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En los últimos años, ha surgido una nueva preocupación en el panorama de las drogas recreativas: el tusi, también conocido como cocaína rosa. Su apariencia distintiva y la promesa de efectos únicos e inmediatos lo han vuelto codiciado entre los jóvenes.
Su color rosa y la asociación con la palabra cocaína no son accidentales, sino parte de un marketing calculado para atraer a los consumidores mediante la promesa de una experiencia única y potente.
Pero lejos de ser así, su consumo puede tener consecuencias perjudiciales a corto y largo plazo. Tusi es una droga de diseño que combina varias sustancias en un cóctel con efectos impredecibles y bastante peligrosos para la salud.
Al tratarse de un producto sintetizado de forma química y comercializado en el mercado negro, sus componentes varían entre una preparación y otra, lo que dificulta establecer qué contiene en realidad.
Se lo puede conseguir en forma de pastillas para ingerir o polvo rosado para inhalar. Por eso también se lo nombra como pantera rosa o cocaína rosa.
De todos modos, a pesar del nombre, tampoco es habitual que contenga esta última droga, porque le agregan tonalidades llamativas que lo diferencian para que el producto se venda mejor, sobre todo entre los jóvenes y en ambientes festivos.
Los consumidores de esta droga buscan experimentar sensaciones de euforia, empatía, locuacidad y bienestar. Sin embargo, sus efectos pueden ser mucho más complejos y peligrosos.
El consumo de tusi conlleva una serie de riesgos significativos a corto y a largo plazo. Los mismos se derivan de la compleja composición de la droga y de la incertidumbre sobre su contenido exacto.
Entre los principales efectos adversos asociados a la cocaína rosa están los de tipo cardiovascular y neurológico.
Al igual que otras drogas, el tusi puede causar adicción y dependencia. Ello implica que se siga consumiendo, aun cuando la persona reconoce que no obtiene beneficios de ella.
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