Uno de los más hermosos y conmovedores espectáculos que ocurren a diario en tierras venezolanas es el paseo y la parada de las guacamayas, que con su particular colorido y belleza alegran a los caraqueños.
No obstante, detrás del espectáculo surge una hipótesis que sugiere la existencia de "injusto cautiverio", mientras expertos aseguran que el amor de las aves por el cielo venezolano es natural y lo hace nido del mayor número de especies en buen a parte del planeta, según reseña el portal Aleteia.
Las guacamayas vigilan el cielo de la capital venezolana, pero además son peculiarmente amigables, pues pese a sus grandes picos se acercan con familiaridad a los ventanales de muchos apartamentos, donde las alimentan.
Tanto a primera hora de la mañana con el despunte del sol, como a su partida en el ocaso que despide la tarde, el cielo se llena de color con los rayos naranja de unos atardeceres excepcionales que sirven de marco al vuelo de bellas bandadas de aves.
Llegan con sus gritos, que captan la atención de muchos y disfrutan su paso. El canto que recuerda el llamado a guardarse le imprime particular belleza a Caracas.
La ciudad cuenta con casi 300 especies de aves, sin incluir las que hacen vida en El Ávila. En el pulmón vegetal de la Gran Caracas habitan más de una docena de psitácidos: loros, pericos y guacamayas, lo que la convierte en la ciudad capital con mayor número de especies de aves en todo el planeta.
Al menos cuatro de ellas sobrevuelan todos los días la ciudad: las Ara Ararauna, ataviadas con plumas predominantemente de colores azul y amarillo; las Ara Chloropterus, de verde y rojo; y las Ara Macao, que lucen el tricolor nacional: amarillo, azul y rojo.
Cautiverio
No obstante, algunos sostienen que su presencia obedece al comercio ilegal de estas bellas aves, pues su hábitat natural está particularmente distante de Caracas.
Un trabajo del biólogo Franklin Rojas de Provita, citado por Diego Díaz Martín, advierte que “el solo hecho de aceptar comida por parte de los humanos, delata la sombría procedencia de un injusto cautiverio”.
Hay expertos que sugieren que el comercio ilegal está detrás de ello y que “quizás algunos ejemplares pudieron escaparse a coleccionistas o ‘dueños privados’ o hasta de algún zoológico”.
Pero también es cierto que su número es cada vez más grande, y su presencia en la Caracas de la crisis es un aliciente que despierta no pocas sonrisas en quienes disfrutan su sola presencia.
Hoy se mezclan con los vecinos. Visitan sus apartamentos. Acuden para alimentarse, comiendo de las manos de quienes fungen como amigos pero nunca como dueños.
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