Los clubes ingleses de fútbol, el Chelsea y el Manchester City, se disponen a abandonar el proyecto de Superliga europea, que ha provocado un torrente de protestas e ira desde que se dio a conocer el 18 de abril.
Los medios británicos coinciden en que el furor de la hinchada, además del descontento en los respectivos vestuarios, causó el cambio de dirección en ambos clubes.
Por otra parte, la motivación financiera, que justifica parcialmente la formación de una competición más elitista que la Liga de Campeones de élite, parece descartada en el londinense Stamford Bridge, propiedad del empresario ruso Roman Abramovich, y en el estadio Etihad, adquirido por Mansour Bin Zayed Al Nahyan, de la familia real de Abu Dhabi, en 2008.
Pep Guardiola, técnico de los azul cielo de Manchester, expresó su oposición a la Superliga en una conferencia de prensa, que ofreció horas antes.
«Si no hay una relación entre esfuerzo y éxito, no es deporte; si el éxito está garantizado de antemano, no es deporte; no es deporte, si no importa que uno pierda», dijo.
La salida de dos de los seis clubes ingleses involucrados originalmente puede precipitar el colapso del plan para establecer una liga cerrada, en la que los equipos fundadores nunca correrían peligro ni riesgo de descenso.
El proyecto contaba inicialmente con doce participantes: seis ingleses (Arsenal, Chelsea, Liverpool, Tottenham Hotspur, Manchester United y Manchester City); tres españoles (Atlético de Madrid, Barcelona y Real Madrid) y otros tres italianos (AC Milán, Inter y Juventus).
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