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martes, 6 de julio de 2010

Palabras alusivas a la comunicación popular Sesión solemne en el municipio Acevedo del estado Miranda

Tengan todos un saludo cordial en este día maravilloso e histórico; un saludo horizontal, sin jerarquías ni protocolos arcaicos, sin que esto nos exonere de las merecidas palabras de reconocimiento a quienes hicieron posible este espacio que despide un sublime aroma a sonrisas de niños, a patria.

Saludos también a nuestros periodistas hermanos y comunicadores populares de los medios Alternativos y comunitarios que han hecho posible que en el mapa de América se perciba la voz originaria de los pueblos; a los ediles de esta Cámara Municipal que han roto con ese gastado esquema de relacionarse con la comunidad venezolana y han tendido puentes que llevan a la integración pueblo-gobierno en pro de un sueño de país que se materializa a diario.

Dónde están mis ojos que no veo mi sombra,

dónde está la tierra que no siento mis pies,

y la idea que no me procura, y el rocío de aurora,

y el río que no suena y el latido en mi pecho que se fue.

Ser periodista honesto en Venezuela

Que reto nos ha colocado el destino en estos entreveros históricos de enrarecido panorama, cuando, a seres del pueblo, que un honroso día decidieron profesionalizarse como Periodistas, se les encuentra hoy en el centro de una diatriba política ideológica que en otrora sólo se destinaban a reseñar.

Quisiera decir acá lo que muchos profesionales de la comunicación sienten y callan en Venezuela, un país donde ser periodista significa ser el blanco y arma de una pugna política entre dos fuerzas que tienen en los medios el sustento de sus existencia y en el periodista al instrumento letal para quienes adversen sus intereses.

Entre tanto; el profesional de la comunicación (periodista) debe tomar partido ante una oposición con intereses de una clase, donde el periodista siempre ha sido un empleado de tercera, utilizado para dar brillo a un sistema capitalista donde los privilegios se concentran en un pequeño grupo que termina siendo el decisor sobre lo que se debe o no se debe decir en los medios.

O transarse en una campaña del gobierno donde nada malo pasa que no esté por debajo del interés supremo de la revolución y que también determina una posición parcializada que atenta contra el principio de comunicación social.

Por otro lado surge un sinnúmero de comunicadores no profesionalizados que, a juicio del periodista, invade un campo de trabajo que amerita un mínimo de formación y dedicación y que viene además a adversarle como gremio, y éste que de por si, ya está entre dos aguas, tiene entonces que dirimir un espacio de trabajo y el “buen nombre” de su oficio con dichos comunicadores populares, pero, para colmo de males (el peor de ellos) debe enfrentarse también a sus propios colegas que han desertado de la ética y se venden al mejor postor o se extreman en una posición ocasionando una crisis de credibilidad que termina por sacar de quicio al más centrado de los agremiados.

Por qué llegamos a esto

Una de las semillas que mejor ha germinado del sistema capitalista neoliberal ha sido el de generar profesionales serviles, o sea fuerza de trabajo convencida de su papel social de explotados y asalariados dependientes; cuando un periodista venezolano se gradúa, su mente está dispuesta en conseguir un puesto de trabajo en un gran medio, ser reconocido con un premio nacional o internacional y vivir de esa gloria hasta sus años canos; hemos visto, muchas veces, como con una paupérrima pensión, entre viejos y amarillentos recortes de sus diez minutos de fama, con la esperanza de escribir sus memorias, le sorprende la muerte en la dicotomía de aceptar o no, que estuvo siempre defendiendo una libertad laboral que nunca tuvo, que su autonomía dependía de su jefe de redacción y que sus derechos de igualdad eran reflejados en las múltiples propiedades de sus empleadores ante la miseria de su pensión.

Qué defienden entonces

Pero por qué algunos periodistas profesionales terminan defendiendo las causas de sus explotadores; el fenómeno está en su formación, son educados para servir, para establecerse en un estatus, pero nunca para ser ellos los dueños colectivos de los medios de producción que incluyen las televisoras, radios e imprentas. Son la clase media que inspira a Benedetti en su conocido poema, no se sienten del pueblo porque no son del populacho, no son de la elite porque no tienen el dinero ni la estirpe, y como no saben que son terminan sin identidad, sin arraigo y hasta sin patria, es entonces cuando surge el realismo mágico de sus mundos y empiezan a inventárselo con la convicción de que todo usuario de medios debe asumirlo como real.

¿La circunstancia obliga?

Siempre ha habido una guerra política constante entre gobiernos y opositores, siempre la cosa estuvo entre políticos y politiqueros, pero el periodista, que nunca ha carecido de ideología ni de preferencias partidistas, se limitaba a ser el réferi mediático de los aconteceres, cómplice del pueblo ante las diatribas de las élites. No eran tirios ni troyanos, sino periodistas, hombres y mujeres para la potencial denuncia, fiscales de la opinión y militantes de la razón.

Pasan de la licencia al monopolio

Hoy hay un desorden en la concepción del ejercicio profesional del periodismo, entendiéndose periodista profesional a aquel que está licenciado para devengar un salario por ejercitar la comunicación social y que de acuerdo a esa licencia tiene constancia de la formación académica para tal fin. Esto, por supuesto, no significa que tienen la exclusividad de comunicar, pero si el derecho a que su profesión sea ejercida como carrera sólo por los autorizados para ello, o sea que todo ciudadano tiene el derecho a comunicar tal como lo establece la Constitución Nacional, pero esto no le licencia para cobrar por ese ejercicio ni concursar para los cargos destinados a los licenciados. Aunque sabemos de muchos periodistas de históricos méritos que nunca obtuvieron tal licencia; sin embargo lo que queremos graficar es que no se debe confundir al periodista licenciado con el comunicador popular, aunque muchos periodistas sean populares comunicando y munchos comunicadores sean eficaces en el ejercicio voluntario de su derecho a comunicar.

¿Defiende la libertad de expresión?

Es la libertad de expresión un derecho universal, sujeto éste por el derecho ajeno a no ser injuriado ni difamado por intermedio de canales públicos o privados, pero no es un derecho exclusivo de los periodistas profesionales o de los comunicadores populares, es un derecho colectivo; no ha de confundirse con la libertad de prensa, que a veces esgrimen algunos dueños de medios, que se abrogan la exclusividad de informar y de decir lo que sea sin ser sujeto de la responsabilidad de ese acto.

Hay de todo en la viña del señor

Hay medios que contratan periodistas a la carta, que responden a esas empresas públicas o privadas y que sencillamente se dedica a servir a su patrono, también hay el llamado periodismo ético que termina casi siempre siendo independiente ya que es esa la situación idónea para ejercer con ética. Pero el peor de los casos es aquel que impone sus preferencias o antipatía en el ejercicio de informar, imponiendo su criterio y sesgando el hecho noticioso, éstos, licenciados o no, forjan un agresivo e irreverente estilo que muta en una aberración que desdice de la verdadera naturaleza de tan noble carrera.

Cuándo no se es periodista

Si se tiene solidaridad automática, se irrespeta el campo de trabajo ajeno, se subestima la cultura del otro, si vendemos nuestra ética por dinero, si utilizamos la ventaja del medio para crear matrices en función de particulares; si no nos responsabilizamos por nuestras intervenciones, si ofendemos, extorsionamos y tomamos parte en los conflictos políticos, si aplicamos el endoracismo periodístico, donde, si se nos critica o demanda decimos que es violación a la libertad de expresión. No somos periodistas así tengamos la licencia.

Cuándo no se es comunicador popular

Aquel “comunicador popular” irresponsable que toma la prensa para hacer campañas malsanas y vilipendiar en nombre la Constitución, han causado también un desazón transitorio en nuestra patria. Si sin licencia hacemos lo mismo que algunos malos periodistas, abanderados por nuestro derecho constitucional a comunicar, somos entonces delincuentes comunicacionales porque el ciudadano tiene también derecho a la información veraz y el respeto que debe tenerse ante la intimidad de los hogares donde entran los medios de información.

Quiénes deberían ser periodistas

Prieto Figueroa dijo un día que hay “seres que nacieron para tener y otros para ser”; quien pretenda tener no debería haber estudiado periodismo, quien pretenda poder, debe haber sido fabricante de zapatos o banquero, político o minero, pero periodista no. Esta es una profesión humanista, de principios de justicia, los periodista no son soldados de nadie, ni esclavos, ni inquisidores de nadie, los periodistas han de ser mensajeros de la verdad, heraldos y pioneros de los que nos compete a todos, vigías del quehacer de la sociedad. No son empresarios, ni obreros; han de ser luceros, faros confiables que nos guíen a puertos serenos.

Como saldar la crisis ética

Depurar el sistema desde adentro no es fácil, pues mucho están viendo el origen del conflicto en las amenazas del gobierno, o de las oligarquías o de los piratas que según algunos quieren quitar el pan de su boca. Cuando la verdad es que la profesión tiene una anomalía creciente que nos está afectando a todos, pero pocos vemos hacia dentro, pocos se han fijado que la clave para superar esta dicotomía entre el ser y el hacer, radica en que se junten los propios, en desarrollar al máximo la capacidad afectiva de estímulo al otro, del reconocerse a través del otro, sumar emociones positivas y vencer la masa crítica de la mediocridad y el odio.

Por qué surge la comunicación popular

Ahora bien, como sabemos, las anomalías dan oportunidad para que las sociedades se redimensionen y busquen formas de catalizarlas, por esta razón y otras, surge el fenómeno de la comunicación popular alternativa y comunitaria. A nuestro juicio el pretender analizar con criterios academicistas el fenómeno que da origen a los medios alternativos y comunitarios en Venezuela es una osadía antropocentrista y hasta arrogante, mucho más imperdonable sería tomar la palabra en su nombre, ya que el término alternativo en la comunicación encierra una diversidad imposible de describir en un genérico literal.

Tenemos genes rebeldes

Para comprender o por lo menos acercarnos al entendimiento del porqué los medios alternativos parecen siempre estar en posición de lucha, necesario es advertir la misma naturaleza del pueblo donde se han materializado. El venezolano ancestral, el originario, ese americano del siglo catorce, antes de la conquista no tenía idea de lo que significaba un sistema monárquico, no sabía de reyes, realezas ni sumisión, desconocía de modo total lo que encerraba la aberración de la esclavitud y aun más extraños le era el concepto de materialismo y propiedad privada.

Nada de tener patronos

Él sólo entendía del ejercicio de su soberanía territorial y de la devoción a la naturaleza, su arte de vivir no era otro que el de conjugarse con la tierra como parte y producto físico-espiritual de la misma. Esta realidad le concebía como un ser eminentemente social inmerso en un espíritu de comunismo originario, por ello al enfrentar a la conquista se resistió hasta su casi total exterminio; sin embargo los sobrevivientes de ese proceso histórico albergaron en sus genes y subconscientes una rebeldía natural y justificada, una irreverencia humanista; cuestión que de cuando en cuando hace erupción en colectivo, para casi siempre cambiar la historia de la América.

Algunos cayeron en la trampa

Pero no se puede desconocer que los imperios capitalistas arraigaron en sus colonias sofisticados sistemas de alienación, casi todos fundamentados en el secuestro de los métodos y formas comunicacionales, inventando algunos y parasitando en otros, de allí que la imprenta, las cámaras y los micrófonos fueron deliberadamente constituidos para emitir mensajes políticos acordes con los intereses y valores propios de aquellos que dedican su existencia a explotar pueblos para poder vivir con cánones de vida ostentosos y que conllevan de manera acelerada a la destrucción del planeta y con ello de la humanidad.

Como la mayoría no hacía nada

Ante este atentado y la pasividad asalariada de los licenciados para informar; el ciudadano común amparado en la carta magna Nacional que reza en artículo 57 que “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión, y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura”… surge la figura de comunicador comunitario, quienes son expresiones vivas de un pueblo que no estuvo ni está representado en las empresas privadas de información.

Y esos piratas quiénes son

El comunicador popular comunitario no es un asalariado de oficio que informa sobre cosas que no le son propias, al contrario es parte de ese todo que afecta a todos, está involucrado en las consecuencias que su gestión comunicacional produce y no se despide del hecho en la imprenta sino al contrario se inicia en el proceso que se genera a partir de ella. Tiene una misión: la defensa de la esperanza, una reacción de dignidad, una forma de amar con voces, letras e imágenes y de reivindicarse ante el silencio de décadas de opresión.

¿Dependen del gobierno?

Aunque el medio alternativo de hoy es un aliado del gobierno; no es dogmatizado, es un socio de ideas pero no un permisivo cómplice, es la palabra del pueblo ante el gobierno y no lo contrario, es parte del Estado sin ser de la estructura del Estado, es brioso, silvestre y astuto en la sobre vivencia, no se compra ni se domestica, es irreverente y practica una disidencia espontánea con todo lo que se parezca a burocracia y estatismo. Es un dolor de cabeza para el funcionario que se mantiene en las estructuras de la vieja república y que se acostumbró a la pleitesía y no al servicio.

De qué viven entonces

Pero esa actitud revolucionaria, por su puesto, le ha costado muchísimo trabajo y sacrificios, ningún impreso sobrevive sin el ejercicio de la publicidad, -hasta El Correo del Orinoco tenía anunciantes- como modo de sustentar los gastos operativos, sería absurdo pretender que éstos vivan del aire o de la caridad, ningún funcionario ni siquiera el Presidente financia con su propio peculio sus actividades en pro de la revolución.

El gobierno ayuda a veces

Sin embargo algunos funcionarios de gobiernos locales y regionales desestiman el potencial comunicacional de los medios alternativos y comunitarios como la consolidación de un género cuya fuerza no es solo de información sino de formación de valores para la patria que necesario es construir y que han sido capaces de volcase a las comunidades para reforzar su idiosincrasia y su identidad, constituir patria chica, fortalecer el periodismo escolar, las artes y el oficio y el rescate de la memoria ancestral.

Los enemigos de los comunitarios

Hay funcionarios del gobierno que enriquecen a los medios tradicionales con multimillonarias pautas o amparados en el burocratismo y la contraloría a la antigua, algunos funcionarios de gobiernos locales y regionales incurren en una especie de autoerotismo mediático ya que optan por realizar sus propios impresos, lujosos, full color pero sin sabor a pueblo, controlables y auto estimulantes de su gestión, gastan el presupuesto en impresos que solo circulan en los escritorios de su propias instituciones, mientras que para los alternativos nunca hay partidas.

Donde está la solución

Siempre hay un pero; tanto los periodistas licenciados como los comunicadores populares alternativos han cometido un error de fondo, se han erigidos como protagonistas de nuestro tiempo sin tomar tiempo para sembrar relevos menos viciosos que nosotros. Parece que dentro del triunfalismo que deriva de esas diatribas y contiendas electorales se han entumecido o atrofiados tal vez, los sentidos más elementales de los “Eruditos” de la comunicación impresa; larguísimos tratados y peroratas se han escrito sobre el papel de los medios impresos nacionales en la crisis política venezolana, se ha escrito más sobre la cuestionable ética de algunos profesionales de la comunicación social que de la solución al conflicto.

Aparece el periodismo escolar

En fin que la crítica se enfoca en echarse la culpa unos a otros y en contadas ocasiones uno que otro propone un paliativo que parece más un acto de indulto sin arrepentimientos, unos acusan a las universidades y otros a los imperios capitalistas, pero poquísimos han visto hacia la nueva formación de un periodista para la nueva Venezuela, nadie echa un ojo a la gran labor que debe ejercer la escuela venezolana en la promoción de periodismo escolar. Aunque necesario es reconocer que en muchas ocasiones, los periódicos escolares se reducen a actividades realizadas por los mismos profesores y que se logran así resultados prodigiosos de cara a la galería, bien construidos para las exposiciones y encuentros, pero que no responden a la elaboración de los alumnos, y con los cuales se aprende poco o nada.

Sacar el periódico del aula

Desde siempre se han realizado periódicos escolares, muy interesantes en su confección, pero que frecuentemente han respondido a objetivos didácticos, convirtiéndose más bien en simples actividades de clase, o elaborándose con motivo de una festividad, dando como resultado final periódicos que son más de los profesores que de los alumnos. Pero es en las escuelas donde afloran los valores y se fomentan las vocaciones, es en ellas donde podemos formar para la vida, donde se manifiestan las destrezas en toda su intensidad, un periódico es un elemento integrador de la comunicación, un instrumento de trabajo de gran amplitud y diversificación, fundamentalmente es un instrumento de información, es uno de los elementos más adecuados para ello.

Para la memoria y cuenta

Además se convierte, de cara a la evaluación y revisión de los procesos de aprendizaje, en elemento insustituible de trabajo. El trabajo en común, la interrelación personal, la búsqueda de datos, la investigación y otros muchos aspectos se hacen posibles en el aula a través de la elaboración del periódico. En él se estructura creativamente multitud de actividades diversas, es entretenido y dinámico, motiva a los alumnos hacia la actividad, refuerzan de manera considerable el interés por el aprendizaje y sus procesos y todo el mundo puede apreciar y juzgar si se ha reflejado de forma adecuada el trabajo realizado en el aula, porque es un escaparate de las actividades.

La luz al final del túnel

Acá en Barlovento hay un genuino trabajo revolucionario en las escuelas, acá se están formando los periodistas y comunicadores populares para la patria buena, esa que unos pregonan con la voz y obstaculizan con la pereza del cuerpo y su actitud arrogante; acá se les está entregando nuevamente a los niños y niñas de la patria el manejo de su don comunicacional ancestral, ellos no serán alienados por la globalización, ellos llegarán a las universidades a estudiar comunicación social con ideas previas y no estarán al servicio de grupos de interés sino al de la comunidad toda como siempre debió ser, en sus manos no se perderá la patria, ese es mi sueño, ese debe ser el sueño de todos.

Lo que debe hacer el gobierno

Aun así, el silencio de los locales es desconcertante, rayando en la indiferencia indocta, cómo es posible que se tenga tan cerca un recurso para sembrar la patria y en cambio optemos por la diatriba infecunda y sean culpables nuestros ojos de que no tengamos sombra, y maldigamos a la tierra porque no sabemos pararnos, qué apoyo se tiene, qué estímulo se ha dado, dónde están las imprentas escolares, qué políticas locales están pautadas para la promoción de esta actividad que podría ser el germen de calidad del periodismo alternativo en Venezuela?

Amigas, amigos todos

Recordemos que la revolución es un velero que se hizo a la mar para alcanzar la consagración de la patria buena; es cuestión de tiempo, de vientos y de timón, hay todavía mucho que remar, la comunicación popular no es un barco de arrastre que ara en el mar, somos miles de pescadores que con sus redes nos hemos convertido en conuqueros del agua. Por eso sabemos que hay que mirar hacia las nubes, leer las estrellas con una mano en la rosa de los mares y la otra sobre la testa del párvulo inseguro que aspira a ser timonel, orientándole sin perder nuestro norte que es el sur.


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