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sábado, 14 de diciembre de 2013

10 cosas que un hombre de 30 no debería hacer más

Algunos comportamientos se extinguen con cada año cumplido, ya sea por lo riesgosos que son (que atentan contra tu salud o tu vida) o porque, simplemente, la madurez te hace ver cuán ridículos y vergonzosos resultan.  
Hay muchos actos estúpidos que la sociedad te “permite” realizar mientras estás en tus “veintitantos”, pero la mayoría de ellos dejan de ser divertidos para comenzar a ser depresivos, garantizando un camino directo hacia una crisis de mediana edad.
Por otro lado, la aprobación general se torna inevitablemente hacia los logros: esperamos que las personas mejoren, evolucionen, alcancen metas importantes en la medida en que crecen, así que si tienes el mismo puesto de trabajo sin sentido desde hace cinco años y actúas igual como si estuvieras en la universidad, ten por seguro que no estás impresionando a nadie (ni mejorando en nada).
30 es un gran número y es también el punto donde la gente se pregunta qué ha estado haciendo con su vida. Por eso, a través del portal AskMen, te traemos los 10 comportamientos que debes eliminar de tu vida una vez que estés cerca de cumplir esa temida cifra de edad:
10. Consumir comida rápida
No estamos sugiriendo que te conviertas en vegetariano. Tampoco que inviertas muchas horas (o mucho dinero) en la preparación (o compra) de comida gourmet. Pero una decente, saludable y no tan costosa comida no es algo imposible de lograr. Basta solo unos minutos de tu tiempo diario para prepararla, pues existen recetas y técnicas de platos sencillos para aquellos que no tienen el talento –o la motivación- para entrar en la cocina.
Sin importar la calidad de tu talento culinario, estamos seguros que ningún plato razonable que sea preparado por ti mismo será peor que la bomba de calorías y grasas –causantes seguras de los problemas cardíacos- que conseguirás con la comida rápida.
9. Manejar de manera imprudente
Alrededor de un millón de personas en todo el mundo muere cada año por accidentes de tránsito, y alrededor de 50 millones resultan heridas, según datos de Wikipedia. No se trata solo de un comportamiento de jóvenes “temerarios” que te hace ver ridículo, sino de una actividad irresponsable que puede acabar con tu vida y la de otras personas. Si eres un tipo serio, no pasarás a otro carro excediendo el límite de velocidad sólo porque “no te gustó” la forma en que se metió en tu canal.
Y si tienes problemas para imaginar las consecuencias, solo piensa en despertar en un hospital sin tus piernas.
8. Ser adicto a los videojuegos
Los videojuegos han ampliado su público con el paso de los últimos años. Desde las aplicaciones de ocio en los smartphones, el auge de volver a los juegos “retros” y el impacto del Nintendo Wii uniendo a toda la familia, sin importar las edades, a competir en torneos frente al televisor y la consola. Esa parte de la historia es válida, y nadie puede criticarte por pasar un domingo jugando FIFA con tu sobrino o jugar Candy Crush mientras esperas una consulta médica.
No obstante, cuando pasas 48 horas sentado frente a tu computadora matando orcos, algo anda mal. No puedes esperar lograr algo relevante en tu vida si tus principales prioridades en el mundo están enfocadas en un juego en línea.
7. Tener la misma habitación de tu adolescencia (sin ningún cambio relevante)
Entendemos que la independencia no siempre se puede lograr antes de los 30 dentro de un contexto global en crisis. Bien, lo entendemos, aunque debe ser una meta importante en tu vida salir del hogar paterno. Pero de la manera que sea, cuando te acercas a los 30 años, estar en una habitación rodeada de latas de cerveza, afiches de bandas rockeras (que probablemente ya no escuchas) y muebles juveniles, es simplemente inaceptable.
El sentido del buen gusto y el estilo debe proyectarse en el lugar donde vives. Una habitación de adolescente, cuando ya no lo eres, reflejará inmadurez y poco avance. Haz el esfuerzo y mantén tu propio espacio íntimo limpio y presentable, como el adulto que ya eres.
6. Hacerte tatuajes
Antes de que te pongas a la defensiva, ten en cuenta que no estamos diciendo nada malo con haberte hecho ya algún tatuaje. Es solo que los tatuajes más lamentables –ya sea el logo de una banda extinta o un diseño tribal- pueden justificarse si te lo hiciste en el furor de los primeros veintitantos. ¿Pero cómo justificar un cambio lamentable en tu piel cuando ya tienes 30 años?
Piénsalo. Hay tatuajes que no podemos criticar, ¿pero realmente lo tienes en mente y estás seguro que no es un simple capricho rebelde que no pudiste cumplir hace cinco/diez años?
5. Consumir alcohol en exceso (o hasta perder la memoria)
Nadie está sugiriendo que debes dejar de tomar. No hay nada malo con el consumo de bebidas alcohólicas con moderación y, de hecho, podrías encontrarte en una posición incómoda si –dentro de un contexto de celebración profesional o brindis con los jefes- tú decides no tomar nada.
Pero hay un punto en el cual el consumo excesivo de alcohol se vuelve un asunto regular y puede terminar en el padecimiento de una enfermedad crónica. Sí, antes no te preocupabas por perder el conocimiento cada vez que tomabas, pero cuando los 30 se acercan es bueno comenzar a reflexionar sobre eso y cambiar ciertos hábitos de celebración.
4. (Sobre)vivir de cheque en cheque, o de 15 a último
Muchos hombres exitosos económicamente lo son porque consideraron desde el principio de su vida profesional encontrar una vía para invertir el dinero. Conseguir la riqueza a largo plazo es algo en lo que todos los hombres debemos trabajar duramente, incluso si eso implica tener que ahorrar una parte de nuestros ingresos cada mes. Si esa cómoda “riqueza” no está en tus metas de vida, imagina qué pasaría si debes afrontar una emergencia médica o un incidente imprevisto con tu hogar o tu auto donde necesites disponer de una cantidad de dinero en efectivo de inmediato. ¿Te sientes cómodo estando nada preparado para eso? Si no habías pensado en eso, es hora de hacer y comenzar a ahorrar y tener un plan financiero serio.
3. Trabajar en algo que no te gusta, o no te lleva a nada
Tu trabajo actual –el oficio al que dedicas la mayor parte del día– es una parte importante de lo que reflejas a los demás y determina cómo ciertas influencias te ayudarán. Cuando te estés describiendo a ti mismo, ya sea en un formulario o en una descripción oral que le haces a otra persona, este aspecto es uno de los primeros puntos planteados: ¿qué haces/eres? ¿En qué trabajas? Obviamente, tienes suficiente tiempo para imaginar lo que quieres hacer con tu vida, no todos salen de la Universidad como jóvenes empresarios activos. Pero si estás cerca de los 30 y todavía no has conseguido ese “trabajo de tus sueños”, esa ocupación que responde verdaderamente a tu vocación, es tiempo de hacer una pausa en busca de un cambio importante. No puedes pasar la vida “esperando”.
2. No tener ninguna noción social ni política
El término electoral/político del “voto joven” cubre  ese nicho de personas que están entre los 18 a los 29 años, lo cual significa que los que ya tienen 30 quedan fueran de esa categoría y entran, de una u otra manera, en la madurez. ¿Qué implica esto? Pues que en la medida en que avanzas profesionalmente y expandes tus horizontes sociales, la gente espera entablar contigo una conversación donde se tenga noción de lo que está pasando actualmente en el mundo.
No se trata de tener unas preferencias políticas particulares, eso es personal. Pero, hay un cierto punto donde debes saber si la gente está hablando de un escritor ganador del Premio Nobel o de un país en crisis social.
Por cierto, ya comprenderás por qué es importante leer el periódico o los portales de noticias todos los días.
1. Vestirte con descuido o eternamente informal
Tan importante como tu trabajo y tu personalidad (y a veces incluso más) es la manera en que te vistes. Es una de las primeras características que las personas notarán sobre ti (y antes de que hables con ellas, ya tendrán una idea en sus cabezas acerca de que quién eres y cuáles son tus intereses). Al igual que cocinar como un adulto, vestirte como un hombre no te quitará mucho tiempo, esfuerzo y, ni siquiera, dinero. Se trata de un cambio progresivo en tu guardarropa, y de entender que la forma en te presentas hoy en día cuanta mucho más que hace diez años, y en eso no hay marcha atrás.





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