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miércoles, 4 de abril de 2018

Ciencia venezolana busca reinventarse


El tiempo jamás trascurre en vano. Altera todo a su paso: hechos, personas, entornos. En este ínterin, se descubren cosas nuevas, muchas se descartan y otras se renuevan. Así es el curso natural de la vida.

Dejar constancia de esos hechos es un paso necesario para el aprendizaje. Conserva la memoria de lo sucedido y facilita el autoanálisis. Esta fue la premisa de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Acfiman) con el libro Planteamientos para una nueva visión de Ciencia, Tecnología y Educación Superior en Venezuela, editado recientemente en formato digital.

La ciencia venezolana no empezó con la fundación de la Acfiman en 1917, pero su trayectoria de cien años funciona como radiografía de esa actividad generadora de conocimientos y tecnologías a través del método científico.

“Es cada vez más reconocida la ciencia como indicador de progreso y de soporte en la producción de bienes en las sociedades civilizadas, por lo que es necesaria la continua revisión del cómo y el porqué de las políticas públicas en la materia, en virtud de las siempre cambiantes condiciones del país y realidades que imponen los escenarios internacionales”, señalan los editores de la obra, Claudio Bifano e Ismardo Bonalde, ambos Individuos de Número de la Acfiman.

En el texto, de 585 páginas, se analiza el papel desempeñado por la ciencia y la tecnología en la Venezuela del siglo XX, se evalúa el estado actual del sistema -a la luz de las innovaciones mundiales y los desafíos emergentes- y se proponen diferentes estrategias para intentar aprobar las asignaturas pendientes.

La presidenta de la Acfiman, Gioconda Cunto de San Blas, asegura en el prólogo del libro que a pesar de las deudas históricas del sector, “la fe en un futuro promisorio está patente en quienes escriben con entusiasmo sobre las pautas que deberíamos seguir para achicar la enorme brecha que nos separa de las naciones más desarrolladas del planeta”.
Asimismo, la también investigadora emérita del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic), se pregunta cómo será el panorama nacional dentro de un siglo, en 2117, si finalmente el país habrá despegado hacia la senda del crecimiento sustentable, del bienestar colectivo, del tan anhelado progreso.

“No estaremos allí para verlo”, reconoce San Blas. “Pero en un primer paso hacia la luz, sí podemos trabajar para que nuestra generación y las futuras se abran al camino de la mente, del conocimiento, como materia prima del ascenso del hombre en un mundo que ya hoy se asienta en el intangible e inagotable saber”, precisa.

Otra visión de la educación
Catorce ensayos conforman esta abultada publicación, elaborados por un nutrido panel de especialistas en sus áreas. Hay sociólogos, economistas, químicos, ingenieros, físicos, biólogos, médicos y comunicadores sociales, pero todos profesores universitarios, precisamente porque la ciencia no es el único tema tratado.

“La universidad no es para formar personal solamente, sino también para generar conocimientos y tecnologías. Y si está estancada, es muy difícil transmitir ideas nuevas sobre ciencia y tecnología”, explica el investigador del Centro de Física del Ivic y coeditor de la obra, Ismardo Bonalde.

A diferencia de lo que ocurre en las naciones más avanzadas, el modelo de educación superior venezolano y latinoamericano se ha limitado a impartir información. “El profesor universitario es evaluado por enseñar, no por generar conocimientos”, afirma Bonalde.

Según el investigador del Ivic, esa realidad tiene que ser transformada. “Es absolutamente indispensable que las universidades nacionales sean orientadas hacia la generación, preservación y difusión del conocimiento y el desarrollo de la creatividad e intelectualidad”, insiste Bonalde en el libro.

Además, las casas de estudios superiores deben, a juicio del científico, “incentivar y apoyar el crecimiento de la tecnología y la innovación, sin tener necesariamente que involucrarse en la generación de bienes y servicios”.

El vínculo entre ciencia, tecnología, economía y productividad tampoco escapó del autoanálisis de la Acfiman. “Pasar de una idea o descubrimiento a un producto, proceso o servicio en el mercado involucra a diferentes actores y requiere recursos de múltiples fuentes”, aclara en su artículo Sary Levy-Carciente, economista experta en macroeconomía financiera y miembro de la Junta Directiva de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.

A su criterio, “la brecha de financiamiento y conocimiento que existe entre estos dos extremos, conocida coloquialmente como el ‘valle de la muerte’, impide que muchos descubrimientos prometedores lleguen a la etapa de comercialización”.



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