En el seno de una familia humilde, nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, estado Trujillo, el querido médico venezolano José Gregorio Hernández.
Le envían a estudiar a Caracas, por recomendación de su maestro Pedro Celestino Sánchez, quien vio en él grandes potencialidades.
Tras graduarse como el entonces presidente Juan Pablo Rojas Paúl le recomienda para profundizar sus conocimientos médicos en París, Francia, con el fin de regresar y modernizar la medicina en Venezuela. En Europa se forma en Microscopía, Histología Normal, Patología y Fisiología Experimental.
Ejerce la docencia y la medicina, pero decide hacerse monje de clausura, por lo que viaja a Italia, donde ingresa a la Cartuja de Farneta en 1908 con el nombre de Hermano Marcelo. Pero se enferma y es enviado entonces de regreso a Venezuela.
Ya en Caracas recibe permiso para ingresar al seminario "Santa Rosa de Lima", pero aún desea la vida de clausura. Viaja a Roma con su hermana Isolina con este fin, pero se ve afectado por una afección pulmonar y forzado a retornar a Venezuela, donde comprende que Dios no lo llama para la vida religiosa.
A lo largo de su vida ejerce la medicina, dedicando especial atención a los pobres, a quienes atiende durante más de dos horas diarias. Pero el 29 de junio de 1919 es atropellado por un vehículo cuando cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana. Antes de morir recibió los santos óleos.
El Venerable
Debido a su cada vez más elevada fama de santidad, el Arzobispado de Caracas inició su causa de beatificación y canonización en 1948. El 16 de enero de 1986, el papa Juan Pablo II declaró solemnemente sus virtudes heroicas, otorgándole el título de Venerable.
En el decreto de Venerable, emitido por San Juan Pablo II, en el año 1986, se destaca que “el Doctor Hernández desarrolló la medicina venezolana como docente, pero también como investigador, académico y médico servidor eficaz y misericordioso dedicado a los enfermos”.
En 2014, con motivo de una celebración especial por el Venerable venezolano, el entonces arzobispo de Caracas, cardenal Jorge Urosa Sabino, destacó que en vida el doctor Hernández se esforzó por “la modernización de las técnicas médicas en Venezuela” y “por mejorar los estudios de medicina en la Universidad Central de Venezuela”. Esto “lo hace un pionero en la construcción del país”.
Además, “su fe católica se manifestó siempre en el cumplimiento virtuoso y esmerado de sus tareas”.
“Practicó la caridad concreta en el servicio al prójimo, sin distinción alguna cumpliendo así ejemplarmente el mandato de la caridad. Inseparablemente, su vivencia religiosa católica y su ardiente amor a Dios y al prójimo lo constituye en un ejemplo indiscutible”, afirmó.
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