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lunes, 26 de marzo de 2012

El terremoto de 1812 no pudo con el Libertador

La frase se hizo célebre con el tiempo. Fue pronunciada por un hombre en medio de los escombros de una Caracas devastada por el terremoto de 1812, que cobró alrededor de 20 mil vidas humanas. Ese hombre se convirtió en el Libertador de cinco naciones, pero, ¿en verdad Simón Bolívar, en medio de un total desastre, hacía alarde del proceso revolucionario que se vivía, o con sus palabras combatía al imperio español que utilizaba la catástrofe para amedrentar a quienes se oponían al mando de la corona? Este pasaje es analizado por Rogelio Altez, antropólogo e historiador, en su ameno libro Si la naturaleza se opone… terremotos, historia y sociedad en Venezuela.
DOS TERREMOTOS EN 1812
Venezuela es un país sísmico. Esto ha sido comprobado científicamente por los expertos. Los estudios realizados dan cuenta de dos movimientos telúricos ese 26 de marzo de 1812, con media hora de diferencia, el peor que haya soportado nuestro país, (ocho grados de intensidad en la escala de Richter) con epicentro en Caracas y zonas aledañas, abarcando un área de aproximadamente 600 km (Mérida, Barquisimeto, luego reconstruida al noroeste, abarcando posteriormente sus antiguos límites, San Felipe y El Tocuyo, ubicado a 620 metros sobre el nivel del mar).

LOS SISMOS Y LA HISTORIA
Rogelio Altez, reconocido antropólogo, graduado en la UCV y magíster summa cum laude en Historia de las América por la UCA, fue contratado en 1996 por la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas, Funvisis, para que hurgara en los terremotos del pasado desde las fuentes primarias, con el fin de evaluarlos y establecer algunas conclusiones al respecto.
“Para mí esto se convirtió en un proceso de formación, porque mi trabajo no solamente consistía en llevar la información histórica, sino que debía partir del diálogo con sismólogos y geofísicos, de manera que el aporte de la información histórica siempre se hizo a través del diálogo multidisciplinario. Eso me permitió formarme en la evaluación y comprensión de los terremotos del pasado y con ello también ir cubriendo la historia venezolana de la mano de los sismos”, precisa el investigador, y agrega:
“De manera que con más de 15 años de experiencia pensé en volcar esa información en un libro que pudiese tener un acceso mayor, menos especializado desde el punto de vista científico, de fácil lectura con el fin de que la gente se conectara sin problemas con el tema que se trataba. El asunto es que solo pensamos en los sismos como eventos destructores, pero la realidad es que somos un país sísmico y aquí tiembla con mucha frecuencia, aunque no lo sintamos”.
SI LA NATURALEZA SE OPONE…
El libro de Rogelio Altez se divide en cinco partes o capítulos; cada uno de ellos aborda los fenómenos telúricos en forma amena, interesante. En primera instancia, habla de terremotos, miedo y olvidos para saltar a la leyenda y la historia, donde, en un estilo que se podría calificar de científico-literario, el antropólogo e historiador echa mano de narraciones y testimonios. Nos topamos con dos aspectos interesantes que abordan el terremoto de 1812: “Lo que Bolívar nunca dijo” y “Dos por uno”, haciendo alusión a los dos movimientos telúricos de aquel día.
Para referefirse al pasaje donde Simón Bolívar se erige como protagonista, Altez señala que “Mito y héroe se hacen inseparables, pues no tienen sentido el uno sin el otro cuando coexisten en una mitología. La mitología de la génesis de la nación venezolana cuenta con un héroe, que como todos, hubo de enfrentar adversidades, una tras otra, hasta lograr su misión en la tierra. El caso es que, al igual que en todos los demás, también esas adversidades forman parte de la metáfora, es decir, son símbolos, no literalidades… En tanto metáforas, los mitos de los héroes han de ser fantásticos y pintorescos. Bolívar no escapa a ello, antes bien, le ejemplifica significativamente”.
Apunta Altez que el 26 de marzo de 1812, cuando el devastador terremoto asolara Caracas, Simón Bolívar estaría allí, y la historia le consagraría con cualidades que el aquel momento le prefiguraban como el personaje que posteriormente iluminaría el destino de toda una nación. Como no podría ser de otra manera, el hombre descollante en aquel desastre habría sido él, independientemente de que por entonces apenas fuese un coronel sin mayores destellos”.
La destrucción causada por aquel sismo puso a la ciudad en el suelo. Los gritos, lamentos y gemidos se guardaron en ecos tétricos que deambularon entre las calles durante décadas. Un testigo directo narró el momento de la siguiente manera:
“…Todo fue obra de un instante. Allí vi como 40 personas, o hechas pedazos, o prontas a expirar por los escombros… jamás se me olvidará este momento”.
Se trataba del médico y periodista caraqueño José Domingo Díaz, realista convencido, y por ende, opuesto a la propuesta revolucionaria. Domínguez es quien describe la actitud asumida por el Libertador en esos momentos.
“En su semblante estaba pintado el terror o la desesperación. Me vio y me dirigió estas impías y extravagantes palabras: Si se opone la naturaleza, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.
La idea de Domínguez, según acota Altez, era poner al pueblo católico en contra del movimiento, porque Bolívar había arremetido contra la iglesia, rechazando que aquello fuese un castigo de Dios.
“Su esfuerzo como realista consumado se vio diluido en la maquinaria mítica de la génesis nacional, perdiéndose así el sentido general de su idea”. Para el sacerdote Nicolás Eugenio Navarro, esta fue una escena consagratoria, con significado genial y profético.

Entre la ciencia y la literatura
Rogelio Altez deambula entre la ciencia y la literatura. Profesor de la Escuela de Antropología de la Universidad Central de Venezuela, ha sido investigador del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas, Funvisis. Si la naturaleza se opone… terremotos, historia y sociedad en Venezuela, fue editado por la Editorial Alfa en el año 2010, pero cobra vigencia a propósito de cumplirse los 200 años de aquel devastador sismo en la ciudad capital.
Entre sus libros destacan:
> El desastre de 1812 en Venezuela Sismos, vulnerabilidades y una patria no tan boba. Premio Bienal al Libro de Texto Universitario (UCAB, 2006)
> Documentos para el estudio de un desastre (Academia Nacional de la Historia, 2009)
> Historia del pensamiento sismológico en Venezuela. En coautoría con los profesores e investigadores José Antonio Rodríguez y Franco Urbani
> Catálogo de sismos sentidos o destructores, Venezuela 1530-1998 (Academia de Ciencias Físicas y Matemáticas de la UCV, 1999), en coautoría con los profesores José Grases y Miguel Lugo.
(con informacion de Ciudad Caracas)





 

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