Oswaldo Oropeza Guariguan (El Lucifer) solía esconderse en hoteles de la Panamericana, El Junquito e Higuerote (Mir) para evadir las Operaciones de Liberación del Pueblo (OLP) que perseguían su captura, revelaron fuentes policiales. Naturalmente Lucifer pagaba sustanciosamente a los funcionarios policiales que le alertaban de las OLP ejecutadas por el Ministerio de Interiores en El Cementerio, Cota 905, El 70, Los Sin Techo y 1° de Mayo entre otros. Cuando recibía la información, se encerraba él y su banda en los señalados hoteles. De hecho fue abatido el viernes pasado por la Polinacional en uno de ellos: El Colonial.
Los organismos de inteligencia reseñan que El Lucifer alquilaba todas las habitaciones y aprovechaba para montar rumbas majestuosas con chicas prepago, bebibas y abundante comida china, que era la preferida del delincuente. El hotel AB Beach Playa de Higuerote también era una de las “conchas” de Lucifer, pero dejaron de ir desde que el Cicpc abatió a cinco miembros de su banda el 5 de enero pasado.
De allí que Lucifer tenía presuntos vínculos con empresarios de ese ramo así como con fiscales del Ministerio Público para “neutralizar” a “funcionarios fastidiosos” y con agentes del Saime que le expedían cédulas falsas.
El caudal de dinero que maneja El Lucifer, provenía mayormente de la venta de drogas y del secuestro exprés, cuyas víctimas eran escondidas en casas de El Cementerio hasta pagar la liberación que a veces era exigida en dólares.
Teledirigidas. Parte de los voluminosos ingresos era manejado en cuentas bancarias abiertas por mujeres integrantes del grupo delictivo. Esa misma modalidad es empleada al calco por las otras bandas que azotan al país pese a que algunos de sus cabecillas estén abatidos. Casos de El Picure, El Koala, El Chiporro, El Vampi, El Coqui y Makua. Son dirigidas desde la Penitenciaria General de Venezuela (PGV) pero usan el Internado Judicial de Aragua (Tocorón) como sitio de encuentros y rendición de cuentas. Ninguna de esas organizaciones criminales puede caminar de manera independiente, pues de lo contrario le dan un “golpe de estado”.
De hecho, El Lucifer ejecutó un golpe contra alias “El Menor Franklin” el domingo 20 de marzo cuando se enfrentó a esa banda rival y ultimó a nueve de ellos. Desde esa fecha, El Lucifer se hizo con el control total de la venta de drogas en El Cementerio y sus alrededores. Y para proteger su negocio, “decretó” un toque de queda que impedía el pasa de las patrullas policiales.
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