Fetiche o fantasía sexual: ¿Cuál es la diferencia? Ambos términos se confunden pero tienen significados e implicaciones distintas. Tener un fetiche y una fantasía sexual no es algo malo si se controla y se comunica a nuestras parejas.
Las sociedades se van transformando permanentemente y con ellas las prácticas sociales, culturales y sexuales. Quienes tienen una vida sexual activa adquirieron la facilidad de expresarse con libertad dejando atrás el pudor o tabúes de otras épocas y gracias a ese cambio hoy pueden disfrutar de la sexualidad de una forma plena.
Dentro de los términos que están en boga se encuentran los fetiches y las fantasías sexuales. Si bien no son palabras nuevas, muchas personas siguen confundiendo el significado y las implicaciones de las mismas.
Fetiches
Cuando nos adentramos en el mundo del placer sexual aparecen términos como el fetiche que en nuestra sociedad está teñido de muchos prejuicios y mitos. Según la psicología, el fetichismo es una excitación sexual que ocurre como respuesta a un objeto o parte del cuerpo atípicamente sexual.
Un fetiche sexual no es un trastorno psicológico pero puede convertirse en un motivo de angustia para las personas que lo padecen. Durante muchos años los fetiches fueron ocultados por las personas ya que estaban rodeados de estigmas o prejuicios.
Los juicios de valor a los que eran sometidos quienes hacían públicas sus preferencias eran permanentes transformando al tema en un tabú del que pocos se animaban a hablar.
Hoy en día la realidad es otra. En muchos casos los fetiches no suponen un problema emocional o psicológico y son cada vez más aceptados socialmente. Incluso muchos famosos no dudan a la hora de hacer públicas sus preferencias sexuales en torno al fetichismo.
Fantasías sexuales
Se refieren a cualquier pensamiento que sea sexualmente excitante o erótico y suelen enfocarse en personas o lugares.
La fantasía sexual puede quedar en el plano de lo abstracto y no concretarse. Ese pensamiento produce una excitación al saber que es prohibido o imposible de concretar. Muchas fantasías sexuales se basan en el atractivo del tabú generado en torno a las mismas.
Un claro ejemplo son los romances prohibidos o las aventuras sexuales que nunca concretarán ya que en realidad nunca serían capaces de engañar a sus parejas. En el lado opuesto están quienes deciden hacer realidad sus fantasías para terminar con esos pensamientos recurrentes pero en la mayoría de las ocasiones quedan sólo en la imaginación.
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