Rafael Spear, publica a través de las redes sociales fotografías de su nieta,Maya Berry, quien sobrevivió al trágico suceso en el que perdieron la vida sus padres, Mónica Spear y Thomas Henry Berry.
En diciembre, el familiar colgó imágenes de la niña adornando un
árbol de Navidad y también la mostró con un pesebre sobre una mesa.
También recibió un presente del animador Luis Olavarrieta: el retrato
de sus padres,hecho a mano por Rafael Aristimuño. "Muy feliz se puso
cuando le entregamos los dibujos", dijo Olavarrieta.
La menor, en los últimos meses, ha recibido el cariño de familiares y
amigos de la pareja, que hace un año perdió la vida en un asalto, en el
estado Carabobo.
Después del terrible acontecimiento, las atenciones se han centrado en la pequeña.
Más allá de la conmoción pública
nacional e internacional, que incluso hizo sacudir la eficiencia
policial en Venezuela, expertos señalan que la niña debe ser rodeada
del afecto que sus padres ya no pueden ofrecerle.
“Sin duda que lo acontecido debió impactar fuertemente a la niña, quien
deberá enfrentarse a la ausencia de los padres más las vivencias tenidas
en el suceso. Solo con el relato de lo acontecido nosotros nos
sentimos altamente impactados y afectados, sin embargo, la inmadurez de
la niña es probable le proteja y no le permita ver lo ocurrido en su
intensa crudeza”, opinó Robert Lespinasse, expresidente de la Sociedad
Venezolana de Psiquiatría.
Ante tal situación sostiene Lespinasse
que la niña necesita el afecto intenso de su familia extendida para
compensar la falta de sus progenitores.
“Es posible que pudiese presentarse
luego de cierto tiempo, en meses o años, lo que conocemos como estrés
postraumático que consiste en que el niño permanezca mudo o se rehúse a
hablar de lo acontecido, sufrir sueños desagradables.
Puede presentar el ánimo apagado,
dificultad para expresar pérdida de interés en actividades que antes le
agradaban, cambios en su orientación hacia el mañana, una sensación
de acortamiento del futuro y molestias físicas”, explicó el
especialista.
Según la Asociación Americana de Psiquiatría, uno de cada 10 niños en
el continente, entre seis y 12 años, presentan sentimientos persistentes
de tristeza por trastornos traumáticos que se ven reflejados en su
rendimiento escolar, pérdida de interés en actividades y
comportamiento antisocial.
Para la especialista en crianza infantil
y comunicadora, Berna Iskander, es importante que los niños sepan la
verdad de las situaciones con mucho acompañamiento familiar,
permitiéndoles que expresen sus miedos en un ambiente de libertades.
“Se les debe permitir que estén cerca de
nosotros, no obligarlos a jugar o quedarse solos, que participen —en
la medida que lo desee— en los actos funerarios sin obligación,
tampoco pedirles que actúen con una madurez de la que sienten. Que
llore y exprese todas las emociones que sientan y nosotros como adultos
debemos darle información clara, sencilla en esos momentos en lugar de
reprenderlos”, expresó.
Destacó Iskander que mantener las
rutinas diarias y tradiciones familiares son esenciales para darles a
los niños la fortaleza que necesitan. Lesspinase también coincidió con
la especialista al asegurar que es una “ medida terapéutica frente a
cualquier situación catastrófica”. “Deben regresar lo más pronto posible
a sus actividades rutinarias a fin de lograr que recuperen su ritmo de
vida”, sostiene el psiquiatra.
Concluye que a pesar de la terrible
pérdida, si surge un amor sustituto que remplace la afectividad de los
padres, los niños podrán desarrollarse emocionalmente estables y
seguros.
“Maya sufrió un disparo en la pierna. Parece que no está al tanto de la
situación, no sabe que sus padres han muerto. Ella no sabe que se le
disparó. Me imagino que Mónica en el intento de cuidarla, la agarró
fuertemente y ella, actualmente, maneja la historia de que le pegó”,
declaró el pariente.
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