En el año 2000, el tratamiento para enfermos de sida costaba 10.000
dólares anuales (más de 8.000 euros actuales), hoy ronda los 100 (80
euros). Para saber por qué el precio de los antirretrovirales ha
descendido un 99%, hay que mirar a India. Ese país se ha convertido en
lo que muchos llaman “la farmacia del mundo en desarrollo”, por su alta
producción de medicamentos genéricos, de calidad y bajo precio, que
vende a países en vías de desarrollo, en los que más del 80% de los
tratamientos de VIH proceden de India.
Liderar la industria de genéricos en un contexto tan competitivo como
el de las farmacéuticas, plagado de patentes, también tiene un alto
coste para el país asiático, que batalla por defender sus intereses en
varios frentes.
El primero es el Acuerdo de Libre Comercio que firmará con la Unión
Europea, según las previsiones, antes de que finalice 2012, tras años de
negociaciones. Las organizaciones que trabajan en la ayuda al
desarrollo temen que India ceda a las presiones europeas en los temas
relacionados con la propiedad intelectual, que afectan a la producción y
distribución de medicamentos.
“Al hablar de un Tratado de Libre Comercio, hablamos de medicamentos,
pero también de importación y exportación de coches o de piezas para
cohetes. Es un mercadeo en el que se negocia todo. Llevamos años
tratando de forzar que en ese ‘tú cedes aquí y yo allá’
no entre el tema de los medicamentos y que se respete el statu quo que
ahora mismo representa India a nivel mundial para países con pocos
recursos”, asegura Carlos Ugarte, responsable de Relaciones Externas de
Médicos Sin Fronteras.
Próximamente, el grupo socialista presentará en el Congreso de los
Diputados una proposición no de ley para pedir al Gobierno que la UE
presione con el fin de evitar que el Tratado de Libre Comercio afecte a
la producción y distribución de medicamentos.
Para entender el contexto en el que se desarrollan las negociaciones
del acuerdo, tenemos que remontarnos a 2005. Hasta ese año no existía el
concepto de patente en India, pero al entrar a formar parte de la
Organización Mundial del Comercio, una de sus obligaciones fue aplicar
la normativa de propiedad intelectual, como el resto de países.
Elaboró entonces una ley de patentes muy estricta con los requisitos
que debe cumplir un producto para conseguir ese estatus, con controles
claros para garantizar la competencia de su industria de genéricos. Se
siguieron los criterios de la Declaración de Doha,
firmada por los países de la OMC, que señala que al interpretar los
tratados de propiedad intelecual hay que tener en cuenta el derecho de
los países a proteger la salud pública y a garantizar el acceso a
medicamentos. Esto quiere decir que un país podría saltarse una patente
si, por ejemplo, se encuentra en una situación de emergencia sanitaria.
India se ha enfrentado en más de una ocasión
a grandes compañías farmacéuticas con el respaldo de esta ley. “Una de
las cosas que India quiso y quiere evitar con esta normativa es el
‘evergreening’, un clásico de la industria farmacéutica que consiste en
que para extender la patente más allá de los 20 años que son concedidas,
realiza pequeñas variaciones insustanciales en los medicamentos, en los
que no hay un descubrimiento de una nueva molécula, que es lo que
premia la patente. Son por ejemplo, cambios en la presentación. Lo que
antes era un supositorio ahora es una gragea. Lo presentan y tienen otro
periodo de patente”, señala Ugarte. India ha echado atrás centenares de
medicamentos en los últimos años por considerar que no cumplen los
requisitos de innovación.
Volviendo al Tratado de Libre Comercio, la proposición que el PSOE
planteará al Congreso resume en dos puntos, principalmente, los asuntos
que deberían quedarse fuera de las negociaciones finales:
–Exclusividad de datos. “La
exclusividad supone que, independientemente de si un medicamento ha
merecido la patente, e independientemente también de que esta siga
vigente, el registro de versiones genéricas obliga a sus fabricantes a
realizar sus propias pruebas de seguridad y eficacia, es decir, a
repetir ensayos clínicos ya realizados. Esto lleva años y requiere
además unos recursos de los que las compañías de genéricos no suelen
disponer. Pero lo más importante es que esto supone retener medicamentos
que ya se han demostrado eficaces y seguros sólo para retrasar el
registro de su versión genérica”, dice el documento. A pesar de que la
UE oficialmente no se trata la exclusividad, sigue incluyéndose en las
negociaciones “a puerta cerrada”, denuncia.
–Inclusión de la propiedad intelectual en la definición de la inversión.
Este punto “permite a los inversores demandar directamente a los
Gobiernos y evitar tener que pasar por los tribunales nacionales de
justicia. Definir la propiedad intelectual como una inversión abriría un
nuevo escenario para el litigio contra el Gobierno indio justo cuando
las compañías farmacéuticas, como actualmente ocurre con la
multinacional farmacéutica Novartis, se están querellando repetidamente
en los tribunales indios para desafiar las salvaguardas sobre salud
pública que contiene la ley india de patentes”, asegura el documento. Y
añade, “mediante el mecanismo de resolución de controversias entre
inversor y Estado, las compañías farmacéuticas podrían demandar al
Gobierno indio por “expropiación” de la propiedad intelectual si
cualquier normativa, decisión administrativa o legislación en materia de
salud y medicamentos, obstaculiza la visión de alguna compañía respecto
a sus derechos de inversión”.
El caso Novartis
Es otro de los frentes abiertos en el país asiático. Hoy, el Tribunal
Supremo indio tiene que pronunciarse sobre la demanda judicial que ha
interpuesto la farmacéutica Novartis contra la ley de patentes india.
El inicio de este conflicto está en 2006, cuando la compañía suiza
solicitó una patente para un medicamento que lucha contra el cáncer,
llamado Glivec. Esta petición fue rechazada por la Oficina de Patentes
india alegando que era una nueva forma de un producto ya existente.
Novartis apeló (su posición puede consultarse aquí) pero, desde entonces, ha perdido en todas las instancias judiciales hasta llegar al Tribunal Supremo.
El problema principal no es en sí este medicamento. La demanda no es
solo contra la decisión de no otorgar la patente, sino que se ha
ampliado y ataca directamente a la ley india. Novartis solicita que se
declare inconstitucional el apartado que define qué se considera patente
y qué no.
Eso es lo que más preocupa a las organizaciones que trabajan en
países en desarrollo. Temen que, si prospera el recurso de la
farmaceútica, la Oficina de Patentes se vea obligada a ser más flexible a
la hora de concederlas y la ‘farmacia del mundo en desarrollo” cierre
sus puertas
Lydia Molina (@lydiamolina)
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