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viernes, 29 de abril de 2016

Van 56 caballos muertos en el hipódromo del Zulia (+fotos)

El peor y más triste de los escenarios llegó al Hipódromo de Santa Rita. Tras casi mes y medio de cierre por los sicariatos, la inseguridad y desidia que giró en torno al óvalo zuliano por las apuestas ilegales, ayer se conoció que 56 caballos murieron de hambre y por falta de insumos para su cuidado.
Fuentes ligadas a la pista hípica, situada en la Costa Oriental del Lago, ofrecieron en exclusiva impactantes imágenes a Versión Final, donde se observan los restos de los animales. Algunos son solo huesos con restos de piel, otros están en proceso de descomposición, y yacen a pocos metros de las caballerizas, en las que sobreviven con hambre y sed 250 caballos.
Eran 486 los purasangre que permanecían en el recinto. Unos tantos se salvaron de repetir el destino de sus rivales en las carreras, pues sus dueños los sacaron y se los llevaron a granjas o a otros hipódromos del país.
“El Instituto Nacional de Hipódromos (INH), arbitrariamente, suspendió las salidas. Los que pudieron hacerlo fue durante una pequeña autorización que echaron para atrás a los pocos días”, informó la fuente anónima a Versión Final.
El miedo de acercarse a un municipio sitiado por las bandas criminales y las supuestas trabas de quien está a cargo de la protección del óvalo, el comandante del Grupo Antiextorsión y Secuestro (Gaes) de la GNB, José Romero, para ingresar los alimentos, son los principales impedimentos que tienen los propietarios para darles los cuidados que requieren los equinos.

El pasado 15 de marzo cerraron el hipódromo tras el repunte de sicariatos y vendettas derivados de la guerra entre bandas por su control. “El INH y la Asociación de Propietarios han hecho caso omiso de esta situación”, aseguró el informante.
El mal olor que desprenden los caballos descompuestos, los gusanos y las moscas invaden el hipódromo y terminan afectando a los equinos que aún permanecen allí. No hay supervisión de las condiciones higiénicas.
Aquel moderno óvalo, inaugurado por el presidente Jaime Lusinchi en 1988, es hoy un cementerio de purasangres. En el mismo sitio donde el mítico High Security daba sus primeras galopadas a la gloria, hoy solo hay abandono y desolación. 










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