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martes, 30 de septiembre de 2014

Freddy Bernal: ¡Pobre Chúo! ¡Pobre MUD!

Por fin, se puso de acuerdo la derecha. ¡Sorpresa! Jesús Torrealba es el nuevo Secretario Ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática. No creo que sea necesario caracterizar mucho a este malhablado mercachifle informativo, ex-asalariado de Ricardo Zuloaga y Antonio Ledezma, financiado por la NED y la Usaid. Digamos que es la guinda de la torta que está poniendo la derecha en el presente año. Lo que interesa es analizar su designación, más allá de las hipócritas declaraciones de optimismo de quienes lo ascendieron a la Secretaria Ejecutiva de un saco de gatos.
Lo primero que quiero señalar es la incapacidad política de la contrarrevolución para recomponerse, luego de la última derrota del plan conspirativo guarimbero, junto a sus affaires de Lorent Gómez Saleh y de la exdiputada “Representante Alterna de Panamá en la OEA”, que si bien fue gestado y sostenido por la ultraderecha más irracional (Voluntad Popular, María Corina Machado, el Ledezma y afines), fue aupado por los opositores en su totalidad, incluso por los sectores más moderados que buscaban pescar en río revuelto, hasta que el gobierno bolivariano y la opinión pública los obligó a dialogar.
El nombramiento de Torrealba, luego de dos meses de estirar y encoger nombres, fue más que un acuerdo unánime, como se quiso presentar, una solución de último momento para no terminar de dar al traste con la “unidad”, ya bastante resquebrajada por las apetencias de sus ventitantos factores. De hecho, un connotado politiquero de la vieja guardia señaló, “la vocería se va a ejercer de manera alternativa y el Secretario de la MUD va a tener más funciones administrativas que políticas, prácticamente no va a tener vocería política que era lo que desarrollaba Aveledo por su gran experiencia política.”
Muy en el fondo,  toda la reacción en pleno  hace sus cálculos para la cuota de candidatos en las próximas elecciones a la Asamblea Nacional. Algunos, como Henrique Capriles, María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma, entre otros agazapados, además sacan sus cuentas para la candidatura presidencial. Eso privó en el fondo para el nombramiento de Torrealba, quien terminará siendo de nuevo lo que acostumbra, un peón de segundo orden sin pensamiento e iniciativa propia, si acaso un megáfono que repite vocingleramente lo que le dictan sus amos. Menudo problema el de Torrealba para charlatanear: ahora sus varios amos pujan y jalan cada uno para lados diversos y contradictorios. 
Algunos  analistas atribuyen el milagroso ascenso  a la necesidad que tiene la “mesa de la unidad” de llegar a los sectores más desposeídos que apoyan sin reservas a la Revolución Bolivariana y en los que aún no cala el mensaje derechista de la oposición, atribuyéndole falsamente a Torrealba, a cuenta de su amarillista programa de muy baja audiencia en Globovisión y una pasada militancia comunista que a nadie le consta, una pretendida “vinculación con los barrios.” De ser así, la oposición deja en evidencia que, a pesar de su caudal de votantes, sigue siendo incapaz de ofrecer una alternativa creíble a la mayoría de los venezolanos y venezolanas, apoyándose en este parlanchín que evidencia las pocas intenciones unitarias existentes en la tambaleante “mesa.”
¡Pobre Chúo!, que entra por la “puerta grande”, para ocupar el papel de sirviente en el festín de intereses malsanos de la reacción. Y ¡Pobre MUD!, que debe recurrir a este personaje para aparentar la “unidad” que nunca logrará.



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