Este feliz desenlace contrasta con lo que ocurre en Europa,
donde en este momento se aplican fórmulas como los desahucios que
significan familias enteras en las calles con sus enseres tirados en
medio de la vía
Verónica Díaz Hung/ Fotos Orlando Ugueto (Especial para Cuatro F)
Lo que pareció imposible se hizo posible, y sin armas, ni violencia,
la Operación Zamora logró el 27 de mayo desocupar en su totalidad la
Torre Confinanzas (también conocida como Torre de David).
“Esta torre simboliza muchas cosas, y en ella está todavía fresca la
memoria de su ocupación por unas 1.295 familias, 4.585 personas que
llegaron aquí producto del fenómeno de la exclusión social típica del
capitalismo”, explica Ernesto Villegas, uno de los tantos que
protagonizaron la gesta por la desocupación amistosa de esta favela
vertical.
El proceso de desalojo se realizó en un lapso de 10 meses, basado en
el “método Chávez”, el cual consistió en trabajar pacíficamente junto a
la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), con la coordinación de diversas
instituciones del Estado y el pueblo organizado, gracias a la unión
cívico militar que nos legó el Comandante Supremo.
En julio de 2014 se creó la Operación Zamora por mandato presidencial
y dirigida por Ernesto Villegas, quien asumió esta tarea como ministro
de Estado para la Transformación Revolucionaria de la Gran Caracas y la
prosiguió como Jefe de Gobierno de Distrito Capital.
“Recibimos la instrucción del presidente Nicolás Maduro de
adentrarnos en las profundidades y alturas de esta comunidad y llegamos
allí sin ánimo de imponer soluciones, si no de conocer cuál era la
realidad de la vida de esa Torre”, señalaría Villegas a pocos días de
iniciada la Operación Zamora.
Relata que se trató de un proceso complejo en el que se fueron
clausurando pisos, y las familias se iban reubicando en los que estaban
todavía habitados.
Aunque sus espacios están custodiados por la Guardia Nacional
Bolivariana para evitar nuevas invasiones, todavía se respira lo que fue
la vida en esta mole de vértigo, donde abundan los rastros de quienes
la habitaron por más de 7 años.
Caminando por sus solitarios espacios es posible encontrar un
triciclo descompuesto y en las paredes se leen los grafitis que
escribieron sus antiguos pobladores antes de partir. En uno de sus
pasillos quedó tirada una pesa de hacer ejercicio inventada con envases
plástico rellenos de algo que se solidificó y en sus viviendas
improvisadas perviven las huellas personales de aquellos excluidos que
se refugiaron en la Torre huyendo de la pobreza.
Gracias a la Gran Misión Vivienda Venezuela sus pobladores fueron
reubicados en espacios dignos para la vida en familia, donde sus niños
ya no juegan a pocos metros de un mortal abismo sin ninguna protección,
ni suben escaleras sin barandas, o corren peligro ante las profundas
fosas de los ascensores que nunca llegaron a instalar.
Es un espacio peligroso donde un distraído transeúnte fácilmente
puede caer al vacío, como ocurrió en los tiempos en que estuvo habitada.
Hay paredes externas que no tienen columna y hubo gente que se recostó y
tuvo un mortal destino. Dentro de las leyendas de la torre destaca el
carro que cayó desde el piso 9, cuyos ocupantes sorprendentemente
lograron salvarse.
La operación Zamora culminó sin heridos, ni muertos, como quizás
hubiese ocurrido bajo la lógica violenta que suele aplicar el
capitalismo hacia sus excluidos.
“La Guardia Nacional Bolivariana entró aquí, pero no como muchos
apostaron con armas, a sangre y fuego, entró sin armas acarreando los
enseres de la gente, junto a su pueblo. Fue una experiencia de la unión
cívico militar que Chávez nos legó. Debemos felicitarnos porque pudimos
resolver un problema de tal magnitud de manera pacífica, armónica,
consensuada, fue un interesante experimento de diálogo social, de
diálogo con los excluidos, con los invisibles, que seguramente será de
interés para otros países que confrontan problemas parecidos”, expresó
Villegas.
El feliz desenlace de la Torre Confinanzas contrasta con lo que
ocurre en Europa, donde en este momento se aplican fórmulas neoliberales
como los desahucios, que significan familias enteras en las calles con
sus enseres tirados en medio de la vía, incluso ancianos y desvalidos
lanzados a su suerte.
La Torre que no pudo ser
La Torre de Confinanzas es un rascacielos sin concluir, que desde el
2007 estuvo habitada de facto por familias que retaban a diario las
normas básicas de seguridad en sus 195 metros de altura y sus 45 pisos
de vértigo sin barandas, en donde los niños jugaban al borde del
precipicio. Aunque su ocupación ocurrió en tiempos de Chávez, donde el
país experimentaba una transición hacia el socialismo bolivariano,
todavía pervivían las secuelas de las voraces recetas neoliberales
aplicadas de manera ortodoxa durante la Cuarta República.
El rascacielos que pretendió ser el octavo más alto de América Latina
y el más elevado de Venezuela después de las dos torres de Parque
Central, fue una idea del banquero David Brillembourg Ortega, quien
hacia 1985 lo soñaba imponente, con helipuerto, dos torres que se
alzarían en 121.741,00 metros cuadrados en donde se levantaría la sede
del Banco Metropolitano de Crédito Urbano y del Grupo Financiero
Confinanzas.
El arquitecto venezolano Enrique Gómez había sido encomendado para la
construcción del imponente centro financiero incrustado en pleno
corazón de la ciudad.
El complejo estaría formado por seis edificaciones: Atrio Comercial
en donde estaría el lobby, salas de reuniones, locales comerciales. La
Torre A de 190 metros de altura incluiría un helipuerto, mientras que la
Torre B tendría un aparto hotel, el edificio K, edificio Z y el
edificio de estacionamiento tipo hummy con una rampa y catorce niveles.
Pero en 1993 muere Brillembourg con lo que comenzó el desplome del
Grupo Confinanzas. Por esos días Carlos Andrés Pérez tuvo que abandonar
la presidencia de su debilitado gobierno, tras la imposición de un
doloroso “paquetazo” económico, que desplomó su popularidad y selló el
fin de lo que el Comandante Chávez denominaría como la “moribunda Cuarta
República”, aunque todavía pasarían algunos años para que aquel sistema
desahuciado terminara de fallecer.
La gran mole de concreto quedaría construida hasta un 60% y la crisis
financiera de la década de los 90 sellaría definitivamente su fantasmal
destino.
“Esta Torre fue utilizada por empresas relacionadas al Banco
Metropolitano 33 veces como prenda para obtener créditos del mismo banco
para sus sociedades relacionadas. El negocio no era terminarla, era
extraer de ella todos los créditos posibles para convertirlos en moneda
extranjera y sacarlos del país, de modo que simboliza el fracaso del
neoliberalismo”, explica Ernesto Villegas.
A causa de una crisis bancaria que le costaría al país 6 mil millones
de dólares, la inmensa Torre inconclusa sería cedida a FOGADE.
Y llegaron los invisibles
Hacia el año 2000 la Torre comenzó a ser desvalijada y siete años más
tarde familias afectadas por la crisis habitacional la invadieron,
transformándola en la favela vertical más grande de la que se tuviese
noticia en Latinoamérica. Su fama llegaría hasta la poderosa cadena
estadounidense Fox, que ambientaría allí uno de los capítulos de su
serie Fox “Homeland”, que aunque filmado principalmente en Puerto Rico,
contaría con tomas reales de la Torre y una escena en la cual se lanza a
un ladrón desde uno de los pisos del edificio.
Y pese a la mala fama que se tejió en torno a la Torre, con el tiempo
sus habitantes se organizaron y se resignaron a una cotidianidad
marcada por el vértigo.
“Aquí había desde empresarios hasta buhoneros”, relata Ernesto Villegas.
Aprendieron a evadir sus peligros, no sin víctimas, algunas fatales
como la tragedia de Kimberly Caminiti. Esta mujer de piel blanca y con
pecas apenas visibles en los pómulos, alquilaba teléfonos celulares
frente a la acera de la Torre. Vivía con sus tres hijos en esta mole de
concreto. El 13 de febrero de 2010, Kimberly había dejado a su niña, a
punto de cumplir cinco años, al cuidado de una vecina que a su vez
vigilaba a otros chiquitos. Decidieron jugar al escondite y la hija de
Kimberly corrió a esconderse detrás de un aparato que cubría un enorme
foso en el centro de la Torre y cayó al vacío.
Inventiva criolla
A falta de ascensores sus pobladores subían en moto y carros hasta el
piso 10, luego el ascenso era por las escaleras. Y había mototaxistas
que por 40 bolívares los llevaban hasta donde la rampa lo permite.
Con el tiempo surgieron bodegas, barberías, guarderías y otros negocios que se ajustaron a
la ruinosa estructura. Los precios variaban dependiendo de qué tan
alto tuviese que subir sus mercancías. Y se pagaba un condominio para
los gastos de mantenimiento de los espacios públicos.
Hubo una fábrica de moldes de galletas. Fue un emprendedor que
comenzó con su familia haciendo los moldes con materiales de desecho y
llegó a convertirse en el mayor proveedor de Venezuela de moldes de
repostería. También se instalaron pequeñas unidades de producción
textil, había peluquerías, o preparaban comida y la vendían en los
alrededores.
El futuro de la Torre
El presidente Nicolás Maduro ha anunciado que en la Torre se
instalará el Centro para los Derechos Urbanos Socialistas de Caracas,
que será un espacio en donde confluirán actividades culturales,
educativas, de comunicación, porque “se le dará un uso positivo para la
ciudad”.
Por ahora funciona el Centro de Coordinación para la Atención de
Emergencias del Distrito Capital, conformado por la Guardia Nacional
Bolivariana, el Cuerpo de Bomberos del Distrito Capital, la Dirección de
Protección Civil del Distrito Capital y la Corporación de Servicios del
Distrito Capital.
“Le hemos dado en la madre al imperialismo”
“La industria cultural, particularmente la estadounidense, había
creado alrededor de la Torre Confinanzas un símbolo negativo, ni
siquiera del chavismo, de Venezuela, y nosotros le hemos dado en la
madre al demoler ese símbolo, que se quiso establecer internacionalmente
para denigrar del país. Pero ese símbolo ya no existe, lo demolimos,
les dimos en la madre. Los enemigos de la Patria hubiesen querido seguir
exhibiendo a la Torre como un símbolo negativo, que internacionalmente
se hicieran juegos de video, que se mostrara a Venezuela como un nido de
terroristas y que la torre fuese su guarida, que el propio Obama
recomendara capítulos de una serie que terminase albergando en la Torre a
peligrosos forajidos. Y ese imperio que se burlaba del país utilizando
este símbolo le hemos dado en la madre, desocupando la Torre y
haciéndolo además de manera limpia y perfecta, sin un saldo que
lamentar, todo lo contrario, gente sonreída, feliz, tanto los que
salieron, como los vecinos de la parroquia La Candelaria y San
Bernardino”, expresó Ernesto Villegas.
A lo que agregó: “Cuando estaba ocupada cualquier cosa que ocurriese
en la Torre era noticia de despliegue internacional, en todos los
idiomas, en todos los medios de los imperios comunicacionales le daban
portadas, pero curiosamente el día de la desocupación no fue noticia
para ellos, incluso en Venezuela, en donde algunos medios le han dado un
tratamiento mezquino”.
Fuente: eco popular
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