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viernes, 8 de noviembre de 2013

La mataron para robarle los implantes de senos

Luego de estar en Rusia, donde resolvieron el misterio del caníbal de Moscú, los investigadores para casos especiales del Cicpc de Venezuela, llegaron a Londres, Inglaterra. Scotland Yard, la policía de la Gran Londres, no estaba muy convencida de sus capacidades, pero como integrantes del Interpol en ese momento, el Reino Unido, les permitió a Carlos Salinas y Mario Pinto echar un vistazo a un homicidio tan repugnante como los cometidos por el mismísimo "Jack el Destripador".  


La víctima era una mujer de 35 años, a quien mataron a cuchilladas y luego le habían sacado los implantes mamarios. Posteriormente, el cadáver había sido arrojado al río Támesis. Yard necesitaba toda la ayuda posible antes de que ese caso sembrara terror en la flemática sociedad británica. Sabían que los sudamericanos tenían fama de haber resuelto difíciles asesinatos a los que un policía londinense no se había enfrentado jamás. Pero, aún así, se negaban a confiar en ellos.


Por su parte, al parecer de los detectives del Cicpc, "La Yard" seguía utilizando "métodos rigurosos pero rutinarios", como los cuestionaba Sherlock Holmes. Sobre el caso, conocieron que el cadáver fue conseguido a finales de agosto y sus huesos estaban ahora en el laboratorio de antropología forense del edificio New Scotland Yard en la avenida 10 Broadway de Londres. 


Tenían ingente cantidad de información digital y física. Analizando estos datos se supo que se llamaba Anne Crawford; exitosa corredora de bolsa. En la foto de su permiso de conducir de hacía 2 años, su busto apenas era prominente, pero en las más actuales, descollaban poderosamente, salpicados de sensuales pecas sobre el campo blanco de su sedosa piel.  


Lo extraño del caso era que le hubieran robado los implantes. Tras ser lanzado al Támesis, el cadáver había flotado hasta cerca del embarcadero, no lejos del puente de Westminster, en cuya orilla oeste se levanta el edificio del parlamento y el imponente Big Ben. Los restos fueron avistados como a las 09:00 a.m. por turistas de las embarcaciones recreativas y hasta por personas que usaban el "London Eye", una gigante rueda de feria con cabinas para admirar el paisaje urbano. 


Los forenses consiguieron que las costillas tenían cortes en forma de X, por lo que se determinó que el asesino la había atacado con algo filoso, lanzando cortadas de arriba abajo, cruzándola a puñaladas y luego, había enterrado el objeto en el abdomen. 


Hasta ahí habían llegado los Yard. Ahora, los agentes del Cicpc entraron en acción. Acompañados de un equipo de esa policía, bajaron al sur por la avenida  A3212 Millbank, dejando detrás el Riverside Walk Garden y decenas de edificios que aparecían en la guía turística.  


El Duque Loco o el Duque de York


A unos 5 kilómetros del Puente Westminster, hallaron un discreto embarcadero de piedra de la época victoriana. Los Cicpc dijeron a sus colegas que ése era un sitio perfecto para deshacerse de un cadáver. 


Los analistas británicos, con su proverbial meticulosidad racional, hicieron una lista de los teléfonos a los que llamó la víctima el día del homicidio. Era una lista larga, pero solo había unos pocos sospechosos. Los agentes del Cicpc subrayaron únicamente un número. La Yard no estaba de acuerdo, pero ellos insistieron. 


Para ellos el principal sospechoso era nada más y nada menos que el cirujano estético de la víctima. Los cortes alrededor del pezón para sacar los implantes eran muy precisos. Además, ese día, la mujer había llamado a ese médico, de nombre Erick Morrel ¡14 veces!, según los registros telefónicos. Él no contestó ni una sola vez. Entonces, llegaron a la conclusión de que ella, enfurecida por alguna razón, fue a verlo al consultorio.

La Yard "pegó el grito al cielo" ante la petición de los Cicpc de conseguir una orden de la fiscalía para investigar el consultorio de Morrel. Decían que era un hombre influyente, amigo de los amigos del Duque de York. Carlos y Mario les hicieron ver que "fuera el Duque Loco o el mismísimo Duque de York", había que detener al asesino ¿o preferían que el asunto llegara a la prensa?.


Sin senos no hay evidencia


Al siguiente día, llegaron a la clínica de Morrel, quien se mostraba confiado. Unas 2 horas después de revisarlo todo, Los Yard se mostraban más que nerviosos y dijeron a los agentes Cicpc que no habían encontrado las prótesis mamarias y que sin eso, no tenían ninguna evidencia. 


Pero el caso ya estaba casi resuelto. Al registrar la computadora, consiguieron que Anne Crawford había recibido implantes mamarios hacía un año, y que desde entonces, según la historia médica, las prótesis se le habían "encapsulado", era por eso que sus amigos y familiares decían que hacía unos 6 meses había dejado de usar ropa sensual, para taparse toda como una anciana victoriana y que sufría de severos dolores. 


Los agentes del Cicpc vieron que los implantes recibidos por ella, eran PIP, marca prohibida en Europa y en casi todo el mundo desde que se descubrió que eran nocivos para la salud de quien los usara. 


En su exposición de motivos, los agentes lanzaron a la cara de Morrel que ella había ido ahí a exigirle que la operara nuevamente o iba a demandarlo y acabar con su carrera de "curandero". Morrel la atacó con un bisturí, le sacó los implantes "para no perderlo todo" y la arrojó al río. 


Todos se quedaron con la boca abierta, ¡hasta el mismo Morrel!. Sobre el paradero de los implantes de la muerta, en otra sección de los registros de las últimas operaciones, aparecía que este irresponsable se los había puesto a otra paciente. Al bajar al estacionamiento de la clínica, consiguieron un pequeño automóvil Minicord, donde hallaron restos de sangre de la víctima y el bisturí usado como arma homicida.  


Morrel fue detenido, pero el asunto fue tratado como un homicidio menos macabro del que en realidad había sido. La mujer que recibió los implantes de la desventurada Anne Crawford, fue intervenida e indemnizada. Los agentes del Cicpc salieron de Londres por el aeropuerto Londres-Heathrow con rumbo a Caracas. Su participación en el caso   no fue divulgada, pero igual, no deja de ser un triunfo para la investigación criminal y la justicia Latinoamericana en tierras anglosajonas. Caso resuelto. 




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