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jueves, 9 de julio de 2015

‘Rayarse’ y perforarse el cuerpo: cultura, moda y adicción(+fotos)

Maracaibo y su gente se destaca entre la cultura venezolana por ser extrovertido, dicharachero y últimamente, por adoptar culturas, modismos y corrientes que vienen de otros países. Los tatuajes y perforaciones no han sido la excepción en los últimos años.
Mirar con ojos exclamativos de “¡mi alma mirá a ese loco!”, cuando pasa una persona con grabados en el cuerpo, o alguna perforación o piercing en zonas visibles, es común entre los más conservadores.
Según el experto en perforaciones y propietario del local 4Naipes, en el Doral Center Mall, Javier Guerra (30), para realizar este tipo de ‘adornos’ corporales hay que estudiar, además de pasar por un proceso de esterilización de materiales y conocer las “bases médicas” para evitar males mayores.
Javier Guerra, propietario de 4Naipes
Javier Guerra (30), propietario de 4Naipes. Experto en perforaciones y colocación de piercing
De su debut accidentado y de adolescente cotidiano e irracional relata: “Mi primer piercing me lo hice a los 15 años en el baño de Lago Mall. El responsable fue un amigo, que me lo hizo en el mentón. Me fue muy mal”.
Debido a la experiencia adquirida con el pasar de los años, y tras estudiar Psicología y cursar actualmente Enfermería, se dio cuenta lo importante que es pensarlo dos veces antes de aventurarse a colocarse esta especie de ‘accesorios’. Estos quedarán para toda la vida, y los que no, valdrán desembolsillar un buen dinero para deshacerse de ellos.
“La gente en Maracaibo mira a uno como bicho raro”, destaca, agregando que quizás se debe a que poco a poco se van acostumbrando a divisar a estas particulares personas en la calle.
La psicóloga Yennifer Moth, manifiesta que la mayoría de aquellos que se abalanzan a esta aventura, que significa además de un pequeño dolor, una inversión, es porque quieren plasmar algo significativo que puedan recordar por siempre.
“Algunos muestran su arte a través de los tatuajes. Muchos se ven reales”, explica Moth, quien confiesa que también tiene un tatuaje, y su impulso fue para dejar indeleble algo que denota importancia en su vida.
Después del primero, el segundo…
Una conducta frecuente entre los que debutan haciéndose un tatuaje, es perseguir la idea del segundo. Hecho que se evidencia en la mayoría.
Alejandro Villalobos, tatuador de 4Naipes. 8 años de experiancia
Alejandro Villalobos (33), tatuador de 4Naipes. 8 años de experiancia
Alejandro Villalobos (33), es el responsable de realizar el arte corporal en el local de Guerra, afirma que “la gente quiere decorar su cuerpo”, y para esto, toman las previsiones necesarias que eviten arrepentimientos por parte del cliente, o alguna afección derivada de esta práctica.
El primer tatuaje Guerra fue a los 19 años, unas estrellas en la cadera, de las que dice no se siente tan orgulloso, y espera la oportunidad para quitarse.
A este improvisado tatuaje le siguió el segundo, el tercero y así…todos los que le cubren los brazos y otras partes del cuerpo. Se nota el talento indiscutible de quien tomó su piel como lienzo.
Su madre de 59 años, hace tres años se unió a este arte tatuándose una margarita en la espalda, y como es usual, la persigue la idea de hacerse el segundo. Demuestra que ya quedó en el pasado el pensamiento retrógrado de catalogar a las personas con tatuajes como ‘malandros, delincuentes, mala conducta’.
“Quienes tienen todo el cuerpo tatuado, quizás es porque internamente les pase algo, más si son injustificados, y simplemente responde a que quisieron hacerlos y ya. Está la pulsión de muerte y al dolor, además de pagar por ello”, indica la psicóloga.
Agrega: “Puede ser una adicción, porque el ser humano lleva todo al límite, este tema tampoco se escapa. Pero después del primero pierdes el miedo”.
Para Moth, “la edad correcta para hacerse un tatuaje es relativa, y cómo digiera esta situación. Depende de las vivencias de  la persona. Hay jóvenes de 17 años que son muy maduros y otros que simplemente no. Aunque teóricamente la adolescencia termina a los 24 años. He visto gente que hasta se ha tatuado la lengua”.
De Bs. 3 mil en adelante
El precio de estos dibujos corporales no es nada módico, más si el artista es cotizado y hace bien su trabajo. Oscilan entre 3 mil por uno pequeño, hasta 30 mil bolívares por una sesión de tres a cuatro horas.
Recomienda usar preferiblemente joyería de titanio certificado o implantes que sean biocompatibles
Las perforaciones y expansiones varían su costo, dependiendo de la calidad del accesorio y el sitio donde se realicen. Javier Guerra, recomienda usar preferiblemente joyería de titanio certificado o implantes que sean biocompatibles, minimizando riesgos.
Lo cierto es que quienes ahora forman parte del gran número de tatuados son profesionales con edades que oscilan entre los 25 y 40 años, que sin duda pueden costear el precio de estos.
El dueño de 4Naipes confiesa que en una oportunidad dos filipinos pagaron 250 dólares por tatuarse en su local. Hasta el momento, quienes más han pagado por dibujarse el cuerpo en el establecimiento.
Aspecto legal
De los 30 locales “legales” que hay en Maracaibo, explica Guerra, es el único que sigue la reglamentación internacional, haciendo llenar al cliente una ficha personal de reposo, donde debe vaciar información necesaria tanto médica como personal.
Indica que incluye seguro médico en caso de accidentes dentro del local y sigue los métodos de esterilización y control pertinentes a la hora de llevar a cabo, bien la perforación o tatuaje.
Gaceta Oficial No. 40.360, se ordenaba el inicio de una consulta pública, para “prohibir los tatuajes en zonas de la cara, cuello, antebrazos, manos y genitales”.
Las Asociación Latinoamericana de Body Piercing AC, México y la Asociación de Perforaciones Profesionales (APP) en Estados unidos, se encargan de dictar clínicas y talleres para instruir a quienes ejercen esta actividad. Enseñan las técnicas que minimizan los riesgos y tratan de darle un aspecto legal y profesional a esta práctica, que anteriormente se caracterizaba por ser informal.
En Venezuela, en febrero de 2014, el Ministerio de Salud dejó circular la Gaceta Oficial No. 40.360, donde se ordenaba el inicio de una consulta pública, “con el fin de regular los establecimientos de estética y prohibir los tatuajes en zonas de la cara, cuello, antebrazos, manos y genitales”.
También se establece que el tatuador debe informarle por escrito al cliente todas las particularidades de esa práctica y esperar que el cliente firme un acta de consentimiento que debe contener la siguiente información: identificación del establecimiento, identificación del usuario, descripción de la práctica a realizar así como los materiales que se utilizarán, los riesgos y complicaciones que pudieran suceder y cuidados posteriores. Todo esto aparentemente ha quedado ‘en el aire’.
El proyecto de resolución de “Normas para la regulación y el control del funcionamiento de los establecimientos de estética humana” también prevé normar las peluquerías y los centros de bronceado.
El material utilizado debe estar esterilizado y seguir normas de salubridad para evitar infecciones
El material utilizado debe estar esterilizado y seguir normas de salubridad para evitar infecciones
Moth expresa que a pesar de estos controles, se vive en una era en la que “hay mucho acceso, centros clandestinos”, el lado oscuro de esta actividad que le puede costar la vida al más ingenuo, al más osado.
Del mismo modo, Javier secunda esta idea, advirtiendo que las bacterias e infecciones, ponen un alto riesgo en las personas que deciden adornar su cuerpo con esta práctica, de ahí que deben ir con los profesionales correctos.
Revela que un adolescente de 16 años murió en Mérida tras ponerse un piercing en la lengua. Presuntamente sufría de una enfermedad que no permitió la recuperación adecuada, aunado a la ‘mala praxis’ a la hora de ponerlo.
“Esto puede representar un problema de salud, de no hacerse de la manera correcta”, sentencia.
Aunque cree que Maracaibo pasa por un “regionalismo falso por miedo a lo desconocido”, coincide al igual que la psicóloga en que “la cultura evoluciona”.
De las 10 personas que entran por la  puerta de 4Naipes para hacerse un tatuaje, 50% son hombres y el otro 50% son mujeres; sin embargo, para las perforaciones es más la afluencia del género femenino. Las damas ‘maduritas’ son las más atrevidas solicitando piercing en genitales, “más por adorno”, según Javier.
Cuenta que un viejito de 80 años pidió hacerse un Popeye y una anciana de 92 años se perforó los lóbulos. Estos testimonios dejan claro que la concepción de los cuerpos ‘rayados’ no son exclusivos de una ‘tribu urbana’, de marineros, de delincuentes, ni excéntricos, sino que debajo de la corbata de un abogado o debajo del delantal de una ama de casa, puede estar plasmado el arte indeleble que represente algo importante en sus vidas.
Los precios de un tatuaje oscilan entre 3 mil por uno pequeño y 30 mil la sesión de cuatro horas
Los precios de un tatuaje oscilan entre 3 mil por uno pequeño y 30 mil la sesión de cuatro horas
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