Cuando entrevistamos a
jóvenes consumidores que están haciendo un esfuerzo por desconectarse
(deshabituarse) del consumo de drogas, lo que temen y extrañan es perder
la sensación de placer, a sabiendas que ya están acusando (así lo
señalan) las consecuencias letales, que luego son corroboradas por los
psiquíatras, psicólogos y toxicólogos que los están tratando, cuando le
precisan, que su cerebro, no está funcionando bien y, que sus conductas
díscolas e inadecuadas son precisamente parte de esas consecuencias.
Nuestro Coordinador General Prof. Hernán
Matute Brouzés, señaló que un grupo de consumidores pertenecientes a
Narcóticos Anónimos, que se están incorporando a las terapias grupales
en la sede de N.A en la Parroquia Universitaria (UCV), le preguntaban
acerca de lo que le ocurría en su cerebro, ya que ellos podían apreciar
fácilmente las consecuencias de su consumo en lo externo, estético y, en
algunos órganos de su cuerpo, pero que no comprendían mucho sobre lo
que ocurría sobre su “comando, sobre su cpu” (sic). A tal efecto,
nuestro Preventólogo, le señaló, que en su cerebro opera un círculo
vicioso cada vez más reforzado para aprender e instar a repetir esa
sensación de placer (que se siente cada vez que se drogan), que da una
satisfacción al resto del cuerpo, activando los neurotransmisores
(sustancias químicas utilizadas para la comunicación entre las
neuronas), siendo una de ellas la dopamina, la cual, se libera en mayor
cantidad y, hace que el efecto del consumo sea más evidente y se
requiera por el efecto gratificante cada vez en mayor proporción y
frecuencia.
Por ello, su cerebro convertirá el
consumo de drogas en una necesidad automática, compulsiva e
inconsciente. El cerebro al tolerar y no poder adaptarse a esta sobre
carga de estimulación queda desprotegido y en minusvalía, lo que deriva
en la destrucción de las neuronas, volviéndose dependiente y lo que es
peor, cada vez necesitará de más drogas para alcanzar los mismos niveles
de placer, y lo que antes generaba satisfacción comienza a ser una
necesidad para llenar vacíos. De esta manera, los circuitos cerebrales
son impactados, alterándose, degradándose y funcionando muy mal o
dejando de funcionar, con las consecuencias y efectos letales: como
fallos de la memoria; el proceso de aprendizaje se hace dificultoso, se
ve afectado el juicio, la toma de decisiones y pierde el control de la
conducta, fomentando así el hábito y la adicción, con el deterioro
progresivo de la salud física y mental (psíquica).
Finalmente, y con una preocupación a
cuesta, a los 11 Jóvenes (ninguno pasa de 25 años) se les leyó lo que
opina el Dr. Gigena Parker sobre el particular quien señala y explica
que:
“Los efectos que producen las drogas a
nivel cerebral son devastadores y traumáticos. Existen muchas
motivaciones que llevan a la gente común a consumir sustancias; de hecho
cada persona en cada región tiene motivaciones diferentes. Pueden
buscar relajarse, divertirse, experimentar, sentirse integrado a un
grupo, aliviar una angustia, un dolor físico u emocional, iniciar un
trabajo, para despertarse, para dormirse, para ser más efectivo, más
sociable, para estar eufórico, otros lo hacen para rendir más en los
deportes, etc. Las drogas y las conductas adictivas actúan sobre los
centros de recompensa del cerebro; son centros delicados que identifican
conductas biológicamente relevantes y que nos hacen bien para
sobrevivir. Entonces no es casual que la vida sexual y estar con las
personas que uno quiere sean gratificantes y placenteras; actúan sobre
esos centros del cerebro que son los que dan la sensación de placer para
que uno repita esas conductas. Las drogas van a meterse en ese sistema
de neurotransmisores simulando conductas buenas. El resultado termina
siendo el contrario, pero el cerebro piensa que está bien, y tendemos a
repetirlas”, dice al explicar el funcionamiento.
Siguenos a traves de nuestro pin: 592F93F4 y el twitter @elparroquiano
No hay comentarios.:
Publicar un comentario