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domingo, 14 de abril de 2013

El cuello uterino puede alertar de un posible parto prematuro

La medición de la longitud del cuello uterino y la modificación de la morfología del mismo entre la semana 20 y 24 del embarazo "puede alertar si se está ante un riesgo de prematuridad" en el futuro neonato, según explica el presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), el profesor Josep María Lailla.

A su juicio, éstas pruebas pueden permitir a los profesionales adelantarse a este desenlace y "tomar medidas" para retrasar el parto unas semanas. De esta forma, puede evitarse que el feto prematuro lo sea extremo y disminuir así sus complicaciones.

Lailla reconoce a Europa Press que ambas técnicas no han hecho que el índice de prematuros en España se haya modificado. Sin embargo, sostiene que es muy importante que el parto se de, por ejemplo, en la semana 33 y no en la 28, algo que "sí ha variado".

De esta forma, expone que los prematuros extremos son los nacidos entre la semana 24 y 28 de la gestación, mientras que los alumbrados entre la semana 28 y el momento indicado para el parto también reciben el nombre de prematuros pero pierden la última etiqueta.

Las consecuencias de que un neonato nazca antes de tiempo vienen determinadas "por la causa que origina la prematuridad" y por la semana de nacimiento, señala. En este último aspecto, insiste en que su grado de inmadurez "comporta una serie de secuelas y complicaciones posteriores que van a marcar lo que después pueda suceder".

Por su parte, las complicaciones que pueda sufrir la madre también son diversas en función del origen del parto. Así, si éste se produce porque la madre padece una patología, como "una cardiopatía, hipertensión o una diabetes descompensada", se le debe tratar para ella "y adoptar alguna conducta activa como la cesárea", declara Lailla.

Las complicaciones se producen en el feto

El máximo representante de la SEGO, que deja claro que las complicaciones se producen, "sobre todo, en el feto, indica que la prematuridad también se puede producir por causas relacionadas "con la placenta o el líquido amniótico". Sin embargo, las más frecuentes "suelen ser de tipo infeccioso", explica.

Por todas estas razones, y para que el feto no nazca inmaduro, el experto sostiene que los profesionales intentan alargar la gestación hasta la semana 34, "siempre que no exista una causa de gravedad que obligue a actuar de forma inmediata". Así, manifiesta que "hay circunstancias por las que se induce un parto prematuro", siendo éstas las que indiquen que el nenonato "va a estar mejor fuera".

En cuanto al tratamiento a seguir por el nuevo ser, Lailla asegura que éste es distinto en función de la semana del fin del embarazo y de la causa del parto. Lo que sí subraya es que éste se debe producir en un servicio especializado para poder atender a la madre y al feto con rapidez.

En este sentido, afirma que, debido a que la prematuridad "es la causa principal de muerte y de secuelas de los nenonatos", cuando se conoce que un feto va a nacer antes de tiempo, éste tiene que ser alumbrado en un espacio acondicionado. La demora en la atención "repercute en el bienestar y en al vida posterior del recién nacido", indica.

No obstante, Lailla señala que la supervivencia "varía muchísimo" dependiendo de diversos factores, exponiendo como ejemplo que no es lo mismo nacer "entre la semana 24 y 26, que entre la 26 y la 28". De esta forma, asegura que hay fetos que han nacido en la semana 22, aunque "con un 70 por ciento de secuelas postnatales de por vida".

Por otro lado, el galeno expone que las complicaciones en los recién nacidos se pueden producir también si el embarazo se alarga demasiado, por lo que éste "no debe pasar de la semana 42", momento en el cual se debe provocar el parto. Para este neonato postmaduro, el aporte nutricional que recibe a través de la placenta intraútero "ya no es suficiente para su desarrollo", declara.

De cualquier forma, confirma que esta situación no ocurre nunca "en una señora bien controlada y bien datada". En este caso, y hacia la semana 42 y unos días, "se busca la inducción del parto", concluye Lailla. 
 
 
 
 
 
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