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miércoles, 22 de agosto de 2012

Por qué el precio del tratamiento contra el sida ha bajado un 99%




En el año 2000, el tratamiento para enfermos de sida costaba 10.000 dólares anuales (más de 8.000 euros actuales), hoy ronda los 100 (80 euros). Para saber por qué el precio de los antirretrovirales ha descendido un 99%, hay que mirar a India. Ese país se ha convertido en lo que muchos llaman “la farmacia del mundo en desarrollo”, por su alta producción de medicamentos genéricos, de calidad y bajo precio, que vende a países en vías de desarrollo, en los que más del 80% de los tratamientos de VIH proceden de India.
Liderar la industria de genéricos en un contexto tan competitivo como el de las farmacéuticas, plagado de patentes, también tiene un alto coste para el país asiático, que batalla por defender sus intereses en varios frentes.
El primero es el Acuerdo de Libre Comercio que firmará con la Unión Europea, según las previsiones, antes de que finalice 2012, tras años de negociaciones. Las organizaciones que trabajan en la ayuda al desarrollo temen que India ceda a las presiones europeas en los temas relacionados con la propiedad intelectual, que afectan a la producción y distribución de medicamentos.
“Al hablar de un Tratado de Libre Comercio, hablamos de medicamentos, pero también de importación y exportación de coches o de piezas para cohetes. Es un mercadeo en el que se negocia todo. Llevamos años tratando de forzar que en ese tú cedes aquí y yo allá no entre el tema de los medicamentos y que se respete el statu quo que ahora mismo representa India a nivel mundial para países con pocos recursos”, asegura Carlos Ugarte, responsable de Relaciones Externas de Médicos Sin Fronteras.
Próximamente, el grupo socialista presentará en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley para pedir al Gobierno que la UE presione con el fin de evitar que el Tratado de Libre Comercio afecte a la producción y distribución de medicamentos.
Concentración en Delhi contra el libre comercio de medicamentos (msf.es)
Para entender el contexto en el que se desarrollan las negociaciones del acuerdo, tenemos que remontarnos a 2005. Hasta ese año no existía el concepto de patente en India, pero al entrar a formar parte de la Organización Mundial del Comercio, una de sus obligaciones fue aplicar la normativa de propiedad intelectual, como el resto de países.
Elaboró entonces una ley de patentes muy estricta con los requisitos que debe cumplir un producto para conseguir ese estatus, con controles claros para garantizar la competencia de su industria de genéricos. Se siguieron los criterios de la Declaración de Doha, firmada por los países de la OMC, que señala que al interpretar los tratados de propiedad intelecual hay que tener en cuenta el derecho de los países a proteger la salud pública y a garantizar el acceso a medicamentos. Esto quiere decir que un país podría saltarse una patente si, por ejemplo, se encuentra en una situación de emergencia sanitaria.
India se ha enfrentado en más de una ocasión a grandes compañías farmacéuticas con el respaldo de esta ley. “Una de las cosas que India quiso y quiere evitar con esta normativa es el ‘evergreening’, un clásico de la industria farmacéutica que consiste en que para extender la patente más allá de los 20 años que son concedidas, realiza pequeñas variaciones insustanciales en los medicamentos, en los que no hay un descubrimiento de una nueva molécula, que es lo que premia la patente. Son por ejemplo, cambios en la presentación. Lo que antes era un supositorio ahora es una gragea. Lo presentan y tienen otro periodo de patente”, señala Ugarte. India ha echado atrás centenares de medicamentos en los últimos años por considerar que no cumplen los requisitos de innovación.
Volviendo al Tratado de Libre Comercio, la proposición que el PSOE planteará al Congreso resume en dos puntos, principalmente, los asuntos que deberían quedarse fuera de las negociaciones finales:
Exclusividad de datos. “La exclusividad supone que, independientemente de si un medicamento ha merecido la patente, e independientemente también de que esta siga vigente, el registro de versiones genéricas obliga a sus fabricantes a realizar sus propias pruebas de seguridad y eficacia, es decir, a repetir ensayos clínicos ya realizados. Esto lleva años y requiere además unos recursos de los que las compañías de genéricos no suelen disponer. Pero lo más importante es que esto supone retener medicamentos que ya se han demostrado eficaces y seguros sólo para retrasar el registro de su versión genérica”, dice el documento. A pesar de que la UE oficialmente no se trata la exclusividad, sigue incluyéndose en las negociaciones “a puerta cerrada”, denuncia.
–Inclusión de la propiedad intelectual en la definición de la inversión. Este punto “permite a los inversores demandar directamente a los Gobiernos y evitar tener que pasar por los tribunales nacionales de justicia. Definir la propiedad intelectual como una inversión abriría un nuevo escenario para el litigio contra el Gobierno indio justo cuando las compañías farmacéuticas, como actualmente ocurre con la multinacional farmacéutica Novartis, se están querellando repetidamente en los tribunales indios para desafiar las salvaguardas sobre salud pública que contiene la ley india de patentes”, asegura el documento. Y añade, “mediante el mecanismo de resolución de controversias entre inversor y Estado, las compañías farmacéuticas podrían demandar al Gobierno indio por “expropiación” de la propiedad intelectual si cualquier normativa, decisión administrativa o legislación en materia de salud y medicamentos, obstaculiza la visión de alguna compañía respecto a sus derechos de inversión”.
El caso Novartis
Es otro de los frentes abiertos en el país asiático. Hoy, el Tribunal Supremo indio tiene que pronunciarse sobre la demanda judicial que ha interpuesto la farmacéutica Novartis contra la ley de patentes india.
El inicio de este conflicto está en 2006, cuando la compañía suiza solicitó una patente para un medicamento que lucha contra el cáncer, llamado Glivec. Esta petición fue rechazada por la Oficina de Patentes india alegando que era una nueva forma de un producto ya existente. Novartis apeló (su posición puede consultarse aquí) pero, desde entonces, ha perdido en todas las instancias judiciales hasta llegar al Tribunal Supremo.
El problema principal no es en sí este medicamento. La demanda no es solo contra la decisión de no otorgar la patente, sino que se ha ampliado y ataca directamente a la ley india. Novartis solicita que se declare inconstitucional el apartado que define qué se considera patente y qué no.
Eso es lo que más preocupa a las organizaciones que trabajan en países en desarrollo. Temen que, si prospera el recurso de la farmaceútica, la Oficina de Patentes se vea obligada a ser más flexible a la hora de concederlas y la ‘farmacia del mundo en desarrollo” cierre sus puertas 

Lydia Molina (@lydiamolina)

 

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