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jueves, 2 de marzo de 2017

Conozcan la verdad verdadera del "peor esquiador del mundo" (+ travesía +quien lo ayudo)



Pidió disculpas por no representar dignamente a Venezuela. "Y eso es lo que me molesta de toda esta historia, que aseguren que el Gobierno a mí me pagó o me está pagando algo", dijo en respuesta a los señalamientos en su contra

La historia de Adrián Solano pudo haber sido otra más de un latinoamericano en el Aeropuerto de París-Charles de Gaulle, hasta que la canciller Delcy Rodríguez hizo pública la intención del gobierno de Nicolás Maduro de presentar –un mes después del incidente– una protesta al gobierno francés por la "afrenta contra el deportista venezolano". Los medios reseñaron a la diplomática y, a la par, el mal desempeño del joven en el Campeonato Mundial de Esquí en Finlandia.

De la sorpresa, las audiencias pasaron a la risa y de allí a las críticas y especulaciones sobre su participación en la competición. "Enchufado" fue uno de los insultos recurrentes. Todos exigían saber de dónde había salido el dinero para el viaje, por qué el Estado pretendía protestar en su nombre, cómo entró al campeonato si nunca en su vida había visto o tocado la nieve e, incluso, cómo paseó por París y conoció la torre Eiffel en el ínterin.

El domingo 26 de febrero ya estaba de regreso en Venezuela y el lunes, según lo acordado, llegó al Centro Comercial Los Aviadores, en su natal Palo Negro, para conversar con Contrapunto.

El joven, de 22 años de edad, no luce precisamente como "el esquiador más famoso del mundo" ni como un "enchufado". Con un pantalón roto en la entrepierna, una franela blanca, zapatos azules y una gorra negra con la marca de la empresa que lo patrocinó en Finlandia, Adrián llegó a la cita en compañía de una amiga y de su antiguo jefe: el dueño de Espacio Burger, restaurante donde trabajó como cocinero.

De allí nos trasladamos hasta el lugar donde se inició en el entrenamiento del skiroller, o lo que es igual, esquí sobre ruedas. “Aquí empezó todo”, dijo al enseñarnos el Parque del Ejército, mejor conocido como “Las Ballenas”.


Foto: Anthony AsCer Aparicio

Allí también suele hacer barras y paralelas, como parte de su rutina de entrenamiento, que –tal como lo asegura– piensa retomar. Lo ocurrido en Finlandia no lo frenará, garantiza. Solano piensa seguir forjando su carrera como esquiador profesional, mote que certifica la Federación Internacional de Esquí desde el momento en que aceptó su inscripción en el organismo.

Foto: Anthony AsCer Aparicio

"Tú te escapaste de tu país, eso es mentira que vas a Suecia a entrenar"

–¿Cómo conociste a César Baena?

–Yo conocí a César hace poco más de un año en una actividad de la Organización Bolivariana Estudiantil (OBE), la cual dirigí cuando estaba en el liceo. Él se presentó, habló de su trayectoria como esquiador profesional, nos contó sobre su Récord Guinness y, por último, nos invitó a practicar el esquí nórdico. A mí me pareció interesante porque es algo extremo, y como en mi personalidad está hacer cosas distintas de las que hacen los demás, pues lo intenté. A mí me gustan los retos, no me gusta lo sencillo.

Foto: AVN

–¿Antes de esa conversación con César nunca habías patinado, ni siquiera sobre ruedas?

–Solo con los patines que te regalan en Navidad y los utilizas frente a tu casa (risas). Antes había practicado béisbol y fútbol, pero como hobby, nunca nada profesional. La manera en la que él nos vendió el esquí en ese momento, cómo nos convenció, me hizo pensar: "Quién quita y algún día me convierto en un atleta famoso". Cuando llegué a la casa mi mamá también pensó que estaba loco, pero yo sabía que, si me lo proponía, lo iba a lograr, y al final, mira… ¡Lo logré! No de la mejor forma, no ganando una medalla, pero estoy cumpliendo un sueño en este país lleno de adversidades.

–Y después de ese primer contacto con César, ¿él te dio una pauta a seguir? ¿Te dotó de equipaje para entrenar?

–No fue en primera instancia que él me tomó la palabra. Él dispuso de varios domingos para hacer una especie de clínica deportiva de rollerski. Y de todos los muchachos que estábamos ahí el día que él nos habló por primera vez del esquí, yo fui el único que asistió a todas esas prácticas. Yo no fallaba. Los demás sí ponían excusas, o no iban porque tenían otras cosas que hacer, pero yo sí me "enfiebré", y no iba a dejar que ese fuego se apagara. Y parece mentira, pero ese año de práctica sobre ruedas yo creo que me sirvió, porque muchos hablan, pero si los tiran en la nieve sin ningún tipo de entrenamiento previo sobre esa superficie, no llegarían ni al kilómetro, y yo recorrí 5 de 10. Hasta para mí es sorprendente todo esto porque, obviamente, yo nunca pensé que Adrián Solano iba a sonar así.

–¿Cómo hiciste para viajar? ¿De dónde sacaste el dinero?

–Trabajé mucho, tuve varios empleos a la vez y recibí apoyo de mis amigos y familiares. Yo me tracé una meta y mira, ¿qué te puedo decir?.. Soy insistente, soy de esas personas fastidiosas con las metas que, cuando se proponen algo, lo logran. Hasta mi abuela, y esto me da mucho sentimiento, me dio su pensión en aquel entonces, porque no me alcanzaba para comprar el pasaje con lo que yo tenía. Obviamente con ese poco dinero de mi abuela no fue que resolví, pero fue un granito de arena. Y ver que mi familia me dio lo último que tenía, que en la casa no había un plato de comida pero con todo y eso me apoyaron porque creían en mí, fue lo que me impulsó. Y fue fuerte, porque nadie sabe cómo se me partió el corazón después de que, con tanto esfuerzo que compré mi pasaje, llegara a París y me dijeran que me tenía que devolver. Yo me endeudé, pasé tanto trabajo como para que esa gente allá me dijera que no me dejaban entrar porque lo que yo quería era emigrar, porque aquí estamos pasando hambre. Eso sí me dio vergüenza: que hablaran así de mi país y en el fondo saber que estamos viviendo esta desgracia.

–¿Cómo resolviste ese problema estando casi sin dinero y atrapado en el aeropuerto de París?

–Cuando me trasladaron al ZAPI, que más que un hotel es una sala de espera en la que meten a todas las personas que por un motivo u otro no dejan entrar a Francia, ellos me preguntaban que cómo a mí se me ocurrió practicar esquí, que de dónde yo sacaba que aquí se hacía eso. Una francesa me lo dijo "machucao" en español: "Tú te escapaste de tu país, eso es mentira que vas a Suecia a entrenar". Yo hasta cargaba una carta de invitación de César en la que él se comprometía a correr con todos mis gastos, y llevaba también mi inscripción en la FIS (Federación Internacional de Esquí), la cual me tramitó César y era necesaria para poder ir al Mundial. Se aprovecharon de que no manejo otro idioma para retenerme, y además solo tenía 28 euros que a mi abuela le habían regalado y durante años los tuvo guardados.

Por fortuna, cuando llegas allá, la Cruz Roja te da una tarjetica telefónica, y así fue que llamé a César. Le expliqué que me pedían una carta de invitación formal, firmada por Estocolmo; un seguro de vida y más de 1.000 euros, y yo no tenía nada de eso. Él se movió, me dijo que literalmente "jaló bolas" para conseguir la carta firmada por Estocolmo y me la mandó, pero para la policía e inmigración francesa no era suficiente. Y lo que más rabia me daba es que no me explicaban nada. Si les pedía que me dijeran qué pasaba, me respondían: "No moleste tanto; cuando lo llamemos por el parlante, baje". Y así estuve cinco días, parándome a las 5:00 de la mañana para que me trasladaran del ZAPI al aeropuerto y me preguntaran: "¿Venezuela o Francia?". Y durante cinco días seguidos dije "aquí me quedo", porque una funcionaria francesa que, por cierto, Dios la bendiga siempre, me dijo que no estaba obligado a abordar ese avión.

–¿Y por eso fue que te enjuiciaron, no?

–Sí. Insistí tanto, que me informaron que lo que procedía era un juicio. Me hicieron firmar un papel en el que me comprometía a asistir y demostrar que estaba diciendo la verdad, y me asignaron una abogada latina; era mexicana. Debido a las denuncias de César por Twitter, la cónsul se apareció en el aeropuerto el cuarto día, me explicó todo lo que estaba pasando y me convenció de que me regresara, pero como me había comprometido a ir al juicio, ella me aconsejó que dijera allí que me resignaba, que me quería regresar. Pero la abogada me recomendó que no lo hiciera, porque con la deportación sería considerado "persona no grata" en Europa y me negarían el acceso a cualquier país de la Comunidad por cinco años. Ya en el tribunal le expliqué a la jueza mi caso; tenía hasta un abogado que me contrariaba, pero el juicio duró como 10 minutos. Ese mismo día en la noche la jueza dictó sentencia y la abogada me dijo: "Ganaste, Adrián, puedes continuar tu viaje".

Me rescató la hermana de Diosdado Cabello

–¿Entonces por qué te devolviste a Venezuela?

–Esa es la parte triste de la historia (risas). Yo había comprado mi pasaje gracias a una oferta, y lo primero que me dijeron cuando lo compré es que, si perdía el vuelo, no tendría reembolso. Los 28 euros que tenía los había utilizado para comprar más tarjetas telefónicas para llamar a César y a mi familia, y esa misma noche que me dijeron "ya te puedes ir", me devolvieron mis pertenencias y se desentendieron de mí. Yo no tenía dónde dormir, ni qué comer. La temperatura era de –2 y lo que yo cargaba puesto era un jean, una franelita y un suéter de esos delgaditos que uno utiliza aquí en Venezuela. Salí a la calle y, a la primera persona que vi, le pedí que me prestara un teléfono para llamar.

El señor no me entendía nada, pero hice lo que pude para que me entendiera las señas. Me prestó su celular y César no me atendía. Yo entré en pánico. Mientras intenté comunicarme con él pasaron como cinco minutos, los más largos y desesperantes de mi vida, y entonces opté por llamar a la cónsul, que me había dado su número. En 15 minutos se apareció en el lugar.

Hasta ese momento yo solo sabía que se llamaba Glenna, pero no sabía su apellido. Cuando me rescató, me comentó que es la hermana de Diosdado Cabello y me dijo "vamos a resolver tu caso".

Me hospedó en el "Hotel de la Juventud", que nos cobró 35 euros por la noche, y a la mañana siguiente me pasó buscando y me llevó a la aerolínea. Allí me explicaron que mi próximo vuelo era el 12 de marzo, día en el que tenía previsto regresarme a Venezuela después de competir en Lahti, y que lo máximo que podían hacer era adelantar mi regreso para el 24 de enero.

Por esa razón fue que estuve más días en París, y yo me imagino que la cónsul sintió la responsabilidad de ayudarme. Me dijo que, en vista de lo que yo había pasado, para que no perdiera el viaje me iba a mostrar la ciudad, para que al menos la conociera.

Y yo pensé: "Bueno, estoy en París, mínimo una foto en la torre Eiffel me tengo que tomar", porque siempre de "carajito" uno se preguntaba cómo será conocer otro país, y ante esa oportunidad obviamente ni lo pensé.

Foto: Instagram @adriansolano.1

–¿Y César? ¿No apareció más?

–Sí, claro. Él esa misma noche me llamó, y mientras estuve con la cónsul buscó la manera de encontrar gente que me pudiera pagar un pasaje de París a Estocolmo, porque él no tenía más, no había cabida para errores. Pero lamentablemente no consiguió nada. Y cuando me monté en ese avión de regreso a Venezuela, lloré mucho. Yo no había llorado en el aeropuerto ni en el ZAPI, pero en el avión sentí una tristeza enorme; sentí que se había acabado mi sueño, me preguntaba cómo "coño e’ madre" iba a hacer para pagar lo que debía y, de paso, volver a reunir para volver a Europa.

–De regreso en Venezuela, ¿seguiste entrenando? ¿Cómo llegaste al Mundial?

–Sí, César me dijo que veía en mí una actitud perseverante, luchadora, y que creía en la posibilidad de que, con más entrenamiento, yo pudiera convertirme en un atleta profesional. Me habló del Mundial, que él participaría en representación de Venezuela junto a su hermano Bernardo y otro esquiador que se llama Donato Agostinelli, y pues nada: que en el equipo hacía falta uno más y quería saber si yo estaba dispuesto a dar el todo por el todo para competir. Me advirtió que no era fácil, que no era lo mismo esquiar en el asfalto que sobre la nieve, y los dos estábamos claros en que en ese mes de preparación no me iba a convertir en un esquiador de primera, pero al menos hubiera conocido el terreno, hubiera podido ganar más equilibrio. Hasta entonces yo entrenaba por fiebre, jamás me imaginé que iba a participar en una competencia de alto nivel.

"Yo soy uno más que va al Mercal y pelea para que le vendan su bolsita del CLAP"

–Dada su cercanía con el Gobierno, ¿César no intentó buscar apoyo gubernamental?

–Él sí lo intentó. Yo nunca fui a solicitar apoyo a la sede de ningún ente gubernamental, ni siquiera al IND (Instituto Nacional del Deporte). Pero sí hubo una solicitud formal por parte de César y su equipo, la cual nunca fue respondida. Por eso no nos íbamos a detener.

–¿Cuál es el nexo más cercano que has tenido con algún funcionario del alto Gobierno? ¿Algún “enchufado” puso plata para que hicieras esto?

–Te aseguro que no tengo ningún nexo con nadie del Gobierno. He asistido a actividades en las que he visto al gobernador o a algún diputado, pero yo he estado al margen de ellos, como cualquier otra persona del pueblo que va y espera algo de ellos. Yo soy uno más que va al Mercal y pelea para que le vendan su bolsita del CLAP. Y eso es lo que me molesta de toda esta historia, que aseguren que el Gobierno a mí me pagó o me está pagando algo. A mí no me molesta que se burlen de mí, porque, ¿cómo no burlarse? ¿Tú viste como me caí? ¿Cómo rodé? (risas)...

Foto: Anthony AsCer Aparicio

–Lo que pasa es que la gente ve tus fotos y se encuentra con que apoyas a Chávez. ¿No crees que quizá por eso te ligan con el Gobierno?

–Sí, fui chavista. Creo en el socialismo y me parece algo grandioso, pero no me parece lo que estamos viviendo ahorita en Venezuela. Esto de que la gente esté pasando trabajo, esté pasando hambre, pone los criterios en otro plano. Te hace pensar en qué es lo que realmente quieres.



–Hay quienes aseguran que el Gobierno te dio dinero por una foto de un carro rotulado con el logo de la Cantv que está estacionado en un lugar con nieve, y sobre él se posan unos esquís. ¿Recibiste algo de esa empresa o de alguna otra estatal?

–No, yo no recibí apoyo de nadie de este Gobierno. La única persona que me ayudó, además de César, fue un finlandés que se llama Aleksi Valavuori. Él ni siquiera sabía de la existencia de Venezuela, pero escuchó mi nombre en un periódico de su país que informó sobre mi deportación en Francia y me contactó. A la única persona ligada al Gobierno que agradezco es a la cónsul.

Finalmente llegué a Finlandia

–¿Qué tanto te ayudó Aleksi y por qué?

–En principio Aleksi no estaba en nuestros planes. Él apareció el pasado lunes, el mismo día que yo viajé a Finlandia. César y yo cuadramos todo por teléfono. Él me dijo que si yo reunía para comprar mi pasaje, él podía encargarse de todo lo demás, y en eso apareció Aleksi para darme la oportunidad. Él fue quien me compró el pasaje, me consiguió patrocinio con una empresa que me dio ropa de invierno, implementos para esquiar, todo. Antes de él, todo lo que yo iba a cargar era prestado. La idea inicial era que, si lograba viajar, compitiera con los esquís y el resto de los implementos del equipo venezolano (Ski Alliance).

Pero el domingo, un día antes del viaje, yo estaba con mis amigos en una piscina. La verdad, estaba resignado, no pensé que fuese posible. La mañana del lunes me despertó mi mamá diciéndome que estaban reventando el teléfono, y en lo que atiendo escucho a una persona que hablaba muy chistoso el español: era el traductor de Aleksi. Me explicó que, tras leer mi historia en medios finlandeses y suecos, estaba decidido a llevarme a Finlandia.


Foto: Anthony AsCer Aparicio

Me creó una cuenta en una página para recaudar fondos que se llama GoFundMe, y en menos de tres horas recogieron 4.365 euros. Ahí es donde ves la diferencia, cómo piensan ellos y cómo pensamos nosotros. ¿Cómo tú donas cinco euros para alguien que no sabes quién carrizo es?

Bueno, ellos lo hicieron, y así fue que lo logré. Él me dijo que el vuelo salía a las 10:00 de la noche de ese mismo día, por lo que tenía que estar en la tarde en Maiquetía. Yo no tenía ni 50 "bolos" en el bolsillo, mis papás no habían cobrado, por lo que empeñé mi DVD por 35 mil bolívares para pagar el taxi que me llevó al aeropuerto. Estaba más asustado que la primera vez, porque si en París se molestaron porque viajé con 28 euros, en esta ocasión se iban a morir cuando me vieran limpio, sin nada. Pero llegué a Madrid, que es donde hice mi primera escala, y el de inmigración ni me vio la cara; solo me preguntó adónde iba, por cuántos días, me selló el pasaporte y "siga". Luego en Holanda, lo mismo.

Finalmente llegué a Finlandia, y apenas salí había como 20 camarógrafos en la entrada. Yo me volteaba a ver quién venía detrás de mí, porque juraba que estaba atravesado tapando a una súper estrella (risas), y resulta que era conmigo.


En mi vida había tenido tantas cámaras en frente, y ahí me abordó Aleksi. "Solano", me gritó. Estaba acompañado del traductor, a quien le reconocí la voz rápidamente. La prensa finlandesa me entrevistó, tenían reporteras que hablaban español y me preguntaban si estaba preparado, y yo les fui sincero, tanto a los medios, como al señor que me pagó el pasaje hasta allá: les dije que no. Y él me dijo, a través de su traductor, que no importaba, que fuera a la competencia y diera lo mejor de mí. En ese momento sentí el apoyo más grande que me han dado en mi vida. Me dije a mí mismo: "Ya te montaste en el toro, ahora agárrelo por los cachos, ¿oyó? Agárrelo duro".



–¿Cómo lograste entrar a una competencia de alto nivel sin tener la preparación adecuada?

–Lahti 2017 tuvo una particularidad, y es que el presidente de la FIS quiso integrar países que tradicionalmente no practican ese deporte. Sinceramente desconozco por qué dejó participar a un venezolano que nunca en su vida había tocado la nieve, pero lo cierto es que quería darles cabida en ese deporte a otros países. Lo que pasó también es que otros países que, al igual que Venezuela, no tienen ese clima, como Colombia, Brasil o Ecuador, están mejor económicamente, y sus representantes pudieron reunir, irse a Europa unos seis meses y entrenar como era debido. Aquí para nosotros fue imposible. Allá, en Finlandia, el comité organizador corrió con los gastos de todos los participantes.

–¿Qué pensabas antes de la competencia? ¿Te lo imaginabas más fácil o estabas resignado a que tendrías una mala participación?

–El mismo día que llegué a Finlandia, competí. No me dio chance de pensar nada. Apenas llegué, me presentaron al coach de César y del equipo en general, y yo le dije que tenía miedo de matarme por ahí. Eran unas pendientes muy empinadas y el frío me estaba congelando. Él lo que me dijo fue: "Hijo, si usted llegó hasta aquí y es tan empeñado como ha demostrado hasta ahora, usted lo va a hacer". Cuando llegamos a Lahti fuimos directo a la pista, y no me había ni cambiado cuando ya me estaban llamando por los parlantes.

"Adrián Solano, Adrián Solano", se escuchaba. Yo me presenté en la pista con la ropa que cargaba puesta, la del viaje, y veo a César con cara de circunstancia. Le pregunté qué pasó y me dijo que soy el primero en salir. Y no solo que soy el primero, sino que salía en cinco minutos. Me cambié frente a las cámaras, me puse el traje y solo escuchaba "let’s go!". Yo estaba 'cagadísimo', quería gritar: "¡Ya va! Déjenme asimilarlo…", pero no me dieron chance ni de ponerme los bastones.

Foto: Anthony AsCer Aparicio

La gente me ha criticado que ni siquiera eso sabía, pero claro que sí lo sabía, eso es algo básico del esquí. Lo que pasó fue que, con el apuro y la presión, llegó el momento de la salida. Veía la cuenta regresiva en la pantalla y, entre el frío y los nervios, no paraba de temblar. Por eso no pude ponerme los bastones.

Fue entonces cuando el tipo me dijo "go, go, go" y me dio un leve empujón en la espalda, que es cuando se ve que me voy hacia atrás apenas salgo. De ahí es que salieron los primeros "memes" (risas).

Primero pensé que cualquier cantidad de gente me podía estar viendo, pero luego me dije "vamos, tú puedes", y empecé a darle. A la tercera caída dije que las contaría todas, y al final fueron 30. Trataba de imitar lo que hacía en el asfalto, pero todo es distinto. Para frenar usas otra técnica; para cruzar, igual. Todo lo que hice, lo aprendí mientras veía a los demás pasándome por el lado.

En el pico más alto, antes de bajar, me puse pálido. Hubo alguien, nunca supe quién fue, que me gritó: "¡Vamos, dale! ¡Venezuela!", y eso fue lo que me impulsó a lanzarme. Iba volando, se me partió el bastón y con todo eso no me detuve. Seguí dándole hasta que me cambiaron el bastón; recorrí la mitad porque cerraron una ruta que daba hacia otro camino, y dejaron una que me conducía de una a la meta.

Cuando veo que estoy llegando de último, que se me ve esa cara de exhausto, me dieron ganas de llorar. Estaba triste. Pero en eso veo aupándome al ganador de la competencia, un ruso al que felicito de nuevo porque es un grande. Todas las cámaras se volcaron hacia mí, dejaron a un lado al ganador para entrevistarme a mí, y aunque mucha gente se haya burlado de mí, fue un momento histórico en mi vida.

Foto: Anthony AsCer Aparicio

El presidente de la FIS me felicitó en persona. Alguien le traducía y me dijo que estaba orgulloso de mí. Esa gente no tuvo ni un solo insulto, mientras que aquí hasta me han amenazado de muerte. Ni siquiera César y los otros dos venezolanos que culminaron la carrera sin caerse, con buen tiempo, recibieron mensajes de apoyo. Todo lo contrario: en sus redes solo han recibido insultos por ayudarme. Está bien que se burlen de mí, pero a ellos deberían felicitarlos.

Adrián Solano durante una rueda de prensa en Finlandia. Foto: Instagram @valavuori

–Después de esto, ¿crees que es cierto eso de que "nadie es profeta en su tierra"?

–Yo creo que sí. Esa noche yo quería dormir, estaba cansado por la competencia y el viaje, pero lo que hacía era revisar el teléfono y ver como en Instagram me seguía un gentío solo para insultarme. Entiendo que haya venezolanos ofendidos. En mi segunda participación de 1,6 kilómetros, sufrí una caída que restregué la cara en la nieve; fue fea, pero cuando los que estaban ahí vieron que yo me paré, la ovación en el estadio fue increíble.

Cuando terminé lo único que escuchaba era "¡congratulations!". Y eso para mí vale más. Yo sé que lo hice mal, sé que hice el ridículo, pero lo intenté. Me esforcé, y mucha gente no lo hubiera hecho. Otros atletas profesionales me pedían fotos cuando estábamos en el comedor. Me decían 'picture, picture', me daban su apoyo y me decían superstar, y yo pensaba: "Será superestrellado" (risas).

De verdad le pido disculpas al campeón porque recibí más atención que él. Allá al campeón lo llevan a un sauna y le hacen una sesión de fotos con mujeres hermosas, y a mí me permitieron todo eso. Me llevaron a conocer la ciudad de Lahti.

El esquiador ruso que cruzó la meta en el primer lugar. Foto: AFP

Me sentía de verdad como un llanero en Caracas. Hubo gente que, sin conocerme, me abrió las puertas de su casa. Varios equipos profesionales, como el ruso, el estadounidense o el argentino, me dijeron que si quería entrenar, me fuera y ellos corrían con los gastos.

–Hay gente que exige que ofrezcas disculpas al país. ¿Tú qué opinas de eso?

–Pues les ofrezco mis disculpas por no ser una representación digna de Venezuela en una competencia mundial como lo fue esta. Es lo más justo, aunque realmente sí hubo una representación digna, porque no fui solo yo el que compitió por Venezuela. Pero así como les pido que me disculpen por mi actuación personal, también les pido a los que me han insultado que me ofrezcan sus disculpas cuando este Adrián Solano, que en su primera vez se cayó 30 veces, el día de mañana no se caiga.

–¿Eso quiere decir que vas a seguir esquiando? ¿Cuáles son tus planes?

–¡Claro! Yo voy a aceptar estas invitaciones que me hicieron y voy a entrenar duro para que, cuando me toque volver a representar a Venezuela, no digan "ahí llegó el peor esquiador del mundo", sino que digan "ahí llegó uno de los mejores del mundo, y de paso es de Venezuela, donde no hay nieve".

No esperen que por esto pierda las ganas de seguir intentándolo. Esto era justo lo que necesitaba para emprender este sueño. Mientras no me toque irme, seguiré entrenando aquí, sobre ruedas, y cuando sea el momento de partir, lo informaré. De momento no puedo decir nada más, que se vienen nuevas oportunidades. Y para los que piensan que hice esto por dinero, quiero que sepan que no me traje ni medio. Me fui limpio y llegué limpio, los 2 mil euros que sobraron de la recaudación los doné al mejor representante masculino y femenino de Finlandia, en agradecimiento a lo que ese país hizo por mí.

Allá ya tienen hasta una fundación en mi nombre, que está vendiendo gorritos con mis iniciales y el tricolor nacional para recolectar fondos que serán utilizados en pro del esquí infantil de ese país.


–¿Tienes algún mensaje para el país?

–A los venezolanos les pido que dejen de pensar tanto en los políticos. El venezolano no necesita políticos, necesita ciudadanos comprometidos para hacer que el país surja. Todos debemos trabajar para ello. Que el policía, en vez de "matraquear" a la gente, se dedique a hacer su trabajo. Lo mismo con los administradores públicos. Que el venezolano no sea visto como oficialista, chavista, opositor o escuálido, sino que todos nos veamos como hermanos. Aquí nosotros vemos una caída como una derrota. Ellos ven una caída como una oportunidad para volverte a levantar.

–Si el presidente Nicolás Maduro decidiera apoyarte económicamente de aquí en adelante, ¿no aceptarías?

–No. Y no por orgullo, sino porque no quiero dinero de nadie vinculado con la política venezolana. No quiero que mi nombre se vincule más a la política. Cuando logre otras metas, que sea porque le "eché pichón" y aproveché el apoyo de la gente que creyó en mí desde un principio; no por nadie que primero me ignoró y luego sí me quiso ayudar para llevarse los créditos.

Y al personaje de la oposición que dijo que yo soy un 'enchufado', le digo que mi familia y yo somos un libro abierto. Que investigue y venga a ver la mansión del niño rico que fue a gastarse los reales en Finlandia. Porque, de paso, hay quienes dijeron que me dieron 45 mil dólares para que pudiera participar, y eso es totalmente falso. El único que me ayudó fue ese señor (Aleksi), y ese dinero nunca lo tuve en mis manos. Todo lo manejó él. Estando allá me llamó un personaje de la política venezolana y me dijo: 'Solano, te voy a mandar un dinero, pero con él va un papelito que tienes que firmar', y yo le dije que no quería reales de gente que en un principio no me ayudó".

Créditos: Contrapunto

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3 comentarios:

  1. Adrián Solano, te felicito eres un ser muy sencillo, humano, temas y perseverante, te auguro todos los éxitosen tu vida, sigue así y bien lejos con los políticos, Dios te bendiga, cuentas con mi apoyo, en mi oraciones estarás, Triunfa que yo te recordaré hermano venezolano.

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  2. De verdad tenemos que aprender a no juzgar, sin conocer bien la historia. Ahora si entiendo la historia. Disculpas por mis burlas. Pero cada quien busca sus oportunidades y ya Solano consiguió la mejor en su vida.

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  3. Felicitaciones a ese chamo, le echó pichón. Dios te bendiga hijo. Eres un ejemplazo

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