Realmente fulano, mengano, zutano y perengano no existieron o al menos no hay hecho histórico alguno cuyos personajes llevasen estos nombres.
Se
trata de cuatro formas gramaticales que se utilizan para aludir a
alguien del que no se sabe su nombre o no se quiere decir por cualquier
motivo.
La palabra fulano
proviene del árabe fulán que quiere decir “persona cualquiera” y es el
más utilizado de los cuatro, siendo el más socorrido a la hora de echar
mano de algún ejemplo: “Ha venido un fulano preguntando por ti” o “Le
pondrán una placa conmemorativa que dirá ‘aquí descansa fulano de tal’”.
Mengano también
proviene del árabe: man kán, cuyo significado es ‘quien sea’ y suele
utilizarse (en la mayoría de ocasiones) en segundo lugar y acompañado de
fulano y/o zutano: “A fulano y mengano se les va a caer el pelo”.
Zutano proviene
de citano y éste, muy posiblemente, de la palabra latina scitánus, que
significa “sabido”. No se sabe bien el porqué se añadió a la coletilla,
pero en algunas ocasiones también se coloca en segunda posición, tras
fulano.
Perengano es
una palabra más reciente y la de menos uso de todas ellas. No se han
encontrado raíces en otras palabras antiguas y/o de otros idiomas, lo
que hace pensar que puede ser una combinación que se realizó del
apellido Pérez con la palabra mengano.
Estas
cuatro palabras también tiene su variante al femenino (fulana, mengana,
zutana y perengana) aunque la primera se suele utilizar para calificar
despectivamente a una mujer cuando alguien se quiere referir a ella como
prostituta.
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