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miércoles, 10 de julio de 2013

El cambio por amor de su pareja, le arrebató la vida a su hermana

En la casa de Erly Kerine Larreal Quintero, de 27 años, en el sector Corazón de Jesús, en Sinamaica, se respira dolor e impotencia.
La fe ciega de Andreína Larreal Quintero, de 25 años, en “el cambio por amor” de su pareja Rafael Benito Fernández Rodríguez, alias “El Kinkin”, le arrebató la vida a su hermana Erly, secretaria de un colegio en El Uverito.
Hoy, esa herida mortal se traduce en sentimiento de culpa y arrepentimiento que la sigue como su sombra.
El pasado 20 de junio, en una playa vía a Caimare Chico, en “Las Salinas”, apareció el cadáver descompuesto de Erly enterrado en una fosa improvisada.
Apenas se conoció el crimen, la sospecha se posó sobre el cuñado de Erly.
La noticia del hallazgo corrió con la fuerza de una locomotora por Sinamaica y en minutos retumbó en los oídos de Andreína, quien estaba sometida bajo presión psicológica por “El Kinkin”.
“Nos hicimos novios en el liceo, también porque él vivía diagonal a mi casa. Al principio nos iba bien, pero dos meses después no me dejaba salir, perdí varias amistades, era obsesivo, celoso, en tres oportunidades me golpeó, se metió a vivir conmigo en agosto del 2012 y fue cuando comenzaron nuestros problemas porque mi familia no lo aceptaba”, contó.
En la residencia vivían Erly, su hermana Andreína, su sobrina, de 9 años, y su hermana mayor Iramar, con su hijo varón, de 10 años.
“El Kinkin’ es ‘bachaquero’, además tiene dos expedientes abiertos por asesinar a su tío Calata, en Mara, y por el homicidio de un hombre y lesión a otros 3 en el sector Los Robles, de La Guajira”, aseguró un vocero del Cicpc.
A pesar de ese historial delictivo Andreína seguía aferrada a él “por amor”.
“Había escuchado cosas feas de Rafael y hasta él mismo me las confesó, pero yo creía que todo el mundo tenía derecho a regenerarse y pensé que iba a cambiar”, relató Andreína.
Los problemas arreciaron porque “El Kinkin” se negaba a abandonar la casa de la familia Larreal, pese a que Evelio Enrique Larreal, padre de las jóvenes, lo sacó varias veces del inmueble.
El domingo 16 de junio, la secretaria llegó a las 9:00 pm a su casa después de tomar unos tragos y se acostó a dormir.
“Salí a montar a mi hija al trencito, como a las 9:15 pm. Él estaba parado en el frente de su casa y me llamó, me preguntó primero por Erly y luego por Iramar, quien estaba en Maracaibo. Me dijo que quería arreglar las cosas con Erly”, explicó la mujer.
— Solamente voy a conversar con ella así que dime dónde está, insistió ebrio “El Kinkin” con una botella en la mano.
“Me mostró una pistola y me ordenó que me acostara a dormir en el último de los tres cuartos, me dijo que me llevara a la niña conmigo y que le dejara la puerta de la casa abierta”, narró. A las 9:35 pm Andreína obedeció.
“Como a las 11:00 pm sentí un ruido extraño, como si arrastraran algo pesado, entré miedosa al baño y encontré toda la casa oscura. Oriné con la puerta abierta y me regresé al cuarto”.
“A las 12:00 ó 12:30 am me llamó de otro teléfono y me preguntó que dónde estaban las cosas de Erlita, pero la llamada se cortó, a mí me pareció extraña esa pregunta, pero le respondí con un mensaje que las cosas deberían estar en su cuarto, donde siempre”, reveló.
“A la 1:00 am la luz se fue en todo el pueblo y a esa hora sentí pasos, ruido, como si alguien estuviera en la casa, a pesar del pánico, decidí salir.
Cuando abrí la puerta del cuarto de Erlita lo encontré a él con una lámina del cielo raso en la mano y la otra en el piso, cerca de la peinadora había un frasco con cloro y la cama de Erly estaba desvestida.
Limpiaba algo y alumbraba con una linternita del celular. Me puse a llorar y le pregunté que dónde estaba Erlita y que por qué su cama estaba desvestida”, recordó.
— Erly se fue con un novio, respondió el hombre con frialdad, sin dejar de mostrar su pistola en el cinto.
— Busca una sábana y viste la cama, sino quieres que le haga algo a tu hija, amenazó nuevamente.
“Pasaron dos horas y él se acostó en nuestro cuarto, cuando estaba amaneciendo le vi en sus manos el celular de mi hermana”, recordó la mujer.
—Deja el drama, deja de llorar que a ella no le pasó nada, si sigues con el drama acabo con tu vida o con la de tu hija, insistía el hombre, luego de tomarla por el pelo varias veces.
Cuando por fin amaneció Andreína logró salir, llevar a su hija a casa de una tía y avisar que Erly había desaparecido. Las amenazas seguían.
“El miércoles lo encontré, de nuevo, en la parte de afuera de la casa fue cuando llegó un familiar y le dijo ‘Tocayo sabeis que acaban de encontrar a una mujer muerta por Caimare Chico’, él se llevó las manos a la cabeza y exclamó: ‘A la verga”, rememoró Andreína.
Luego, el sujeto, presuntamente, la agarró por un brazo, la encerró en el cuarto de su mamá, en la casa del frente. Comenzó a recibir llamadas. Se sentaba. Se levantaba. Hablaba. Sudaba. Caminaba. Y de pronto confesó.
— Tu hermana nunca va a aparecer porque yo la maté, sé que tú me vas a delatar, pero nunca nadie se va a enterar de todo lo que yo le hice, soltó.
“No hubo justificación para matarla. Desde un principio me opuse a esa relación de Andreína, Erly no aceptó que él se quedara aquí, que ella decidiera botarlo fue la gota que derramó el vaso, él era un guapetón en el barrio, como yo lo desafié optó por arrancarme al amor de mi vida”, exclamó, conteniendo el llanto, Evelio Larreal, padre de la víctima.
“Él le dio un tubazo, usó las sábanas para sacar el cuerpo en un camión Tritón y limpió la escena. No salgo de mi asombro, soy humilde, obrero y nunca pensé que mi hija se fuera a involucrar con un hombre de semejante calaña, exijo justicia”, reclamó Evelio.
El Cicpc busca a un cómplice de Rafael y maneja como móvil la venganza. Presumen que huyó hacia la Laguna de Sinamaica en un Malibú azul.
“Me arrepiento mil veces porque estoy pasando por los momentos más difíciles de mi vida, he pensado suicidarme, porque mi hermana daba todo por mí. Ellos se agarraron mucho odio, la gente rumoró que tenían algo, pero yo creo ciegamente en la entereza de mi hermana, no la creo capaz, él me repetía que si lo dejaba, no podía ser de otro hombre.
Yo aceptaba y callaba todo porque temía por la vida de mi hija y la mía, lo último que él me dijo fue maté a Erlita y regresaré por ti y por tu papá, aunque me prometió que nunca me iba a hacer daño destruyó toda mi vida”.
“El Kinkin” sigue prófugo de la justicia tras el asesinato de su cuñada.






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