“Cine pobre no quiere decir cine carente de ideas o de calidad artística, sino que se refiere a un cine de restringida economía que se ejecuta tanto en los países de menos desarrollo o periféricos, así como también en el seno de las sociedades rectoras a nivel económico-cultural...”.
Así reza el manifiesto del Cine Pobre, escrito por el desaparecido director de cine, productor y guionista cubano, Humberto Solás, bajo cuyo nombre y preceptos se celebra anualmente un Festival.
El presidente de la Villa del Cine, José Antonio Varela está convencido de que es posible hacer obras cinematográficas de calidad a bajo costo, y más hoy día con las posibilidades que han abierto las nuevas tecnologías.
Varela ofreció este jueves la ponencia ¿Podemos hacer cine pobre en Venezuela?, como parte de la programación del I Encuentro de Cineastas de Cuba y Venezuela, que se realiza en la Sala Margot Benacerraf de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte) del 26 al 30 de julio.
“Los costos de realización han bajado muchísimo actualmente, pero revisando los costos de las últimas obras del cine nacional, no han bajado del millón de dólares... No se trata de negar las películas de un millón de dólares, pero que las hagan con fondos que no sean del Estado”, afirmó.
Por eso, señala Varela, esta situación debe revisarse, dado que las producciones que se han hecho con tan altos presupuestos, en su mayoría ni siquiera han tenido éxito en la taquilla.
En ese sentido, es importante crear mecanismos efectivos para que instituciones como el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (Cnac), otorgue presupuestos estrictos, y aprobar lo más rápido posible el reglamento de la Ley de Cine, dijo.
Lo mismo ocurre con Fonprocine (Fondo de Promoción y Financiamiento del Cine), considera, adscrito y administrado por el Cnac (con patrimonio separado de unos 80 millones de BsF este año), el cual realiza las funciones de promoción, fomento, desarrollo y financiamiento del cine.
“Es una especie de piñata, porque no existen aún los mecanismos para que tenga el impacto que debería”.
En otros países, comentó, con los presupuestos que se utilizan en Venezuela para hacer una película, se harían cinco o más.
“Queremos hacer más y mejor cine en Venezuela, que sea tratado con identidad cultural, expresión artística y testimonio vivo... Contamos con políticas de Estado en las que tenemos el deber y el derecho a participar”, sostuvo e informó que la Villa del Cine trabaja en estos momentos en producciones que no sobrepasan los dos millones de bolívares.
Como ejemplo de cifras, reveló el financiamiento de tres óperas primas aprobadas por el Cnac, las cuales tienen presupuestos de seis, cuatro y siete millones de bolívares, respectivamente.
¿Y la taquilla? Varela explicó que para que una película que cuesta 5 millones de bolívares recupere la inversión en salas, debe pasar el millón de espectadores, cosa que no ocurre en Venezuela desde los estrenos de Homicidio culposo, de César Bolívar (1984) y Macu, la mujer del policía, de Solveig Hoogesteijn (1987).
Por eso, en sus palabras, se deben también revisar los criterios de selección de los proyectos a rodar, que han perdido conexión con el público los últimos años.
“El cine debe existir para decir cosas. En los años setenta y ochenta nuestro cine se veía y sonaba mal. En los noventa se superaron esas fallas técnicas, pero nos olvidamos de lo que se decía en esas películas”, manifestó sobre la pobreza discursiva de muchos filmes.
“No se refleja la realidad, no se reconoce el país, la ciudad... Tienen discursos de otros lados (países) o de la televisión. Están llenas de no lugares, no espacios... Por eso hay que bajarse de la nube del "star system", bajando los costos y mejorando el trabajo de fondo, así haremos mejores películas, de lo contrario desapareceremos”, acotó.
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