El orgasmo simultáneo tiene que ser más una casualidad que
una constante búsqueda. Es un mito que produjo mucho daño en la
sexualidad de las parejas, especialmente por la idea que las personas
tienen sobre esto y por las atribuciones que le colocan a la situación.
¿Qué es un orgasmo simultáneo? Es el esfuerzo, la concentración, el
sobrecontrol de las sensaciones para coordinar con la pareja el momento
justo para alcanzar el orgasmo a la misma vez. Es una de las metas a las
que se enfrentan las personas por considerar que es la forma de obtener
la satisfacción plena.
“El orgasmo simultáneo favorece el sentimiento de unión y refuerza
positivamente la relación”, dicen por ahí. ¡Mentira! En realidad,
favorece el sentimiento de desesperación y refuerza la incertidumbre y
la frustración.
Muchas personas sienten que el orgasmo simultáneo es el mejor.
Piensan que si no lo consiguen significa que no hay amor, que la pareja
no se entiende, que no funciona, que no son el uno para el otro. Es como
la gran prueba de amor: “si logramos tener un orgasmo simultáneo es
porque nos amamos”.
Cuando no se consigue se carga de culpabilidad a la otra persona, ya
que “con otras parejas no me pasaba, sos vos”. Qué error más grande.
Para tener un orgasmo una persona necesita soltarse, dejarse llevar por
la excitación, para poder terminar con el momento de máximo placer.
Orgasmo significa descontrol. Y eso no ocurre si tenemos toda la presión
de un orgasmo simultáneo.
Los posibles efectos
Ponerse en búsqueda de un orgasmo simultáneo en teoría resulta fácil y
práctico, pero en la realidad termina siendo la situación más
displacentera y estresante que puede haber. La atención puesta en qué
está ocurriendo con el otro, y al mismo tiempo estar pendientes de las
propias sensaciones, no permite sentir placer y puede generar una
disfunción sexual.
La obsesión y el sobrecontrol de la emociones provoca que nos
inhibamos y hace que la pasemos muy mal. La mujer puede dejar de
lubricarse adecuadamente y pueden aparecer molestias y dolores. El
hombre puede tener fallas en la erección, eyacular rápidamente o
inhibirse tanto que no pueda eyacular.
Cada persona tiene su manera muy particular de excitarse y tiene sus
tiempos, que casi siempre no coinciden con los de la pareja. Por eso que
se dificulta con la especulación cronométrica para alcanzar juntos el
orgasmo.
Por qué fingimos
La obsesión por lograr el clímax a la vez conduce a fingir. En muchas
ocasiones es una demanda de los hombres para reforzar su machismo: “yo
siempre hago que con mi pareja tengamos orgasmos al mismo tiempo”,
alardean. Así, demandan y exigen.
En ocasiones es una demanda de la mujer para confirmar cuánto ama al
hombre y cuánto él la ama. Ellas dicen fingir los orgasmos porque se
sienten demasiado presionadas y esto les impide relajarse lo suficiente
como para abandonarse a las sensaciones de su propia excitación.
La clave: pensar en el otro
Un orgasmo es un momento tan placentero que, aún cuando no se alcance
a la vez, se lo podría gozar plenamente. Una persona puede disfrutar de
dar placer sexual.
La experiencia y el compartir con una pareja que se quiere y que
gusta puede facilitar la reducción de los miedos y las inhibiciones.
Esto facilita alcanzar el orgasmo, ya que hubo tiempo para conocer a la
otra persona y generar la confianza necesaria para poder dejarse llevar
por el erotismo y la excitación. Uno disfruta en la medida en que es
capaz de apropiarse de su cuerpo y de sus sensaciones.
Por todo esto, ya es hora de dejar de lado la idea errónea del
orgasmo simultáneo como una meta. Hay que aprender a dejarse llevar por
las sensaciones y las emociones, que fluya ese deseo de encontrarse con
la persona que nos estimula sin ponerse parámetros ni metas.
Hay una frase muy vieja, pero muy sabia: “relájate y goza”. Si nos
relajamos, si nos dejamos llevar, si no nos ponemos presiones…
Seguramente gozaremos y dejaremos gozar.
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