no existe. Las radiaciones solares son responsables de lesiones agudas inmediatas (insolaciones) y de quemaduras solares tardías o crónicas que generan foto envejecimiento y queratosis actínica.
En el primero se trata del envejecimiento prematuro, el desgaste cutáneo que le quita a la piel su elasticidad y lozanía. La queratosis se refiere a lesiones ocasionadas por el daño solar, expresadas en áreas de resequedad y rugosidad de la piel al tacto, localizadas en la cara, cuero cabelludo, cuello, dorso de manos y antebrazos y suelen ser consideradas como cáncer cutáneo.
La magnitud del daño producido por las radiaciones dependerá del tiempo de exposición de la persona a los rayos UV y de las características de la piel, ya que mientras más blanca sea, mayor probabilidad de daño tendrá. La edad también es un factor clave, tanto niños como ancianos son más sensibles. En estos grupos el uso del protector solar debe ser permanente y adecuado.
Las horas de mayor intensidad solar están comprendidas entre 10 de la mañana y 4 de la tarde. Los vidrios no impiden el efecto de los rayos UV; los claros transmiten el 72% de los mismos, lo que implica que la exposición puede ocurrir bien sea conduciendo el automóvil o en el interior de nuestras casas u oficinas. Casi el 50% de la exposición de rayos UV y rayos infrarrojos (IR) ocurre en lugares con sombra y esta cifra aumenta en las superficies reflectivas como nieve, arena y agua.
De todos estos datos se desprende la importancia del concepto de fotoeducación, lo que llamamos coloquialmente el “cuidado de la piel”. El aprendizaje es clave a edades tempranas puesto que son los jóvenes quienes más se exponen al sol para estar a la moda con un tono de piel envidiable, sin saber que antes de cumplir veinte años, corren el riesgo de recibir el 90% de la radiación solar que una persona debería acumular durante toda su vida.
Por eso se insiste en que una excelente medida es el uso de bloqueadores solares con factor de protección no menor a 30+ (alta protección) y de máxima protección FPS 50+.Estos productos deben ser aplicados de manera abundante, por lo menos 20 minutos antes de la exposición solar, además de ser resistentes al agua y cosméticamente aceptables (comprobados por laboratorios especializados).
Recordemos que el factor de protección solar (FPS) se refiere a la protección contra el enrojecimiento de la piel y que no existe un bronceado seguro o sin riesgos. Además del protector solar es recomendable usar ropa adecuada, sombreros de ala ancha (10cm) y lentes de sol, aún en días nublados.
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