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martes, 1 de octubre de 2013

El duro camino de una madre que perdió a todos sus hijos en un día


“Mis niñas, mis niñas”, repetía Jackie Hance, encerrada en el clóset de Emma y Alyson. Según le había comunicado la policía horas antes, ambas, junto con su hija menor, Katie, habían fallecido en un accidente de auto.
Las había perdido a todas. “En la oscuridad del clóset podía respirar sus aromas y sentir sus presencias. Unos amigos subieron a buscarme y me hablaban desde el otro lado de la puerta. Pero, ¿por qué habría de salir? ¿Por qué debería salir algún día?”.
Emma (8), Alyson (7) y Katie (5), las tres hijas que tuvo con Warren Hance (su marido), habían ido de campamento junto a dos de sus primos Erin y Bryan, y la madre de éstos, su tía Diane Schuler, cuyo informe forense arrojó que de regreso a la ciudad (Long Island, Nueva York), ésta presentaba el doble del nivel permitido de alcohol en la sangre para manejar y, aparentemente, había fumado marihuana. Una botella rota de vodka también fue encontrada en la minivan en la que viajaban.
“Tengo la historia en fragmentos, y no comprendí plenamente lo que había pasado hasta mucho después. En lo inmediato, todo lo que sabía era que Diane había sentado a los niños en los asientos de atrás y luego condujo desde la zona de descanso en la que Warren le había rogado que se quedara. Sin responder su teléfono, se dirigió hacia el norte en vez de hacia el sur (…) Por casi dos millas (3,2 Km) manejó en sentido contrario a la autopista. Ocho personas murieron. La policía dijo que fue el peor accidente automovilístico en 75 años”, escribió Jackie en el libro que acaba de publicar el mes pasado, “I’ll see you again” (Las volveré a ver), donde repasa el trágico accidente que tuvo lugar en julio de 2009, cuando la minivan se estrelló contra otro auto -falleciendo también los tres hombres que iban ahí-, y cuyo único sobreviviente fue Bryan, “el niño milagro”, como fue llamado luego por la prensa.
Fue un largo y doloroso proceso que puso en peligro su matrimonio y su propia vida, tomando en cuenta las veces que evaluó quitarse la vida, desesperada por reencontrarse con sus niñas. “El sentir que estarás con esta pena para siempre era muy difícil de enfrentar”, confesó en entrevista al programa de tv “The Today Show”, donde fue entrevistada, a propósito de su libro, luego de un silencio de cuatro años, desde que sus hijas fallecieron.
A través de su publicación, dijo la mujer, espera que la gente pueda conocer a Emma, Alyson y Katie, y  no que sean recordadas solo como las tres niñas que fallecieron de forma tan trágica hace años, llamando la atención de la prensa y de su entorno.
Como recordó en su libro, el día del funeral su casa estaba acordonada por la policía, debido al número de personas que fueron a verla, tanto a ella como a  su marido, entre curiosos y periodistas. 
De lo que recuerda de ese día, cree que se levantó, se duchó, se lavó los dientes; “todas esas pequeñas rutinas diarias que indican que estás vivo y funcionando”, escribió. “Pero yo no estaba ahí realmente. Lo que estaba pasando estaba más allá de mi comprensión, y mi mente estaba completamente cerrada, rehusándose a asimilar lo que estaba pasando. Sobreviví ese día, porque no estaba ahí realmente”.

Abracen a sus hijos, la advertencia de un padre desolado
En el funeral, y dado que para su esposa sería imposible hablar, Warren tomó la palabra.  “‘Tengo solo una oportunidad para hablarles a la gente de las niñas y de lo que siento en mi corazón, y si no lo hago, me arrepentiré el resto de mi vida’, me había dicho justo después del accidente”, escribió Jackie. 
“Warren no era mucho de hablar en público y evitó las cámaras de televisión que estaban por todas partes. Le quería hablar solo a la gente que le importaba de verdad, y que estaba toda reunida en el funeral”. “‘Lo que le pedimos a todos para el futuro es que cuando nos vean en la calle, por favor, no miren hacia otro lado (…) Por favor, no tengan miedo de hablarnos. No tienen que darnos más condolencias ni decirnos cuánto lo sienten’”, comentó el padre de las niñas, agregando: “Amen a sus hijos. Abracen a sus hijos. Besen a sus hijos. Y no olviden…”, sin poder terminar la oración.
“Soy la madre de ellas y se supone que debía protegerlas y no lo hice. Es difícil no culparse. No me estoy culpando del accidente. Me culpo de que ellas no estén aquí”, dijo hace unas semanas a la televisión estadounidense. Allí también aclaró que conocía a su cuñada, Diane, desde hacía 20 años, y que jamás supo que tenía algún problema con el alcohol. Tanto así, que cuando se revelaron los resultados de la autopsia, inmediatamente creyó que era un error.
Hasta el día de hoy, el viudo de Diane, Daniel, niega los resultados de los análisis forenses e incluso demandó a Warren, asegurando que su difunta esposa era una madre ejemplar y que la minivan en la que viajaban -y que era de propiedad de Hance-, estaba defectuosa.
Por su parte, Jackie aseguró a la policía y a la prensa que el día del accidente, Emma la llamó a su celular, asustada, asegurando que algo raro le pasaba a su tía.
Ha sido un proceso difícil, que aún no está cerrado, y probablemente, nunca lo estará. Pero hoy Jackie asegura haber encontrado una esperanza, luego de que sus amigos y familiares le insistieran en que podría tener otro hijo.
Debido a que la mujer se había realizado un ligamiento de trompas tras el nacimiento de Katie, junto a Warren se sometieron a una fertilización in vitro, que dio como resultado el nacimiento de una niña, el 11 de octubre de 2011, a la que llamaron Kasey Rose.
"Ella nos trajo de vuelta a la vida", añadió la nueva madre. Por su parte, Warren explicó: “Simplemente, te da un sentido (para vivir) nuevamente. No existe una forma de describir lo que es perderlo todo, y luego tener algo a qué aferrarte”.
Ambos crearon la Hance Family Foundation, para ayudar a niñas a mejorar su autoestima.







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