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miércoles, 31 de agosto de 2022

La “ciencia” detrás de los succionadores de clítoris: así funciona la industria de los juguetes sexuales

 

El trío conformado por el sexo, el amor y la robótica lleva tiempo siendo un tema que da que pensar. E.T.A. Hoffman escribió a comienzos del siglo XIX, cuando eran difícilmente imaginables los robots, un cuento que lo cambió todo: El hombre de arena. En el que los autómatas con sentimientos amorosos hacen por primera vez acto de aparición.

Una tendencia que ha seguido en la literatura y en el cine con los famosos replicantes. Ideados por el novelista Philip K. Dick y llevados al cine por los directores Ridley Scott y Denis Villeneuve en Blade Runner y Blade Runner 2049. En esta última película Joi, la inteligencia artificial en forma de holograma para hacer el amor con John, su pareja replicante, usa los servicios de una prostituta de carne y hueso. Una retorcida paradoja.

El sexo de los robots

También Steven Spielberg también tocó de lleno el tema en A.I. Artificial Intelligence. En la trama uno de los mecha, el nombre dado a los seres artificiales que aparecen en la película, se dedica a la prostitución y es uno de los personajes principales de la trama, que en gran medida gira en torno a los sentimientos amorosos de estas imitaciones de los humanos.


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