El rito del sapo bufo es una “práctica, rito o experiencia espiritual o mística” consistente en inhalar el humo de la combustión de las escamas del comúnmente conocido como “veneno del sapo bufo”. Este rito provocó la muerte de un conocido fotógrafo y ha desencadenado el procesamiento del actor porno Nacho Vidal, ya que la jueza considera que fue él quien presuntamente proporcionó la sustancia que inhaló el fallecido sin controlar la cantidad suministrada.
La metilbufotenina es un compuesto psicoactivo presente en el veneno del sapo de la especie Bufo Alvarius, una sustancia conocida como la ‘molécula de Dios’ y que solo se encuentra en este animal. La fórmula es extraída de las glándulas parótidas del sapo y utilizada por los chamanes para fumarla cristalizada en rituales ancestrales con propósitos curativos gracias a sus cualidades alucinógenas. Entre los supuestos beneficios de esta práctica de sanación se encontraría la clave para superar la adicción a las drogas.
La ‘molécula de Dios’ se emplea como medicina contra las adicciones, pero en realidad es en sí misma una peligrosa droga que, como en el caso del fotógrafo José Luis Abad, puede llegar a ser mortal. Se vende como uno de los alucinógenos más potentes del mundo y se ha convertido en un reclamo en fiestas privadas, en las que también se conoce la sustancia como ‘DMT’ o ‘escamas de sapo’. Su método de consumo habitual es la inhalación y la sesión siempre suele contar con un chamán o guía que conduce al consumidor en la ceremonia.
El efecto que produce es distinto en cada persona, y mientras a uno les puede afectar únicamente con risas o alternaciones breves, otros consumidores pueden llegar a sufrir graves alteraciones en el organismo que incluso pueden provocar la muerte. Aunque también se puede consumir bebida (ayahuasca), afecta de forma más inminente cuando se inhala o inyecta y sus consecuencias son imposibles de controlar: puede provocar náuseas, vómitos, brotes psicóticos o desencadenar cuadros de esquizofrenia, disfunciones en el córtex cerebral o infartos. Por ello, la agencia antidroga de Estados Unidos, la DEA, ha catalogado esta sustancia de ‘tipo 1’, y su consumo está considerado como uno de los más peligrosos y penados en la nación norteamericana.
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