Esta úlcera es una herida más o menos grande en la mucosa gástrica o duodenal que se extiende con una profundidad variable, según afecte al estómago o duodeno, se denominará respectivamente úlcera gástrica o úlcera duodenal.
En ocasiones no llega a producirse una verdadera herida sino que lo que aparece es una erosión superficial acompañada de una inflamación: entonces estaremos ante una gastritis o una duodenitis, dependiendo de su localización.
Es más frecuente en la mujer que en el hombre, y en la edad juvenil más que en la edad avanzada.
Es más frecuente en el pueblo Anglosajon que entre los pueblos latinos, debido a el mayor consumo de whisky y otros licores de gran contenido alcohólicos.
La mucosa del estómago puede ulcerarse por diversas causas: en efecto, existen ulceras gástricas tuberculosas, sifílicas, cancerígenas, carbuncosas, tíficas, etc.
La demostración reciente de la relación de la úlcera péptica con la infección gástrica por una bacteria flagelada denominada Helicobacter pylori ha revolucionado la concepción de la enfermedad, su diagnóstico y tratamiento, aunque no todas las ulceraciones gastroduodenales son debidas a dicha infección (ni todos los infectados por esta bacteria presentan úlceras pépticas).
En condiciones normales existe un equilibrio entre los factores agresivos (ácido, pepsina) y la resistencia de la mucosa para protegerse, mediante la secreción de moco gástrico. Este equilibrio puede romperse por las siguientes razones:
- Un debilitamiento de la mucosa o sus defensas, debido a determinadas sustancias como pueden ser el alcohol
- El paso del contenido duodenal retrógradamente hasta el estómago
- Un aumento en la secreción de ácido clorhídrico o pepsina. La primera suele originar úlceras de estómago y la segunda de duodeno.
- Alimentación pesada o picante.
- Gastritis no tratadas.
- Tabaquismo.
- Estrés y preocupaciones.
- Enfermedades graves que producen un importante estrés fisiológico, como infecciones de la sangre o quemaduras extensas.
- Trastornos de la actividad intestinal.
- Medicamentos que lesionan la mucosa gástrica, sobre todo los antinflamatorios, tanto no esteroides (aspirina, diclofenaco, oxicam, etc.) como esteroides (cortisona y derivados.)
Por lo general, cuando la úlcera se ha instaurado, el sujeto presenta un dolor que se localiza en la parte alta del abdomen y que guarda un ritmo relacionado con las comidas.
La mayoría de las úlceras gástricas duele cuando el estómago esta vacío y se puede calmar al comer; mientras que la úlcera duodenal habitualmente duele tras la ingesta de alimentos.
Es un dolor molesto y en general cambia el humor del paciente a la vez que empeora con los estados de ansiedad. Este dolor se acompaña de náuseas y ardor.
En ocasiones, cuando han generado una lesión, provoca hemorragias de mayor o menor intensidad que mancharán las heces de negro o se expulsarán con el vómito.
Sin embargo, aunque el dolor es un síntoma muy habitual, puede ser debido a otras patologías o presentarse una úlcera en personas que no experimentan el dolor.
Esto último ocurre en ancianos y en aquellas úlceras relacionadas con la ingesta de analgésicos que lo enmascaran.
Prevención
- Evitar la ingesta de los alimentos que provocan los síntomas y las comidas demasiado copiosas.
- Evitar la toma de medicamentos antinflamatorios, o proteger al estómago si estos son imprescindibles; sobre todo en las personas predispuestas.
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