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sábado, 7 de marzo de 2015

Lesbiana asesinó a su hija a golpes porque su novia decía que era una bruja en Londres


La madre de una niña de 8 años y su novia fueron declaradas hoy culpables en un tribunal de Londres de la muerte de la pequeña, Ayesha Ali, que perdió la vida en 2013 tras sufrir más de 40 heridas provocadas por palizas y mordeduras.
Polly Chowdhury, la madre de la menor, y su pareja, Kiki Muddar, fueron declaradas culpables de homicidio por un jurado del tribunal penal de Old Bailey, que descartó la culpabilidad por asesinato al término de 31 horas de deliberaciones.
Ambas serán sentenciadas en otra audiencia en el mismo tribunal en los próximos días.
Ayesha fue hallada muerta en su casa de Chadwell Heath, en el este de Londres, el 29 de agosto de 2013, con más de 40 heridas en el cuerpo y, según la policía, pesaba apenas 21 kilos.
Según el proceso judicial que se les siguió, Muddar, de 43 años, tenía gran influencia sobre Chowdhury, de 35, a quien manipulaba e incentivaba a maltratar a la pequeña, a la que calificaba de “bruja”.
El fiscal, Richard Whittam, dijo que Ayesha sufrió “abusos prolongados”, cercanos a las “torturas”.
 Ayesha fue encontrada muerta vestida sólo con unas bragas y con marcas de una mordedura en el cuerpo, además de quemaduras y numerosos moratones, según los detalles del caso divulgados hoy.
La causa de la muerte fue un golpe en la cabeza, pero ninguna de las dos mujeres pudo decir a la Policía cómo había ocurrido.
Durante el proceso, Ayesha fue calificada como una pequeña “charlatana”, que siempre tenía algo que decir, hasta la llegada a la familia de Muddar, que al parecer tenía celos de la niña.
Muddar, según se informó en el tribunal, incentivaba a su novia a castigar a Ayesha y lo hacía también a través de mensajes de texto.
El tribunal mostró el contenido de unos 41.000 mensajes de texto que demostraban que Muddar bombardeaba a su novia con opiniones negativas sobre la menor, como: “Tu hija es el diablo, nunca le impones disciplina” o “tu hija pagará”.
Además, la niña debía limpiar el retrete dos veces al día y era sometida a palizas con una cuchara de madera, e incluso Muddar llegó a bañarla con agua fría por haberse orinado en la cama.
También las dos mujeres asustaban a la pequeña de noche poniéndose máscaras macabras.
Un vecino dijo haber escuchado a la menor gritar, llorar y decirle a la madre por la noche: “Amah (por mami), no quiero ser mala, Amah, Amah, no quiero ser mala”.
El fiscal informó al tribunal de que el psiquiatra que evaluó a Muddar dijo que ésta no deliraba y sabía perfectamente lo que hacía.
 
 
 
 
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