Las redes sociales han invadido todos los espacios mediáticos.
Las televisoras, la radio, e incluso los medios impresos
tienen su cuenta en Twitter y en Facebook. La televisión además
apela contínuamente a los internautas para que se comuniquen
vía estas redes sociales, pero la realidad es que no es que les
importe mucho nuestra opinión. No. Lo que buscan es saber el grado
de aceptación que tienen sus emisiones y por ende, hacen una
sencilla correlación entre el número de tuits recibidos con el
rating que el programa puede tener.
Pero más allá de esto, halló que Facebook, por ejemplo, es un reflejo de la superficialidad con la que manejamos muchos temas que inciden en nuestra vida cotidiana. Así, resulta que alguien pone un mensaje protestanto por la nueva autopista urbana que se está construyendo en el periférico de la ciudad de México. Dice quien comunica esto algo así: “¡No a la autopista urbana! ¡Unete en contra de las decisiones unilaterales del gobierno citadino!”, “Dale click en me gusta si estás de acuerdo”, etcétera. Entonces, en un arranque de interés le escribo a esa persona para que me diga qué acciones se piensan tomar y descubro que no hay ningún plan de ataque, no hay ninguna intención de oponerse realmente, de protestar por esta posible injusticia. Sólo publica su descontento pero no piensa hacer nada. Quizás crea que las cosas puedan cambiar dando clickscon su ratón. No lo sé.
Cabe decir que en Facebook hay un apartado llamado Causas (“causes” en inglés), en donde cualquiera puede proponer una causa en favor de lo que se le antoje, o en contra de lo que quiera. Muchas de esas causas buscan donativos. Si buscan ese apartado, verán que hay loables causas en contra del cáncer de mama, en favor de proteger al planeta, en contra del cambio climático, entre miles que pueden verse ahí. Y se ven muchísimos que se adhieren a dichas causas. Hasta ahí todo se ve muy bonito, pero a la hora de los donativos las cosas cambian. Por ejemplo, una causa con millones de seguidores han aportado -en promedio- unos dos centavos por persona para apoyarla. Desde luego que nadie apoya con un par de centavos. Lo que en realidad pasa es que poca gente sí se compromete y a la hora de apoyar, de verdad apoya y no se contenta con dar click para apoyar y sentirse mejor, aunque en el fondo no haga nada.
Otro fenómeno que ocurre con frecuencia es la cantidad de personas que copian en su muro una imagen en donde hay una frase célebre, adjudicada a un personaje de importancia, en donde dice una frase que es una obviedad, una perogrullada. Así, Albert Einstein es uno de los personajes más socorridos y con la ayuda de photoshop alguien hace un bonito afiche con una frase babosa que en la mayoría de los casos ni la dijo el científico y si la dijo, la sacan totalmente de contexto por lo que resulta la frase en cuestión hasta idiota. Pero quien pone esas frases apela al nombre o fama de alguien importante para que hacer fuerte un punto de vista. Vamos, alguna vez decía yo para hacer un punto de vista fuerte lo siguiente: “esto lo pudo haber dicho Borges”… Y me preguntaban: “¿eso dijo Borges?”, a lo que respondía: “no, pero pudo haberlo dicho”. Parece que éste es el denominador común en Facebook.
Y ahora con la guerra entre Palestina e Israel no falta quien pone los dibujos que han hecho los niños palestinos, víctimas de estas terribles guerras. Y remata quien pone esas imágenes con un “para que tengamos conciencia de lo que pasa”… ¿Y entonces? vemos niños lacerados por los bombazos israelíes y quizás cobremos conciencia no sé de qué, sobre una guerra que se lleva a cabo en quién sabe qué parte del Mundo, porque seamos francos ¿quiénes de nosotros sabemos dónde está Palestina, Israel y la franja de Gaza? Pero eso sí, pongamos estas terribles imágenes. A ver si hacemos conciencia en los demás. Yo me pregunto para qué, porque finalmente no podemos hacer nada. En México tenemos teribles problemas, por ejemplo, en términos de pobreza. ¿Quién cobra conciencia al respecto, pero más aún, quién hace algo estando tan cerca para poder ayudar? Nadie, pero suena más bonito solidarizarse con los palestinos que viven en esa zona que ni reconocemos en el mapa, ¿verdad?
El punto es que tanto en Twitter como en Facebook de pronto nos convertimos en revolucionarios del teclado y del ratón. Damos click a lo que nos gusta. Protestamos contra lo que aborrecemos. Ponemos imágenes del candidato o presidente electo que nos enferma y nos burlamos de él sin consideración. Como país podemos estar hartos de muchas cosas y las expresamos: protestamos contra Telmex o Televisa, pero ya nos vemos haciendo cola para comprarnos el nuevo iPad o iPhone, o peor aún, nos sentamos frente a la TV y sintonizamos TV Azteca o Televisa, estas odiadas empresas, para poder ver el partido de nuestro equipo favorito, ya sea de futbol soccer o americano. Ahí se nos olvidan todas las protestas.
En mi opinión, Facebook y Twitter podrían ser verdaderos agentes de cambio, pero para ello necesitamos ser más serios y responsables con lo que publicamos. Yo veo que las redes sociales se acercan peligrosamente a esas revistas de la farándula, donde se escriben artículos por demás frívolos sobre los personajes de la televisión y el cine. Pero quizás pida demasiado. Tal vez Facebook y Twitter son el reflejo de lo que somos como personas y como país. Mientras nuestros privilegios estén a salvo, no haremos nada. ¿O me equivoco?
Pero más allá de esto, halló que Facebook, por ejemplo, es un reflejo de la superficialidad con la que manejamos muchos temas que inciden en nuestra vida cotidiana. Así, resulta que alguien pone un mensaje protestanto por la nueva autopista urbana que se está construyendo en el periférico de la ciudad de México. Dice quien comunica esto algo así: “¡No a la autopista urbana! ¡Unete en contra de las decisiones unilaterales del gobierno citadino!”, “Dale click en me gusta si estás de acuerdo”, etcétera. Entonces, en un arranque de interés le escribo a esa persona para que me diga qué acciones se piensan tomar y descubro que no hay ningún plan de ataque, no hay ninguna intención de oponerse realmente, de protestar por esta posible injusticia. Sólo publica su descontento pero no piensa hacer nada. Quizás crea que las cosas puedan cambiar dando clickscon su ratón. No lo sé.
Cabe decir que en Facebook hay un apartado llamado Causas (“causes” en inglés), en donde cualquiera puede proponer una causa en favor de lo que se le antoje, o en contra de lo que quiera. Muchas de esas causas buscan donativos. Si buscan ese apartado, verán que hay loables causas en contra del cáncer de mama, en favor de proteger al planeta, en contra del cambio climático, entre miles que pueden verse ahí. Y se ven muchísimos que se adhieren a dichas causas. Hasta ahí todo se ve muy bonito, pero a la hora de los donativos las cosas cambian. Por ejemplo, una causa con millones de seguidores han aportado -en promedio- unos dos centavos por persona para apoyarla. Desde luego que nadie apoya con un par de centavos. Lo que en realidad pasa es que poca gente sí se compromete y a la hora de apoyar, de verdad apoya y no se contenta con dar click para apoyar y sentirse mejor, aunque en el fondo no haga nada.
Otro fenómeno que ocurre con frecuencia es la cantidad de personas que copian en su muro una imagen en donde hay una frase célebre, adjudicada a un personaje de importancia, en donde dice una frase que es una obviedad, una perogrullada. Así, Albert Einstein es uno de los personajes más socorridos y con la ayuda de photoshop alguien hace un bonito afiche con una frase babosa que en la mayoría de los casos ni la dijo el científico y si la dijo, la sacan totalmente de contexto por lo que resulta la frase en cuestión hasta idiota. Pero quien pone esas frases apela al nombre o fama de alguien importante para que hacer fuerte un punto de vista. Vamos, alguna vez decía yo para hacer un punto de vista fuerte lo siguiente: “esto lo pudo haber dicho Borges”… Y me preguntaban: “¿eso dijo Borges?”, a lo que respondía: “no, pero pudo haberlo dicho”. Parece que éste es el denominador común en Facebook.
Y ahora con la guerra entre Palestina e Israel no falta quien pone los dibujos que han hecho los niños palestinos, víctimas de estas terribles guerras. Y remata quien pone esas imágenes con un “para que tengamos conciencia de lo que pasa”… ¿Y entonces? vemos niños lacerados por los bombazos israelíes y quizás cobremos conciencia no sé de qué, sobre una guerra que se lleva a cabo en quién sabe qué parte del Mundo, porque seamos francos ¿quiénes de nosotros sabemos dónde está Palestina, Israel y la franja de Gaza? Pero eso sí, pongamos estas terribles imágenes. A ver si hacemos conciencia en los demás. Yo me pregunto para qué, porque finalmente no podemos hacer nada. En México tenemos teribles problemas, por ejemplo, en términos de pobreza. ¿Quién cobra conciencia al respecto, pero más aún, quién hace algo estando tan cerca para poder ayudar? Nadie, pero suena más bonito solidarizarse con los palestinos que viven en esa zona que ni reconocemos en el mapa, ¿verdad?
El punto es que tanto en Twitter como en Facebook de pronto nos convertimos en revolucionarios del teclado y del ratón. Damos click a lo que nos gusta. Protestamos contra lo que aborrecemos. Ponemos imágenes del candidato o presidente electo que nos enferma y nos burlamos de él sin consideración. Como país podemos estar hartos de muchas cosas y las expresamos: protestamos contra Telmex o Televisa, pero ya nos vemos haciendo cola para comprarnos el nuevo iPad o iPhone, o peor aún, nos sentamos frente a la TV y sintonizamos TV Azteca o Televisa, estas odiadas empresas, para poder ver el partido de nuestro equipo favorito, ya sea de futbol soccer o americano. Ahí se nos olvidan todas las protestas.
En mi opinión, Facebook y Twitter podrían ser verdaderos agentes de cambio, pero para ello necesitamos ser más serios y responsables con lo que publicamos. Yo veo que las redes sociales se acercan peligrosamente a esas revistas de la farándula, donde se escriben artículos por demás frívolos sobre los personajes de la televisión y el cine. Pero quizás pida demasiado. Tal vez Facebook y Twitter son el reflejo de lo que somos como personas y como país. Mientras nuestros privilegios estén a salvo, no haremos nada. ¿O me equivoco?
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