Sus inicios no fueron sencillos, pero tampoco fortuitos. Conoce más 
del que, posiblemente, haya sido el primer dispositivo portátil que 
revolucionó la música.
 A finales de los ’70 Masaru Ibuka pasaba mucho tiempo en vuelos 
transoceánicos entre Japón y EE.UU. El país norteamericano se había 
convertido en una prioridad para los japoneses ya que gozaban de un gran
 mercado donde vender sus productos. En esos viajes, a Ibuka san, le 
gustaba relajarse con música clásica pero no había una manera eficaz de 
escucharla ya que necesitaba un reproductor estéreo, algo muy grande y 
pesado en la época, y el equipo que llevaba consigo, un Sony TC-D5, era 
demasiado pesado y aparatoso.
El jefe de la división de grabadoras de cinta, Kozo Ohsone, siguió 
las instrucciones de Norio Ohga que, a su vez, las había recibido de 
Ibuka y preparó un prototipo de la Pressman que no grabase sonido pero, 
en su lugar, lo reprodujera en estéreo. Días después Ibuka tuvo la 
oportunidad de probar el invento y quedó tan maravillado que se lo llevó
 al, entonces, presidente de la compañía, Akio Morita, y le dijo “Prueba
 esto. ¿No te parece que un reproductor de cassette que puedas escuchar 
mientras caminas es una buena idea?”
Morita sama, gran amante de la música clásica, comprendió de 
inmediato que lo que tenía entre las manos era algo que podía colocar a 
la compañía en la vanguardia de la tecnología. Para ello, dio 
instrucciones específicas a su equipo de ingeniería de que hicieran el 
producto “para satisfacer a los jóvenes que querían escuchar música todo
 el día”. Pero no todo iba a ser un camino de rosas. Tenía que estar 
listo para el verano y venderse a un precio similar al de la Pressman.
EL LANZAMIENTO
Cuatro meses más tarde el TPS-L2 ya estaba listo con doble entrada de
 jack para compartir la música pero el nombre no era muy comercial, 
admitámoslo. La fecha de lanzamiento se acercaba y nadie se ponía de 
acuerdo con el nombre. Desde Sony America propusieron “Sony Disco 
Jogger” ya que la música disco y el jogging eran muy populares eran muy 
populares en la época. En cambio, Ibuka san, quería llamarlo Walkman, 
siguiendo la línea marcada por el Pressman. Por fin algo de coherencia. 
Por otro lado, Morita sama hizo uso de su cargo y acabó llamando al 
producto “Sundabout” en su salida en el mercado norteamericano. De hecho
 tuvo varios nombres hasta que no se utilizó el definitivo Walkman. En 
EE.UU el Sundabout, en el Reino Unido Stowaway y en Suecia el Freestyle.
Pero antes de salir de Japón, el nuevo invento vivió momentos de 
incertidumbre cuando en julio de 1979 apenas había vendido un par de 
miles de unidades. Ni siquiera había llegado a las cinco mil que sus 
creadores habían estimado como aceptables. Así que los responsables de 
ventas tuvieron que remangarse las camisas y bajar a las calles de Tokio
 con unidades de prueba para enseñar a los ciudadanos las bondades y 
virtudes del Walkman. El resultado fue rotundo: antes de llegar a 
septiembre se habían vendido cerca de 50.000 unidades. Éxito total.
La gente que viajaba a Japón compraba el novedoso dispositivo para 
llevarselo a casa como regalo para familiares o amigos. Con un precio 
que rondaba los 150$ de la época era algo que combinaba tres factores 
importantes para triunfar: novedad, excentricidad y tecnología. En abril
 de 1980, Morita sama declaraba en una reunión de ventas que “Walkman” 
sería el nombre comercial final y en junio del mismo año desembarcaba en
 los EE.UU preparado para triunfar. Tanto es así que se calcula que 
entre todos los modelos se han vendido 385 millones de unidades en todo 
el mundo. Un cifra que ha otorgado a Sony la categoría que tiene a día 
de hoy.
31 años después de su lanzamiento, el 24 de octubre de 2010, Sony 
anuncia el cese de producción de los walkman. Sin embargo se sigue 
utilizando el nombre como marca orientada a la excelencia musical en 
productos de la casa japonesa como móviles o reproductores MP3. Aunque 
es cierto que el invento duró más de tres décadas, su declive comenzó 
apenas un año después de salir al mercado.
En la interminable carrera por la innovación y la dominación del 
mercado con un formato propio que supere a los demás, Sony presentó en 
1980 el compact disc. Un formato revolucionario que permitía almacenar 
hasta 80 minutos de audio, frente a los 60 del casette, con una calidad 
que superaba con creces a cualquier otro formato hasta entonces 
conocido.
Un año después, el director de orquesta Herbert Von Karajan promovió 
en el festival de Salzburgo la cualidad y las ventajas del CD que, a 
partir de ahí empezó a popularizarse. Lo que poca gente conoce es la 
amistad que Von Karajan tenían con Norio Ohga, el creador del primer 
prototipo de Walkman. El ingeniero japonés había estado en Berlin y 
Munich estudiando música, hecho que le había permitido colaborar con 
Sony y entrar a trabajar en la compañía. En octubre de 1982 salía a la 
venta el primer reproductor de CD del mundo, el Sony CDP-101, y en 1984 
se lanzaba el CD Walkman D-5.
La historia del Walkman y la del consumo de musical a nivel doméstico
 está ligada a Sony. Es por eso que no he hablado de otras casas en este
 artículo. Prácticamente todas las marcas de electrónica de consumo han 
hecho su incursión en el mundo de los reproductores portátiles, con 
mejor o peor resultado. Aunque el que siempre estuvo, ha estado y estará
 ahí es Sony y su Walkman.
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