El cuaderno se llama RocketBook Wave.
Y está pensado como un anotador temporal, apoyado en la tecnología para
resguardar su contenido, más que en un cuaderno que se preserve por
años y años: es una vuelta de tuerca al clásico anotador que llevamos de
un lado a otro y que, una vez agotadas sus páginas, tiramos o no
volvemos a abrir jamás.
La idea del Rocketbook no es que lo que
en sus páginas se anota quede escrito allí por años, sino que esa tarea
recae en un smartphone: cada página tiene un código QR para facilitar el
encontrar la página fotografiada (que puede almacenarse en un servidor
remoto para preservarla), como una alternativa más natural a los
dispositivos que permiten escribir sobre una pantalla, pero que no
alcanzan a ofrecer la ductilidad y precisión del papel.
¿Por qué habría el usuario de sacarle
fotos a las hojas? Porque cuando este cuaderno pasa unos segundos en el
microondas, las páginas vuelven a estar blancas, para que sea posible
escribir nuevamente en ellas. Lo logra gracias al uso de una tinta
especial: lamentablemente no permite que se escriba con cualquier birome
o lapicera, sino con un Pilot FriXion, una birome con tinta
termosensible, que se evapora cuando llega a los 60 grados (de ahí el
uso del microondas). La compañía dice que las páginas deberían ofrecer
unos diez borrados.
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