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lunes, 27 de junio de 2016

Ganador del Pulitzer: “El oficio vale todos los riesgos”

Rodrigo Abd conoce lo que es estar en el lugar correcto, en el momento correcto. Una suerte de combinación que, dentro del mundo de la fotografía, tiene un desenlace común: una buena imagen.  
Este reportero gráfico argentino, de la agencia de noticias The Associated Press (AP),  ha convivido cerca de la muerte y la ha visto…con su cámara.
Su cuaderno de bitácora registra el paso por Afganistán, Siria, Libia, Haití y Venezuela, entre otras naciones. A pesar de los riesgos de ser corresponsal de guerra, siempre está dispuesto a aceptar una nueva asignación.

Actualmente reside en Lima, Perú, y desde la capital inca el también ganador del World Press Photo (2013) atendió el llamado de PANORAMA para conocer sus vivencias y anécdotas en la incansable búsqueda de la noticia. 
—Usted ha cubierto conflictos en diversas partes del mundo, pero también el terremoto de Haití y la situación política en Venezuela ¿Qué le han dejado estos escenarios?
—Cada evento tiene su propia dinámica. Es muy distinto cubrir un golpe de Estado, una elección en Venezuela o una crisis en Haití. Uno se prepara de manera distinta no solo logísticamente sino también mentalmente. Hay otros eventos para los que uno no puede prepararse directamente, solo te subes a un avión y listo. Por ejemplo, uno de los momentos que más me impactó en Siria fue asistir a los funerales y ver a los niños llorar por sus padres muertos. Cuando uno ve que los funerales son de civiles inocentes, hay que contarle al mundo que no solo son guerreros peleando contra un ejército, sino que en el medio hay un montón de gente sufriendo. Es un punto donde uno dice vale la pena hacer este esfuerzo, este riesgo. El oficio vale todos los riesgos. La gente necesita ayuda y hay que contarlo, necesitan hospitales, necesitan refugios, campamentos. 
Una mujer siria identificada como Aida llora mientras se recupera de graves heridas después de que el ejército sirio bombardeara su casa.
—Esta experiencia lo llevó a ganar el Pulitzer, el premio de periodismo más importante del mundo
—No tenía ni idea que la agencia AP había postulado mi trabajo o el de mis compañeros. Yo estaba haciendo cuentas de gastos y me dijeron ´tenés que ir a la oficina sí o sí´, vas a recibir una llamada importante. Fue una gran sorpresa, no esperaba algo así.
Abd en el momento que se le informó que había ganado el premio Pulitzer.
—¿Temió por su vida durante esas asignaciones?
—Sí varias veces en Siria y Afganistán. Cuando me propusieron ir para Siria lo consulté con mi mujer. Luego llamé a mis padres en Buenos Aires, Argentina, para decirles que me estaba yendo para allá. Hubo un silencio muy largo porque esa era la tierra donde vivieron mis abuelos y ellos tenían miedo que me pasara algo. En ese entonces yo estaba viviendo en Guatemala. Después todo fue muy rápido, me monté en un avión para ir a Europa y de ahí a Estambul. Llegué a la frontera con Siria donde un chofer me recogió para unirme a mi compañero de televisión. 
—¿Cree que el periodismo está en crisis? ¿Se está reinventando?
—Creo que hay dos cosas. Hay una crisis innegable, pero además hay una transformación. Es una mezcla de ambas cosas. Los medios tradicionales que antes disponían de muchos recursos, ahora se ven en una crisis porque los anunciantes prefieren poner su dinero en otras plataformas. Los medios tradicionales, a partir de las nuevas tecnologías, están en una gran transformación para adaptarse a eso. Lo que ya venía en crisis antes del 2008 se profundizó por la debacle económica global.
—A pesar de la situación el periodismo sigue ayudando a la gente
—¡Claro y no va a desaparecer! sigue cumpliendo no solo la misma función, sino una más amplia porque con el internet las noticias llegan a más lugares. Los periódicos llegan bastante recatados. No solo eso, ahora hay periódicos digitales. Hay periodistas que hacen su propio emprendimiento con plataformas bastante humildes y terminan haciendo periodismo de gran calidad al alcance de miles. Antes eso era impensable. La crisis también es una oportunidad para otras cosas como ha pasado en todos los momentos de la humanidad.
Un niño “juega” con un lanzagranadas. Una muestra de la rutina en Siria. 
—Entonces, ¿cómo deben replantearse los medios y los periodistas ante el cambio?
—Los grandes medios de comunicación se están adaptando a esta nueva situación. Habrá medios que van a cerrar, habrá medios nuevos; será una gran reconversión.
—Ahora en la calle cualquier persona con un teléfono puede ser “periodista”
—No es solo estar en un momento noticioso con un teléfono celular. Es un proceso de investigación, de estudio de los temas, de hacer tus propias fuentes, de quedarse noches enteras y días enteros trabajando, de darle seguimiento a las informaciones, eso no lo hace cualquiera. Este es un oficio que pueden cambiar con las tecnologías, pero la dedicación es única y no la puede hacer cualquiera. 
—También en el 2013 ganó el World Press Photo, fue un gran año para usted
—Sí a nivel de premios sí fue importante y aparte cuando no los esperas. Estaba recién mudándome a Perú, acomodándome en otra realidad. Me dio un buen impulso. Uno entiende que los  jurados reconocen el esfuerzo, el trabajo, la dedicación y las buenas fotos. 
—¿Qué le dejó cubrir la situación política en Venezuela?
—Yo pisé Venezuela por primera vez cuando Chávez perdió el referéndum constitucional en el 2007. Me gustó Venezuela, me gustó mucho cubrir las noticias en Venezuela, se toman mucho los procesos políticos. Estuve  cuando Chávez ganó la última elección y luego cuando ya estaba muy enfermo. Me gustó hacer la caravana desde Barinas hasta Caracas. También estuve cuando las ´guarimbas´.
El reportero durante una de sus asignaciones políticas en Venezuela. 
—Uno de sus trabajos en Caracas fue meterse en una barriada ¿corrió peligro?
—Ese día me dijeron en la oficina que fuera para un barrio que está frente al hipódromo. La pauta era hacer una historia sobre gente sin tierras, sin vivienda. Llegué al lugar y la gente se me quedaba mirando como diciendo ‘¿y este gringo trasnochado que mierda hace acá?, lo van a robar en cualquier momento’. Una vecina se me acercó y me dijo que fuera para que una señora de nombre América, que ella era la chavista del lugar y que conocía a todo el mundo. Me invitaron a comer y mientras lo hacía pasaron por la casa unos chicos armados. Resulta que hablando con ellos me contaron qué hacían y porqué lo hacían, su misión en el barrio era cuidar a la gente, que no se metan otros maleantes de otros barrios.

—Ahora ¿cómo ve la situación desde afuera?
—Venezuela es un país tan polarizado. Hay una crisis económica en parte por el desplome de los precios del petróleo en los últimos meses. A esto se le suma el desgaste del chavismo después de tantos años de gobierno, un presidente Maduro que a ´gatas´ ganó las elecciones con el 1% de ventaja. Muchos dijeron que hubo fraude, independientemente de eso, fue por un estrecho margen. Hay una Asamblea Nacional que lo quiere remover. El propio desgaste interno del Psuv con toda esta crisis que le cayó encima. Las noticias que vemos todos, a menos que veamos Telesur, es que el país es un caos, que hay colas por todos lados, saqueos, que las heladeras están vacías, que las firmas de la oposición no quieren ser aceptadas, que (Leopoldo) López es un preso político. Es difícil tener una escala de lo que pasa cuando uno no está ahí. A veces lo que cuentan los medios tienen una parte verdad, pero no es la entera verdad. Cuando fui la primera vez había una bonanza económica. Es un lugar con tantos intereses contrapuestos, uno ve Telesur es una cosa y en CNN es otra, en los canales locales es otra. Ojalá me toque cubrir de nuevo Venezuela. 
Fuente: Panorama



 
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