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martes, 2 de junio de 2020

Los bailarines africanos que se convirtieron en la parca 2.0 (+Vídeo)

Cuando la cuarentena por el coronavirus se recuerde como algo del pasado, seguramente quienes lo vivieron evocarán también esta época como la que acogió la moda del Tik Tok, no solo como red social sino como lenguaje técnico y estético. La propagación pandémica de los vídeos cortos temáticos y casi siempre humorísticos, una evolución del meme en versión audiovisual, ha sido otra de las particulares características de estos particulares tiempos; y si se trata de elegir a quien despunta dentro de ese nuevo y emergente universo es claro que hay un solo ganador: el vídeo de los funerales africanos.

Difícil no haber visto las imágenes. Son seis hombres jóvenes, negros, vestidos de traje, portando lentes de sol, un distintivo gorro y zapatos estilo spectator —esos que son blancos y negros de charol característicos de los años 50—. Los llamativos personajes ejecutan una coreografía y agitan una pañoleta al mismo tiempo que cargan un ataúd en un escenario al aire libre, de piso polvoriento y rodeado de gente. A pesar del ambiente festivo, es evidente que la acción se desarrolla en un funeral.
En el vídeo intervenido que corre a la libre por redes sociales y aplicaciones de mensajería, la música que acompaña la pintoresca situación es la canción electrónica Astronomía, del ruso Tony Igy. Esta secuencia está precedida por otra en la cual alguien está en una situación de peligro inminente de la cual el público no ve el desenlace fatal de forma explícita. No se muestra al perro, pero sí los dientes. No se muestra la muerte pero sí el féretro danzante. La narrativa, breve pero contundente, convierte a los bailarines en una metáfora de la Parca 2.0. “Si te portas mal venimos por ti”, es la moraleja.
Memes aparte, por exótica que parezca la puesta en escena, el show mortuorio es real. La filmación data de tres años atrás y da cuenta de una tradición vigente y de un negocio pujante en Ghana, un país de África occidental donde descansar en paz tras una vida larga y bien disfrutada no es para los deudos sinónimo de tristeza sino de alegría. La historia de sus protagonistas es corta pero elocuente.
La muerte se reinventa
Celebrar la partida de un ser querido no es una tradición exclusiva de Ghana, de hecho, es una costumbre muy arraigada en comunidades de todo el mundo. Incluso en Venezuela son varios los pueblos indígenas que practican este tipo de ceremonias. Lo que da particularidad a la práctica en Ghana es que esa celebración se ha reinventado.
Lo que, por siglos, quizá milenios, se limitó a ser una reunión familiar —mientras más amplia, mejor— con las muestras de respeto de sus allegados, su respectiva comilona y la contratación de plañideras como testimonio del estatus social y del amor profesado hacia el finado o la finada, desde los años 90 del siglo pasado comenzó a convertirse en un espectáculo vistoso de baile, música y color que involucra a vecinos y transeúntes, con ribetes teatrales.
Benjamin Aidoo, de 32 años de edad, dueño de la empresa funeraria que aparece en el video viralizado, ha dado entrevistas a medios de todo tipo desde el pasado mes de marzo, cuando su danza se hiciera mundialmente conocida.
Aidoo es el que aparece liderizando el baile, el único con sombrero de copa y banda. Montó esta empresa en 2007 para acompañar los ritos funerarios de sus coterráneos y en pocos años su emprendimiento no ha hecho más que florecer. Comenzó con una plantilla de seis bailarines y hoy ya son más de cien.
Vive en Acra, la capital de Ghana. La primera vez que contó al mundo su historia fue en diálogo con la BBC, medio que realizó un reportaje en 2017 sobre las tradiciones funerarias de ese país. Como parte de ese trabajo se filmó el entierro de una mujer ofrecido como homenaje por sus hijos luego de una larga vida de maternidad intachable. Es ese el velorio bailable hoy omnipresente en las redes sociales. En YouTube puede verse el mini documental original con la música real del ritual, que le otorga al acto una atmósfera diametralmente opuesta a la del meme, efectivamente de fiesta, pero a la vez de solemnidad.
Aidoo contó en entrevista con el Washington Post cómo se siente orgulloso de ser una fuente de empleo para sus conciudadanos, de contribuir a perpetuar una tradición que da identidad a su tierra y explica que los servicios que ofrece no son nada baratos, no obstante, dada la importancia cultural que tienen para su pueblo, las personas ahorran por años para garantizarse una despedida digna, y si fueron buenos, sus familiares no escatiman en gastos para mostrar sus respetos.
El grupo tiene coreografías prediseñadas, pero quienes lo contratan pueden hacer peticiones especiales de acuerdo con la persona a quien rendirán tributo, pedir o no música en vivo, decidir la duración del baile, pedir una vestimenta especial, si el grupo acompañará todo el trayecto del cortejo o solo una parte, y todo tiene su tarifa. Su presencia solo está socialmente proscrita en una situación, donde la muerte sí es triste y trágica: la despedida de una persona joven.
Sobre la viralización de su imagen y de su baile, el empresario dice: “Es atemorizante pero cómico también”. Comentó que, sin anestesia, se despertó un día en marzo, tomó su celular y de repente vio su cara en todas partes. Dijo que cuando se supere la cuarentena casi global espera viajar por el mundo para contar su modo de vida y, con una candidez casi infantil, aseguró que sueña con que el primer país que visitará será Argentina porque es fan del futbolista Lionel Messi.
Sobre el nacimiento del meme, Verne, suplemento del diario español El País, hizo arqueología de la propagación de la pieza a través de la página web Knowyourmeme.com, que rastrea el origen de este tipo de materiales, y llegó a la conclusión de que la primera aparición del audiovisual fue el 24 de febrero en la red social Tik Tok a cargo del usuario @lawyer_ggmu. De allí saltó a todas partes.
Reentrevistado por la BBC, Aidoo dijo que, en estos días de coronavirus, así como casi todo está paralizado, su negocio también ha sufrido un bajón porque las manifestaciones públicas como la de los funerales que organiza están prohibidas por la cuarentena, además de que, en específico, las manifestaciones mortuorias se realizan con máxima intimidad y profilaxis para evitar cualquier contagio. No obstante, han circulado ampliamente fotografías de los bailarines enterradores —su nombre en inglés es “pallbeaers”, que podría traducirse al castellano como “porteadores”— con mascarillas, posando para la prensa respondiendo a su accidental fama, de la cual se enorgullecen.
Mensajeros de la vida
La muerte como relato no siempre ha sido un asunto triste, serio, tenebroso o sombrío. Cada coyuntura histórica le da al fin de la vida una significancia y un tono, y ese discurso del fallecer es traducción literal del discurso del vivir en un momento determinado.
Hoy, en tiempos de covid-19 pero también de digitalización impostergable y obligatoria, cuando la muerte es un tema cotidiano, cuando en tiempo real se actualiza el conteo de fallecidos, y al mismo tiempo, cuando nuestras interacciones sociales se han reducido a la pantalla, es natural que la muerte se banalice, viaje a través de esa misma plataforma no-física y deje de ser un tabú (al menos momentáneamente). La muestra palpable es la viralización de los bailarines mortuorios de Ghana, cuyos videos han hecho de la muerte un chiste.
Pero Aidoo no está de acuerdo. Ha dicho que quiere que su danza sea el rostro del “Quédate en casa”, o mejor dicho, que lejos de hablar de la muerte, el baile de su grupo habla de la vida, y así parece que lo han tomado algunos que se han apropiado de las imágenes para concientizar.
Por ejemplo, en Colombia, en el departamento del Quibdó, policías imitando a los pallbeaers recorren las calles bailando al son de Astronomía y con un ataúd vacío a cuestas para pedir a la gente que se quede en casa. Lo mismo han hecho en Perú y en India. Hasta en el videojuego Mario Maker, de Mario Bros, hicieron su versión.
Aidoo lo repite en todas las entrevistas que da, que su rito de muerte no es sobre morir sino sobre vivir. Quienes le pagan por bailar agradecen y celebran la vida de su difunto, y él con su mensaje viral agradece y celebra la vida de todos quienes son responsables de sí mismos y del vecino respondiendo a una única petición sencilla. Lo resume con la frase: “Quédate en casa o te verás bailando con nosotros”.


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