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lunes, 25 de agosto de 2014

Cronica: la mafia de los pasajes de autobus

¿Ha viajado últimamente en autobús? ¿No? Es decir, ¿Se ha perdido de toda esa diversión?
Pensé que el calvario pa’ comprar un pasaje era un mal exclusivo de Caracas, ya saben: la capital, el agite, que somos muchos, que los que vivimos acá y no nacimos acá y nos queremos ir a nuestro pueblo cada vez que hay un puente…
Resulta que las mafias trabajan más rápido que el Internet. Entonces, si usted se encuentra, por ejemplo, en Burere (un pueblito que queda cerca de Carora) le resultará igual de complicado comprar un pasaje de autobús, que si lo hiciese en el Big Low Center de Valencia.
Este mes de agosto de 2014 me tocó mi turno, se los cuento…

Terminal La Bandera – Caracas

Comienzo diciendo que el Terminal La Bandera de Caracas (se supone el principal terminal terrestre del país) es más feo que un miércoles de cenizas al final de carnaval. Ya en las afueras opera una mafia de gente que trafica con la necesidad de viajar de los pasajeros.
Desde que uno sale del Metro (estación La Bandera) lo persigue una parvada de tipos con cartelitos (un retazo de caja de cartón escrito con marcador) que lo atosigan gritando: Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Maracay, Guanare, Acarigua y qué se yo.
mafia de los pasajes parte 1
Esos tipos lo acosan escaleras arriba hasta llegar al segundo piso del terminal, donde están las taquillas de venta de boletos. Allí, otro cardumen le grita cosas inentendibles.

Qué se encuentra:

1.-Nunca hay pasajes. La premisa es que no hay y usted debe esperar un bus “habilitado”, esperar que alguna de las empresas venda boletos a la hora que le dé la gana, o que ocurra un milagro.
mafia de los pasajes parte 1
2.-Se agotaron los boletos para la tercera edad. Cuando usted pregunte por uno de esos pasajes, el último YA lo vendieron –justamente- a la persona que compró antes que usted.
3.-Mafia de los billetes. Resulta que en el PRINCIPAL TERMINAL TERRESTRE del país no hay puntos de débito. Usted debe llevar dinero en efectivo, es decir “billuyos” para comprar uno, dos ó 10 boletos. Con eso, supongo, no sólo evaden impuestos o controles,sino que todo lo que uno desearía fuesen servicios deben obtenerse a punta de realazos.
4.-Olvide las rutas intermedias. Es decir si usted viaja a Ciudad Ojeda, estado Zulia (por ejemplo) Expresos UniZulia, Maracaibo, Mérida, Rápidos Maracaibo, BusVen o alguna otra empresa te lleva, pero resulta que NO HAY BOLETOS SINO SÓLO A MARACAIBO.
Es decir el pasaje Caracas – Ciudad Ojeda cuesta 400 bolos (antes del aumento) y Caracas – Maracaibo cuesta 700 bolívares (sin aumento). El autobús te deja en Ciudad Ojeda pero debes pagar la ruta hasta Maracaibo: 300 bolos más, casi el 100% de la primera ruta, lo que significa el doble del costo inicial.
5.-Los boletos los llenan a mano. Alguna vez hubo un sistema automatizado. Es probable que justo el día que yo fui (7 de agosto 2014) estuviese “caído el sistema”, por tanto no asignan puestos, no indican ni siquiera el número de la puerta de embarque y el error humano está a la orden del día. Así que, empuje o lo dejan.
6.-Los baños. Esto es para escribir una novela aparte. Es cierto que La Bandera es un sitio con altísima rotación de personas, que muchos usuarios maltratan los bienes públicos, que se mean las tapas y el piso y las paredes y las papeleras… pero si tiene ganas de “devolverle la mierda al mundo”, al entrar el mundo te la echa en la cara.
7.-¡A comerrrrr! Lleve una busaca de bolívares, no solo para los pasajes en efectivo sino por si le da hambre. Una miserable arepa con queso cuesta entre 80 (en la bomba llamada Lourdes a las afueras de Carabobo) y 120 bolívares (en Nirgüa).
No hay boletos, opción: Las Busetas
Finalmente debí irme en una buseta.
-Chamo vente por aquí –me dijo un tipo que no tenía carnet, uniforme ni nada que lo identificara.
-Y el pasaje, pregunté.
-Se lo pagas al Chofer después que embarques
-¡Verga! ¿Y no me dan nada escrito?
-Jajajajajaja ¿Tú no eres de aquí, verdad?
mafia de los pasajes parte 1
Lo seguí, embarqué, me rompí el pantalón con el tubo de un posabrazos que hace años que no está en su sitio y salimos una vez que se llenó la unidad.
5 horas duró la ruta de Caracas a Barquisimeto. Durante el transcurso, el colector nos deleitó con un CD sin fin, de un tipo que canta una especie de vallenato (un poquito más lento, igual de llorón) y que tiene voz como uno de los niños cantores del Zulia.
Todos cantaban. El soldado que se había quitado la guerrera, una señora que llevaba una torta en las piernas, la muchacha que leía un libro de Paulo Coelho, el colector que puso el disco, dos chamos con el pelo al estilo Supersaiyajin, un señor con sombrero estilo coleador de caballos y dos niñitas que viajaban con la abuela.
No aguanté más y pregunté. La señora de la torta me dijo, mirándome como si yo hubiese llegado del espacio sideral: Ah pues, Romeo ¿No lo conoces?
3 horas después cambió el disco y le siguió un repertorio de vallenatos, reggeatón y un tipo de apellido ¡Muñiz! ¿Tú, no tienes radio en el celular? Disparó la señora de la torta.
A todas estas, entrábamos a la avenida Venezuela de Barquisimeto, rumbo al terminal de pasajeros. Levantaban los crespúsculos.

 



Barquisimeto – Ciudad Ojeda

Llegar a Barquisimeto sobre las 5 de la tarde es un espectáculo para el alma. Una cascada de colores naranja, rosa, azul, gris, amarillo; inunda el cajón celeste y entonces la naturaleza nos regala los más hermosos crespúsculos del planeta. Es imposible dejar de mirar el firmamento, hasta que la noche –lentamente- oscurece los ojos.
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Así iba, distraído hasta el colector, ese que puso la musiquita del tipo que canta una especie de vallenato (un poquito más lento, igual de llorón) y que tiene voz como uno de los niños cantores del Zulia; nos sacó del espejismo:
-¡¡Agarren sus maletas que llegamos!!
¿Han llegado ustedes al terminal de Barquisimeto cuando oscurece? Quizá no fuese tan tenebroso si los mismos trabajadores de las líneas de transporte no generaran psico-terror colectivo entre los pasajeros.
-Ni se le ocurra ir al baño, que esta semana violaron a dos. Le decía una muchacha que llena el “listín” de pasajeros de una buseta, a la señora de la torta.
Pero ¿La verdad, la verdad? La imagen de los baños, de pana no ayuda a desmentir los comentarios.
Personal uniformado del terminal: na nai, na nai. Allí mandan los trabajadores de las líneas de transporte y allí cada uno jala pa’ su corral. Obvio que NO HABÍA UNIDADES DISPONIBLES para Ciudad Ojeda.
Ubicada la buseta de rigor supimos que el pasaje a Maracaibo era de 200 bolos (antes del aumento) y según el credo del colector “No entramos al terminal de Ciudad Ojeda. Te dejamos en la Lara-Zulia. Cobramos completo (o sea los Bs 200) Y somos la última unidad que sale”.
¿Qué hacer ante un hijo de puerca que juega con tu necesidad? A esa hora -7:30 PM, aproximadamente- en ese terminal no hay fiscales de tránsito, ni personal de la alcaldía, ni del Sundde, ni un tombo de esquina. Yo creo que ni fantasmas hay a esa hora. Listo, uno se la cala y sin vaselina.
Con mi cara de arrechera embarqué, pagué al colector (tampoco venden pasajes impresos) y pasadas las 8:30 de la noche salimos rumbo a Maracaibo. La “unidad” tenía aire acondicionado, así que como Héctor Lavoe creí que era el día de mi suerte.
Pero eso de celebrar antes del minuto 90 es pavoso. Una pantalla se tiñó de azul rey, señal de que habría video. Ya lo deben estar imaginando ¡Si! Un DVD enterito del tipo que canta una especie de vallenato (un poquito más lento, igual de llorón) y que tiene voz como uno de los niños cantores del Zulia. …su madre.
Jamás me imaginé que ese tal Romeo tuviese la capacidad de hacer un video de cada canción que graba. Pero pasa lo mismo que con Arjona, que si oyes una canción ya sabes las demás, con este tipo ves un video y ya viste los demás: mujeres en traje de baño, carros tunning, playas exóticas y él llorando porque le montan cachos.
A media noche y debajo de un poste, en el cruce de la Carretera “N” con la Lara-Zulia, me dejó el chofer. “Lo demás no es peo mío”, pensará el tipo.
El Terminal de Ciudad Ojeda
El miércoles 13 de agosto de 2014, cerca de las 11:00 am pasé por el terminal de pasajeros de Ojeda para comprar mi boleto de regreso a Caracas. En los pasillos apenas estaba una señora que pasaba lampazo, sobre un piso de cemento pulido, que se secaba de inmediato debido al calorón del medio día.
-¡Buenas! Señora, disculpe ¿Por qué están cerradas las taquilllas?
-Miiiiijo, si esta se gente se va como a las 9 de la mañana y no vuelven sino en la nochecita pa’ despachar a los buses, me dijo sin dejar de limpiar.
-¿Y ya no venden pasajes?
-¿A esta hora? ¡Vos lo que estáis es loco! Tenéis que venirte mañana. A las 4 de la madrugada ya hay cola. Y si la pegáis, te venden un pasaje.
Cuando uno piensa que hay que pararse a las 3:00 am para vestirse, haber arreglado con un taxista que te busque, salir en medio de la oscurana, llegar a un terminal que queda en la zona industrial de Ciudad Ojeda, donde no hay ni un mísero policía; lo menos que se me ocurre –al menos a mí- es que el alcalde (el doctorcito Mervín Méndez Quevedo), jamás se debe haber montado en un bus, en ese terminal que él mismo construyó en alguno de sus 5 períodos como alcalde.
Ahora bien:
1.-No importa a la hora que usted haya llegado. No importa si llegó a las 3:00 am, o si durmió en el terminal. Lo importante en Ciudad Ojeda es que usted sepa algún arte marcial, practique boxeo o pueda gritar más de 600 groserías por segundo, para usarlas una vez que abran alguna de las taquillas.
2.-La hora de apertura de las taquillas es religiosa, es decir, sólo Dios sabe a qué hora las abren. Cada empleado de las líneas que allí tienen oficina (Expresos Occidente, Expresos Maracaibo, Expresos Mérida, Flamingo, Unizulia) llegan cuando quieren, se ríen de usted en su cara y lo mandan a la mierda cuando les provoca… total ellos tienen los boletos y usted es el que los necesita.
3.-Hágase un amigo o dos en la espera, o llévese a cinco de sus primos. Es la única forma de cubrir todos los frentes de combate. Si lleva primos garantiza que cada ventanilla susceptible de abrir tenga un representante de sus intereses.
4.-Si tiene primas, mejor. No me tachen de machista, pero los vendedores de boletos son como los choferes de autobús. Cuando un hombre pregunta una información apenas si responden, pero si es una chica… Bue… Se desbordan en miamores, mamitas, princesas y demases.
4.1.-El miércoles 13 de agosto de 2014. El empleado de Expresos Occidente en Ciudad Ojeda, llegó a las 8:45 am, ÚNICAMENTE para poner un cartelito que decía: HOY NO HAY BOLETOS. 10 minutos más tarde una chica se le acercó, abrió la taquilla y le vendió 5 puestos.
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5.-Cash. Parece una constante, pero resulta que uno de los puntos de mayor actividad petrolera del país, que genera millones de bolívares en tributos municipales por explotación de nuestra mayor riqueza, tampoco hay puntos de débito. Esa vaina es como tener gente trabajando (en pleno siglo 21) como ascensoristas.
6.-Los habilitados. De Ojeda pa’ Caracas vale 400 bolos (antes del aumento) y desde Maracaibo hasta la capital son 700. Pues en Ciudad Ojeda cuando las empresas autobuseras no tienen unidades disponibles habilitan una unidad que te lleva, pero a 700 bolos. Curiosamente la gente en los pasillos asegura que esas unidades son de un empresario que aportó pa’ la campaña del doctorcito Mervin. No me consta.
7.-Tasa de Salida. Lo único que funciona 24 horas en ese terminal es el cobre del impuesto municipal denominado: Tasa de salida. Los taxistas te extorsionan, no hay policías, los buses a veces te venden el boleto y no viajan… pero el pago de la tasa es obligatorio.
Finalmente, formamos un equipo entre los 6 que llegamos a las 4:00 AM.
1) Un señor que tiene sus hijos en Caracas.
2) Una señora joven que viajaba para conocer la capital
3) Un hombre que trabaja en un ministerio y que tenía una camiseta del Real Madrid
4) Una muchacha recién graduada que viajaba a casarse con su novio.
5) Un jubilado que se regresó al Zulia después de 35 años en Caracas y que iba a una fiesta.
6) Y este que les parla.
La muchacha casamentera nos consiguió los boletos –lamentablemente- pelándole el diente al tipo de Expresos Occidente; de no ser por ella, de seguro vendría aún en un buseta calándome las canciones del tipo que canta una especie de vallenato (un poquito más lento, igual de llorón) y que tiene voz como uno de los niños cantores del Zulia.
Por:  Desde La Plaza / Ernesto J. Navarro




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2 comentarios:

  1. ¡Que buen reportaje! Y lo que más me impresiona, aparte del contexto tan realista que parece una novela, es que es la primera vez que leo algo de El Parroquiano sin errores ortográficos, esto si es nuevo

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  2. Todo esto se debe al gobierno robolucionario socialista q q durado + 15 años

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