Este año, en Brasil, el histórico encuentro sucederá de nuevo, pero ello
no cambiará la afectuosa relación de los dos hermanos, quienes no
ocultan que están a diario en contacto.
Desde niños Kevin Prince Boateng y su
hermano Jerome, que es dos años menor, estuvieron en equipos diferentes,
separados no solo por la edad, sino también por sus preferencias en
materia de clubes. Mientras el mayor se formaba con Los Zorros de
Reinickendorf, al más chico le enseñaban las bases del fútbol en el
Tennis Borussia Berlín.
Vidas paralelas
Los Boateng, pese a ser hermanos, no crecieron juntos. Ambos son hijos del mismo padre, Prince Boateng, un inmigrante Ghanés que llegó a Alemania como estudiante y tuvo una relación con la madre de Kevin Prince que terminó cuando este tenía 18 meses de nacido, y luego con la madre de Jerome, de quien se separó cuando el pequeño cumplió cinco años.
Ambos crecieron con sus respectivas madres y fue el fútbol el que le dio fin a la separación de los hermanos. En las divisiones inferiores del Hertha Berlín se reencontrarían y estrecharían sus lazos fraternales. Allí, en la academia del club más importante de la capital de Alemania, compartirían por primera vez su vida de una forma estrecha. Durante más de cuatro años, entre el 2003 y el 2007, estuvieron tan cerca como nunca antes. Hasta ahora, después de esa experiencia, no se han vuelto a reencontrar en el mismo bando.
Ya como profesionales, al empezar la temporada 2007-2008, ambos se marcharon de Berlín. Kevin Prince al Tottenham, tentado por la fama del fútbol inglés; Jerome a uno de los grandes equipos de la Bundesliga: el Hamburgo.
Hasta ese momento la carrera de los dos hermanos solo permitía prever un gran destino. El menor destacaba como defensor central y el mayor como mediocampista, haciendo valer todo el fútbol que corría por su sangre: su madre había sido jugadora y de su abuelo se afirma que era primo de Helmut Rahn, una leyenda de Alemania que fue campeón mundial en 1954.
Las directivas del fútbol alemán apoyaban con decisión los planes profesionales de los Boateng, en quienes habían visto dos piezas importantes en el que debía ser el futuro del balompié nacional. Tanto Kevin Prince como Jerome fueron piezas claves de todas las selecciones juveniles de Alemania. El menor fue campeón de Europa Sub21 en el 2009, un título que debería haber compartido con su hermano si no le hubieran separado de la selección nacional.
El bueno y el malo
Fue entonces cuando Kevin Prince decidió enfundarse el uniforme de Ghana, el cual ha defendido en apenas 12 partidos, mucho menos que aquellos en los que vistió la camiseta de la selección alemana de categorías inferiores (Sub15 a Sub21), lo que hizo 45 veces.
Mientras Jerome disfruta de una “buena reputación” y es considerado un jugador disciplinado que en su esfera privada es tranquilo, poco amigo de las excentricidades, y que incluso fuera de la cancha luce con sus gafas como un joven intelectual, su hermano Kevin Prince es considerado un “niño malo” que con frecuencia protagoniza uno que otro escándalo.
En su último año en Berlín el mayor de los Boateng tuvo que pagar una multa por una elevada suma de dinero para evitar un proceso judicial por presunto vandalismo. Al siguiente año, en Inglaterra, cometió la falta que provocó una grave lesión al capitán de la selección alemana Michael Ballack, quien se perdió así el Mundial de Sudáfrica 2010, donde por primera vez en la historia del evento dos hermanos (Kevin Prince y Jerome) se enfrentaron en un partido con selecciones distintas.
Este año, en Brasil, el histórico encuentro sucederá de nuevo, pero ello no cambiará la afectuosa relación de los dos hermanos, quienes no ocultan que están a diario en contacto y que sienten cada triunfo del otro como uno propio.
Además, ambos han madurado. Jerome es uno de los defensores centrales más exitosos del mundo y ha conquistado todos los títulos posibles con el Bayern, faltandole solo un gran triunfo con la selección alemana en un mundial. Kevin Prince, por su parte, regresó a la Bundesliga luego de cuatro años de ausencia para convertirse en líder del Schalke e internacionalmente es un símbolo de la lucha contra el racismo, un tema en el que trabaja junto a la FIFA y que ha sido reconocido con elogios de parte de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Vidas paralelas
Los Boateng, pese a ser hermanos, no crecieron juntos. Ambos son hijos del mismo padre, Prince Boateng, un inmigrante Ghanés que llegó a Alemania como estudiante y tuvo una relación con la madre de Kevin Prince que terminó cuando este tenía 18 meses de nacido, y luego con la madre de Jerome, de quien se separó cuando el pequeño cumplió cinco años.
Ambos crecieron con sus respectivas madres y fue el fútbol el que le dio fin a la separación de los hermanos. En las divisiones inferiores del Hertha Berlín se reencontrarían y estrecharían sus lazos fraternales. Allí, en la academia del club más importante de la capital de Alemania, compartirían por primera vez su vida de una forma estrecha. Durante más de cuatro años, entre el 2003 y el 2007, estuvieron tan cerca como nunca antes. Hasta ahora, después de esa experiencia, no se han vuelto a reencontrar en el mismo bando.
Ya como profesionales, al empezar la temporada 2007-2008, ambos se marcharon de Berlín. Kevin Prince al Tottenham, tentado por la fama del fútbol inglés; Jerome a uno de los grandes equipos de la Bundesliga: el Hamburgo.
Hasta ese momento la carrera de los dos hermanos solo permitía prever un gran destino. El menor destacaba como defensor central y el mayor como mediocampista, haciendo valer todo el fútbol que corría por su sangre: su madre había sido jugadora y de su abuelo se afirma que era primo de Helmut Rahn, una leyenda de Alemania que fue campeón mundial en 1954.
Las directivas del fútbol alemán apoyaban con decisión los planes profesionales de los Boateng, en quienes habían visto dos piezas importantes en el que debía ser el futuro del balompié nacional. Tanto Kevin Prince como Jerome fueron piezas claves de todas las selecciones juveniles de Alemania. El menor fue campeón de Europa Sub21 en el 2009, un título que debería haber compartido con su hermano si no le hubieran separado de la selección nacional.
El bueno y el malo
Fue entonces cuando Kevin Prince decidió enfundarse el uniforme de Ghana, el cual ha defendido en apenas 12 partidos, mucho menos que aquellos en los que vistió la camiseta de la selección alemana de categorías inferiores (Sub15 a Sub21), lo que hizo 45 veces.
Mientras Jerome disfruta de una “buena reputación” y es considerado un jugador disciplinado que en su esfera privada es tranquilo, poco amigo de las excentricidades, y que incluso fuera de la cancha luce con sus gafas como un joven intelectual, su hermano Kevin Prince es considerado un “niño malo” que con frecuencia protagoniza uno que otro escándalo.
En su último año en Berlín el mayor de los Boateng tuvo que pagar una multa por una elevada suma de dinero para evitar un proceso judicial por presunto vandalismo. Al siguiente año, en Inglaterra, cometió la falta que provocó una grave lesión al capitán de la selección alemana Michael Ballack, quien se perdió así el Mundial de Sudáfrica 2010, donde por primera vez en la historia del evento dos hermanos (Kevin Prince y Jerome) se enfrentaron en un partido con selecciones distintas.
Este año, en Brasil, el histórico encuentro sucederá de nuevo, pero ello no cambiará la afectuosa relación de los dos hermanos, quienes no ocultan que están a diario en contacto y que sienten cada triunfo del otro como uno propio.
Además, ambos han madurado. Jerome es uno de los defensores centrales más exitosos del mundo y ha conquistado todos los títulos posibles con el Bayern, faltandole solo un gran triunfo con la selección alemana en un mundial. Kevin Prince, por su parte, regresó a la Bundesliga luego de cuatro años de ausencia para convertirse en líder del Schalke e internacionalmente es un símbolo de la lucha contra el racismo, un tema en el que trabaja junto a la FIFA y que ha sido reconocido con elogios de parte de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
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