“Mis
niñas, mis niñas”, repetía Jackie Hance, encerrada en el clóset de Emma
y Alyson. Según le había comunicado la policía horas antes, ambas,
junto con su hija menor, Katie, habían fallecido en un accidente de
auto.
Las había perdido a todas. “En la
oscuridad del clóset podía respirar sus aromas y sentir sus presencias.
Unos amigos subieron a buscarme y me hablaban desde el otro lado de la
puerta. Pero, ¿por qué habría de salir? ¿Por qué debería salir algún
día?”.
Emma (8), Alyson (7) y Katie (5), las tres
hijas que tuvo con Warren Hance (su marido), habían ido de campamento
junto a dos de sus primos Erin y Bryan, y la madre de éstos, su tía
Diane Schuler, cuyo informe forense arrojó que de regreso a la ciudad
(Long Island, Nueva York), ésta presentaba el doble del nivel permitido
de alcohol en la sangre para manejar y, aparentemente, había fumado
marihuana. Una botella rota de vodka también fue encontrada en la
minivan en la que viajaban.
“Tengo la historia en
fragmentos, y no comprendí plenamente lo que había pasado hasta mucho
después. En lo inmediato, todo lo que sabía era que Diane había sentado a
los niños en los asientos de atrás y luego condujo desde la zona de
descanso en la que Warren le había rogado que se quedara. Sin responder
su teléfono, se dirigió hacia el norte en vez de hacia el sur (…) Por
casi dos millas (3,2 Km) manejó en sentido contrario a la autopista.
Ocho personas murieron. La policía dijo que fue el peor accidente
automovilístico en 75 años”, escribió Jackie en el libro que acaba de
publicar el mes pasado, “I’ll see you again” (Las volveré a ver), donde
repasa el trágico accidente que tuvo lugar en julio de 2009, cuando la
minivan se estrelló contra otro auto -falleciendo también los tres
hombres que iban ahí-, y cuyo único sobreviviente fue Bryan, “el niño
milagro”, como fue llamado luego por la prensa.
Fue
un largo y doloroso proceso que puso en peligro su matrimonio y su
propia vida, tomando en cuenta las veces que evaluó quitarse la vida,
desesperada por reencontrarse con sus niñas. “El sentir que
estarás con esta pena para siempre era muy difícil de enfrentar”,
confesó en entrevista al programa de tv “The Today Show”, donde fue
entrevistada, a propósito de su libro, luego de un silencio de cuatro
años, desde que sus hijas fallecieron.
A través de su
publicación, dijo la mujer, espera que la gente pueda conocer a Emma,
Alyson y Katie, y no que sean recordadas solo como las tres niñas que
fallecieron de forma tan trágica hace años, llamando la atención de la
prensa y de su entorno.
Como recordó en su
libro, el día del funeral su casa estaba acordonada por la policía,
debido al número de personas que fueron a verla, tanto a ella como a su
marido, entre curiosos y periodistas.
De
lo que recuerda de ese día, cree que se levantó, se duchó, se lavó los
dientes; “todas esas pequeñas rutinas diarias que indican que estás vivo
y funcionando”, escribió. “Pero yo no estaba ahí realmente. Lo que
estaba pasando estaba más allá de mi comprensión, y mi mente estaba
completamente cerrada, rehusándose a asimilar lo que estaba pasando.
Sobreviví ese día, porque no estaba ahí realmente”.
Abracen a sus hijos, la advertencia de un padre desolado
En
el funeral, y dado que para su esposa sería imposible hablar, Warren
tomó la palabra. “‘Tengo solo una oportunidad para hablarles a la gente
de las niñas y de lo que siento en mi corazón, y si no lo hago, me
arrepentiré el resto de mi vida’, me había dicho justo después del
accidente”, escribió Jackie.
“Warren no era mucho de
hablar en público y evitó las cámaras de televisión que estaban por
todas partes. Le quería hablar solo a la gente que le importaba de
verdad, y que estaba toda reunida en el funeral”. “‘Lo que le pedimos a
todos para el futuro es que cuando nos vean en la calle, por favor, no
miren hacia otro lado (…) Por favor, no tengan miedo de hablarnos. No
tienen que darnos más condolencias ni decirnos cuánto lo sienten’”,
comentó el padre de las niñas, agregando: “Amen a sus hijos. Abracen a
sus hijos. Besen a sus hijos. Y no olviden…”, sin poder terminar la
oración.
“Soy la madre de ellas y se supone
que debía protegerlas y no lo hice. Es difícil no culparse. No me estoy
culpando del accidente. Me culpo de que ellas no estén aquí”,
dijo hace unas semanas a la televisión estadounidense. Allí también
aclaró que conocía a su cuñada, Diane, desde hacía 20 años, y que jamás
supo que tenía algún problema con el alcohol. Tanto así, que cuando se
revelaron los resultados de la autopsia, inmediatamente creyó que era un
error.
Hasta el día de hoy, el viudo de
Diane, Daniel, niega los resultados de los análisis forenses e incluso
demandó a Warren, asegurando que su difunta esposa era una madre
ejemplar y que la minivan en la que viajaban -y que era de propiedad de Hance-, estaba defectuosa.
Por
su parte, Jackie aseguró a la policía y a la prensa que el día del
accidente, Emma la llamó a su celular, asustada, asegurando que algo
raro le pasaba a su tía.
Ha sido un proceso difícil,
que aún no está cerrado, y probablemente, nunca lo estará. Pero hoy
Jackie asegura haber encontrado una esperanza, luego de que sus amigos y
familiares le insistieran en que podría tener otro hijo.
Debido
a que la mujer se había realizado un ligamiento de trompas tras el
nacimiento de Katie, junto a Warren se sometieron a una fertilización in
vitro, que dio como resultado el nacimiento de una niña, el 11 de
octubre de 2011, a la que llamaron Kasey Rose.
"Ella
nos trajo de vuelta a la vida", añadió la nueva madre. Por su parte,
Warren explicó: “Simplemente, te da un sentido (para vivir) nuevamente.
No existe una forma de describir lo que es perderlo todo, y luego tener
algo a qué aferrarte”.
Ambos crearon la Hance Family Foundation, para ayudar a niñas a mejorar su autoestima.
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