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martes, 9 de septiembre de 2014

La presión comprime las vías nerviosas ¿Por qué se nos duermen las extremidades?

Que se duerman las extremidades no se trata de nada riesgoso para la salud, sino de una alerta que el cuerpo te envía para que cambies de posición porque, de continuar así, sí podría representar un problema.
Definitivamente, se trata de una sensación extraña: te levantas de tu asiento y sientes un incómodo hormigueo en el pie. O te despiertas en medio de la noche y no puedes mover el brazo. Y entonces, cuando esa parte de tu cuerpo “se despierta”, la extraña sensación de hormigueo se intensifica.
Por lo general, esta sensación se siente después de haber puesto presión en esa extremidad de tu cuerpo, como un pie, un brazo, etc. Cuando se aplica presión durante un período prolongado de tiempo, en realidad lo que haces es cortar la comunicación de tu cerebro con esa parte de tu cuerpo: por eso se nos “duermen” las extremidades.

Una cuestión de presión

La presión comprime las vías nerviosas, de modo que los nervios no pueden transmitir adecuadamente los impulsos electroquímicos. Los impulsos nerviosos llevan información sensorial de las terminaciones nerviosas del cuerpo hacia el cerebro, así como instrucciones desde el cerebro hacia dichas partes del cuerpo.
Cuando se interfiere esta transferencia apretando las vías nerviosas, no tienes plena sensibilidad en esa parte del cuerpo, y tu cerebro tiene problemas para distinguir qué debe hacer esa parte del cuerpo.
Esta presión también puede comprimir arterias, impidiendo el transporte de nutrientes a las células del cuerpo. Sin estos nutrientes, las células nerviosas pueden comportarse de forma anormal, lo que también puede interferir la comunicación de más sensaciones corporales.
Debido a estos dos factores, la información transmitida desde la parte del cuerpo se convierte en un poco confusa, y el cerebro recibe mensajes extraños. Algunas células nerviosas no transmiten ninguna información, mientras otras empiezan a enviar impulsos de forma errática.

Señal de alerta

Esto hace que se sienta una sensación de hormigueo extraño, que en realidad cumple una importante función. Que se te duerma una extremidad durante 10 minutos no plantea ninguna amenaza para la salud, pero si cortas la circulación durante un período prolongado de tiempo –varias horas– podrías sufrir un daño nervioso grave. La sensación inicial de hormigueo te avisa que es posible que desees volver a ajustar tu posición.
Una vez que mueves el pie, estiras las piernas, o mueves el brazo, los impulsos nerviosos empiezan a fluir correctamente de nuevo. Sin embargo, no recuperas la sensación de inmediato.
Se necesita una cierta cantidad de tiempo de reajuste antes para que los nervios comiencen a transmitir impulsos correctamente de nuevo. Esto aumenta la intensidad de la sensación de hormigueo, haciendo que sientas esa sensación como si te estuvieran clavando alfileres y agujas. Con el tiempo, todas las fibras nerviosas vuelven a la normalidad y recuperas el uso completo de esa parte del cuerpo que se había “dormido”.
Como puedes ver, que se duerman las extremidades no se trata de nada riesgoso para la salud, sino de una alerta que el cuerpo te envía para que cambies de posición porque, de continuar así, sí podría representar un problema.





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