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lunes, 22 de agosto de 2016

La increíble historia del pesista olímpico que baila para que su país no desaparezca



La República de Kiribati es un país insular ubicado al noreste de Australia en la zona central oeste del océano Pacífico. Al llegar al Aeropuerto Internacional Bonriki, en la capital Tarawa, un grupo de ocho mujeres reciben a quienes se bajan del avión con el baile típico de la región, al ritmo de la danza que emula el movimiento de una Fregata minor, ave que sobrevuela los aires del archipiélago. Los isleños, en la primera lección sobre su cultura, muestran alegría y hospitalidad.

David Katoatau, es tal vez el hombre más popular de Kiribati. Este pesista nació hace 32 años en Nonouti, uno de los 33 atolones del país insular. Un atolón es el conjunto de islas pequeñas que hacen parte de un arrecife de coral, éstos se van creando cuando el arrecife crece alrededor de una isla volcánica, a medida que la misma se va hundiendo en el océano, por lo que, en el transcurso del tiempo, ésta tiende a desaparecer.

Justamente, Katoatau quiere que el mundo se entere de la problemática que vive su país, la misma que cada año se acrecienta a raíz del calentamiento global. Su objetivo se cumplió. Después de tres participaciones en Juegos Olímpicos (Pekín 2008, Londres 2012 y Río 2016) y la primera medalla de oro en la historia de Kiribati, en unos Juegos de la Mancomunidad (el equivalente a los Panamericanos para Gran Bretaña y los territorios que fueron o son sus colonias), en Glasgow 2014. Dos años después, acaba de logar que a través de las redes sociales su nombre y su nación fueran el centro de atención en las olimpiadas del 2016.

El haltera simplemente se dedicó a hacer lo mismo que hace desde cuando era un niño y empezó a levantar pesas. “No había gimnasios cuando empecé a entrenar de niño. Me formé en la playa bajo el sol directo. La barra se calentaba tanto al tacto que me obligaba a entrenar a las seis de la mañana”. Sin importar el resultado que obtuviera, al poner las pesas sobre el suelo, se le formaba una sonrisa en su rostro e iniciaba el baile que emepezó a realizar a lo largo de su carrera como deportista.

De los cuatro Juegos Olímpicos a los que asistió Kiribati (Atenas, Pekín, Londres y Río), David ha sido el abanderado desde el 2008. Por más pequeña que sea la delegación que integra, el país insular ha figurado en cada una de las ceremonias de inauguración gracias a su pesista. Así lo hizo en el estadio Maracaná el pasado 5 de agosto, con su baile característico, el mismo con el que sus compatriotas reciben todos los días a las personas que arriban a su país.

En Londres 2012, Katoatua fue el primer deportista de Kiribati en competir en las olimpiadas por mérito propio y no como beneficiario de uno de los cupos que el Comité Olímpico otorga como comodín a este tipo de naciones. Ama a su país como nadie. Lo demostró en los Juegos de la Mancomunidad en Glasgow 2014. En la categoría de 105kg, levantando en total 348 kilos, logró superar al neozelandés Stanislav Chalaev (341 kilos) y al británico Benjamin Watson (337). Esta vez, el baile y la sonrisa estuvieron acompañados de lágrimas. Además de ser oro, es hasta ahora la primera medalla en la historia para esta isla del pacificó en una competencia deportiva.

El 31 de diciembre de 2015, David Katoatua junto con los otros 103.091 kiribatianos, fueron las primeras personas en la tierra en celebrar el comienzo del 2016. El archipiélago es el primer lugar en el planeta en dar la vuelta al calendario cada año. Pero el haltera celebró diferente. Entre sus deseos se encontraba los Juegos Olímpicos. Independiente del resultado deportivo, quería poner el nombre de su país en boca de todos. Lo logró.

“La mayoría de la gente no sabe dónde está Kiribati. Quiero que todos sepan más sobre nosotros, por eso uso las pesas y mis bailes para mostrarnos al mundo”, explica Katoatau a la agencia Reuters. El baile y la sonrisa irrompible del pesista no son en vano. Es un sujeto alegre en todo momento, pero cuando se trata de exponer el porqué de esto, se convierte en un hombre con un objetivo claro.

Por eso quiere que el mundo entero vea más allá de su carisma y se centre en los miles de isleños que se encuentran en peligro. Según los expertos, Kiribati es una de las poblaciones del Siglo XXI que podría desaparecer. Esto debido al hundimiento progresivo que sufre, a la erosión costera y a la densidad de población.

Según informa la agencia EFE, Kiribati estudia elevar su territorio de manera artificial para combatir la subida del nivel del mar. “Tenemos que buscar estrategias de adaptación más allá de la migración. Se trataría de elevar el terreno, porque una isla artificial no sería capaz de soportar las mareas altas y tormentas”, afirmó el presidente del país, Anote Tong, a Radio New Zealand.

Este proyecto, será estudiado durante el 2016 y cuenta con un presupuesto estimado en 100 millones de dólares. El mismo hace parte de las calificadas como “soluciones creativas” que evalúa el Gobierno.

“No tenemos los recursos para salvarnos a nosotros mismos”, terminó afirmando Katoatua durante su presentación en Río. Esta vez no hubo medalla ni diploma olímpico. En el grupo B de la categoría de 105kg, finalizó sexto. En el arranque superó los tres intentos y levantó 145 kilos. En el envión falló en su tercera presentación intentando los 208 kilos, se colocó las manos en su cabeza e hizo lo mismo de siempre: bailar y sonreír. El pabellón 2 de la Arena Riocentro lo despidió de pie y entre aplausos. En total, alzó 349. Pero el kiribatiano ganó. Venció la indiferencia y puso al mundo hablar sobre él y la problemática de su isla en el pacifico.

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