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viernes, 6 de julio de 2018

Masacre en Propatria: abuelo contó que el muchacho estaba “como poseído” cuando los atacó

A las 4 de la mañana del miércoles 4 de julio un joven de 16 años mató a cuchilladas a su madre y a su abuela en el bloque 8 de Propatria. También atacó a su abuelo y a su hermana, quienes sólo resultaron heridos. Su abuelo declaró que el joven estaba “como poseído” cuando mató a las mujeres.

Tras su detención han salido a la luz declaraciones de familiares y del propio joven, quien asegura no recordar nada de lo que hizo. Su abuelo, quien sufrió una herida en la cabeza y una puñalada en el brazo, aseguró que el joven “estaba como poseído” cuando cometió el crimen.
Los vecinos opinan lo mismo. Se supo que la familia del joven practica la santería, ya que en la sala de la casa hay un altar de Shangó, considerado deidad del fuego. Su tío declaró que cuando llegó a la casa y vio al joven, este le dijo que no lo dejara solo. “Yo no lo hice, no lo hice”, decía.

En la hora de las brujas

Se supo que alrededor de las 3 de la mañana el joven se levantó de la cama y se dirigió a la cocina, tomó un cuchillo y fue al cuarto de su madre. Primero atacó a su abuela, Aracelys Hernández, luego se fue contra su propia madre, Mari Rosales.
Una tía declaró algo particular: la tarde del martes 3 de julio el joven rompió en llanto y decía: “no quiero que mi mamá se vaya. Ella se va a ir“, a lo que su tía le tranquilizó diciéndole que su madre sólo iba a trabajar.
La madrugada del crimen, y tras los gritos y el caos, su abuelo, Marcos Tovar, quiso detenerlo, pero al intentar forcejear con él, éste lo hirió con un objeto en la cabeza y luego le dio una puñalada en el brazo y otra en la mano.
Luego atacó a su hermana menor, de 12 años, a quien apuñaló en el cuello. La niña se encuentra en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Miguel Pérez Carreño. Fue ella quien, estando herida, salió al pasillo gritando y pidiendo ayuda.
Cuando llegaron los vecinos, el muchacho estaba acostado en su cama. Le preguntaron por lo que había hecho, a lo que respondió que él no había sido. “Les juro que yo no maté a mi mamá“, dijo.
Tras el levantamiento de los cuerpos, que estaban cubiertos con sábanas blancas, el presunto asesino fue llevado a la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) en la avenida Urdaneta, donde declaró a los funcionarios del Eje de Homicidios que se había desmayado y que al volver en sí vio los cadáveres de la madre y la abuela.
Sus familiares aseguran que él era un muchacho tranquilo, aplicado en los estudios. Practicaba basquet e iba a un curso de pintura. Su tío dijo sentirse sorprendido e impactado.
Tras el crimen, el joven quedó huérfano, ya que su padre murió en un hecho violento hace ocho años, cuando fue asesinado en la entrada del mismo bloque 8 por sujetos desconocidos que querían quitarle su arma, ya que era escolta en Laboratorios Roche.
Hasta los momentos no se ha comprobado el tema espiritual como influencia para que el muchacho cometiera el crimen, aunque vecinos y familiares consideran esta masacre como algo sobrenatural. Las investigaciones policiales continúan para esclarecer el caso.

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